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¿Sabes cuándo tirar un beso?

Reconócelo, te han hecho la cobra. Aunque sea alguna vez en la vida. Has estirado el cuello como un velociráptor con tus morritos de piñón cargados, y te han respondido con una torsión vertebral invertida que ni el mismísmo Keanu Reeves en la primera de Matrix. Fallaste. No salió la cosa como te estabas imaginando. Ahora tocan las explicaciones, los ‘vale me voy’, la risa falsa y los ‘perdona ayer iba muy borracho’.
Lo que quizás alguno y alguna no sepa es que existe una teoría desarrollada y estudiada en las facultades de comunicación que conoce las claves para evitar esos malentendidos y sus consecuentes malos ratos. Se trata de la Comunicación no Verbal, el análisis de una serie de actitudes corporales, signos, gestos, dibujos, vestimentas, posturas o miradas que a menudo dicen mucho más de lo que llegan a hacer las palabras. Sirve para todo tipo de relaciones humanas. En el caso de las que implican un interés sexual, pueden ser cruciales para saber si merece la pena intentarlo.

Expertos en este área de las interactuaciones como Allan Pease, Günther Rebel, David Cohen o Lillian Glass han pasado años investigando, entre otras cosas, los comportamientos humanos más comunes en el caso concreto de la atracción. Aquí van algunas pinceladas al respecto, para que evites enfrentarte a cobras innecesarias:

Cuando a ella le gusta él (o a ella le gusta ella)

Son pequeños gestos, no el 100% de las veces indicadores de una verdadera atracción, pero generalmente aparecen cuando esta existe. Si alguien quiere saber, por ejemplo, si a la chica le resulta apetecible lo que ve de ti, fíjate en si ocurren alguna de estas cosas:
Jugará con su pelo, se lo echará hacia atrás, sacudirá la cabeza o agitará sus cabellos. Siempre manteniendo el contacto visual con la otra persona.
Si está de pié, la mujer que interactúa con alguien que le guste relajará las piernas. Abrirá ligeramente una hacia un lado, relajará la cadera y se curvará un poco hacía delante. Si está muy recta y con los brazos cruzados, el mensaje es el contrario.
En caso de estar sentada al lado de la persona que le atrae, estará girada hacia él y cruzará la pierna más alejada hacia dentro, es decir, señalándole con la rodilla, ya que si lo hiciera al revés indicaría que se está protegiendo. Si cruza y descruza las piernas constantemente hacia el lado bueno y no deja de tocarse los muslos, la señal es aún mayor, ya que al gesto le añade inquietud y movimiento.
Mira sus manos. Antiguamente exhibían las muñecas, ahora, la evolución del gesto lo ha llevado a formas como extender sobre la mesa los brazos y las palmas hacia arriba.
Si está distanciada unos metros  tratará de llamar la atención con ayuda de otras mujeres. Las risas, los cuchicheos, las miradas indirectas… son parte de ese método.
Sus ojos son clave: lanzar una mirada de reojo con los párpados un poco bajos. Cruzar con el pretendido la mirada en varias ocasiones seguidas y retirarla tras sostenerla levemente.  Quizás, un vistazo furtivo a la zona genital cuando el hombre se ha acercado.
La boca, los labios: reveladores.  Los mantiene semiabiertos, se los moja con frecuencia.
¿Qué tiene en las manos? ¿Un cigarro, una copa, un bolígrafo? ¿Te has fijado en si durante la conversación acaricia ese elemento cilíndrico involuntariamente?
La voz también es un punto fuerte. Si se siente seducidas la convertirán en un sonido bajo, confidencial y en tono relativamente grave. Se inclinarán hacia delante para convertir a su pretendido en el primer destinatario.

Cuando a él le gusta ella (O a él le gusta él)

El hombre es menos sofisticado en el juego de la seducción, y también menos completo en cuanto al número de señales que emiten voluntaria o involuntariamente. Eso no quiere decir que no existan. Los expertos han identificado algunas de ellas:
Manos a la cintura con los codos hacia atrás. Probablemente algún pulgar en el borde del pantalón por delante y si no, las manos caídas adelantando ligeramente la zona genital. En resumen, igualitos a un vaquero.
Mira los pies. ¿Ha deslizado uno en la dirección de la chica?, ¿le apunta con él?, ¿ha abierto ligeramente las piernas?
Aumenta ligeramente su calor corporal y su sudoración (tómatelo a un halago, mujer). Hay incluso quien dice que llega a cambiar el olor en el ambiente. Para la pretendidas de olfato cánido, puede servir de pista.
Las reacciones masculinas son en su mayoría automáticas e incontrolables. Dilatación de las pupilas, tensión muscular, erigir la postura y  adquirir una posición militar (el sacar pecho y meter tripa de toda la vida).
La mirada se vuelve involuntariamente persistente y casi avasalladora. Con mayor o menor control, el que se siente atraido la guía hacia los ojos y hacia las zonas con mayor contenido sexual, como los pechos, las piernas o los genitales.
En esas ocasiones de atracción, es frecuente incluso que el hombre comience a arreglarse la ropa. Colocarse la corbata, remangar un poco el jersey, tocarse el cuello de la camisa, ajustarse ligeramente una chaqueta y hasta quitarse del hombro alguna pelusa real o  pretendida.
Los que aún no se han quedado calvos, incluso se acarician el pelo.

Conclusión.  Los expertos en Comunicación no Verbal coinciden en apuntar que los signos que presenta el hombre son menos sutiles, más agresivos y muy claros en cuanto a su interpretación sexual. Generalmente ellos dependen de la reacción femenina (o masculina en caso de que les guste otro hombre) para persistir.
Los de las mujeres, sin embargo, como afirma el autor David Cohen en El Lenguaje corporal de las relaciones, son mucho más “variados, eficaces y autosuficientes”.
Los ejecutan con mayor sutilidad y son menos claras en sus intenciones sexuales. De hecho, son ellas las responsables de históricos métodos de cortejo no verbal tan elegantes como el lenguaje de los abanicos o el de las flores.  

El truco final

Estos expertos en comunicación conocen pequeños métodos de análisis rápido (llamémoslos trucos) que a menudo serían de gran utilidad para evitar situaciones indeseadas. Maneras de percibir una interacción para saber, por ejemplo, si es la hora de dar un beso.
Por supuesto son teorías, que como todas, tienen sus excepciones. Ni a ellos ni a ellas les gusta que les baboseen si no lo estaban buscando. Pero ofreceremos un ‘truco’ obtenido de los estudios de la Comunicación No Verbal para que, al menos, tengas un método para saber intuir si en un momento clave está inclinanda hacia ti la balanza. Ahí va:
En una conversación con ‘esa persona’ a corta distancia, fíjate en sus ojos. Verás que se mueven marcando un recorridos triangular constante que hace escala en tres puntos concretos. Si esos puntos son un triángulo formado entre una de tus pupilas, la otra y de ahí a la frente,  indica que él o ella sólo tiene un interés profesional en ti. Pero ¡ay amigo o amiga, si ese triángulo sustituye el punto de fijación de la mirada en la frente por la boca!, es decir: ojo-ojo-boca. Lo que tienes en frente, difícilmente se vaya a convertir en una cobra.  
¿Quién dijo aquello de que una imagen vale más que mil palabras?
* Información obtenida de: “El lenguaje del cuerpo”, Autor: Allan Pease (Editorial: Paidós); “El lenguaje corporal”, Autor: Günther Rebel, (Editorial: Edaf); “El lenguaje corporal en las relaciones”, Autor: David Cohen, (Editorial: Hispano Europea); “Sé lo que estás pensando”, Autor: Lillian Glass, (Editorial: Paidós)

 

Por Jaled Abdelrahim

Jaled Abdelrahim es periodista de ruta. Acaba de recorrer Latinoamérica en un VW del 2003. Se mueve solo para buscar buenas historias. De vez en cuando, hasta las encuentra.

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