Primero fue la burbuja de la construcción. Comprensible, porque mucha gente se forró y se iba de putas por obra y gracia del hormigón y el acero. Después llegaron las ya conocidas burbujas que han llevado al centro del foco a los gin-tonics caros, las hamburguesas de carne de buey bendecido, los emprendedores y el malenismo, con todo lo que ello implica (cupcakes, colores pastel y ovillos de lana), y hay que sumar otras que están contribuyendo decididamente a hacer de este mundo un lugar mucho más estúpido. Estas son las 6 burbujas que hay que señalar antes de que sea tarde como responsables de la degradación de la sociedad occidental.
La burbuja de fundar un partido político
Montar un partido de izquierdas para las próximo elecciones al parlamento europeo se ha convertido en el nuevo «¡pues vámonos al FIB!» de los 90. Quedas con más colegotes de la misma adscripción, en este caso política, y tratas de hacer algo que tú crees que es trascendente y que quedará en los anales. Ya viste que lo de ir al FIB no sirvió para nada. Esto, que es un sanísimo mecanismo de ejercicio de la democracia, se convierte en una fuente de sonrojo cuando uno se imagina a Arias Cañete en su cortijo desayunando tres tostadas y media de manteca colorá, mientras se descojona de la disgregación del voto de la izquierda. Eso son más escaños para su partido. Más dietas para él. Un menú más grande para su buche.
La burbuja del running
¿Recordáis cuando todos los españoles eran expertos en rallyes o en cómo coger el viento en las regatas de la Copa América? Ahora la cosa va de maratones.
Mirad, yo con esto soy muy estricto. Si empiezas a correr para terminar haciendo triatlones, olé ahí tu gracia. Pero mierdear, lo justo, ¿eh? El ser humano es un ente biológico diseñado con un solo fin: aparearse. Los nuevos escenarios de búsqueda de pareja se han trasladado y la burbuja del running -o el jogging o el footing o correr como un pato cojo- es la consecuencia. Se corre para follar, no para mejorar la marca personal (la del crono, no el puñetero personal branding).
Las conversaciones para romper el hielo empiezan con un sugerente «¿Pronador o supinador?». Yo tengo claro que si alguien me dice eso le doy una torta porque creo que me está insultando.
Vivimos tan desorientados que la gente se ducha antes y no después de correr para lucir impecables en esas salidas a la caza de rival para la relación. Van como pinceles y compran su ropa en las nuevas secciones de ropa para running de tiendas de moda de toda la vida como Oysho o Mango.
Dentro de 10 años miraremos atrás y nos reiremos de cómo somos ahora igual que ahora nos reímos de vernos vestidos con camisas de franela por culpa de Kurt Cobain.
La burbuja de los festivales indies
Hay que terminar con esto ya. Uno podría pensar, al ver el cartel, que todos son el mismo festival. Todos llevan en su cartel a Izal, a Miss Cafeína, a Lori Meyers y a León Benavente. Cómo estará la cosa que uno de ellos ha tenido que meter a Raphael de cabeza de cartel. Ojo, Raphael es Dios y con él a muerte, pero hay que respetar los ecosistemas y a nadie se le ocurre meter a un oso polar en la sabana africana.
Más allá de eso, lo de Raphael puede ser tomado por las mentes más difusas como la prueba más fehaciente del «todo vale» para los festivales indies. Y ahí ya no habrá nada que hacer. El chiste se habrá ido de madre y la gracia de llevar al histriónico septuagenario se habrá convertido en humor grueso. Paremos esto. Y que alguien pare al de Lori Meyers, que también le da al running.
La burbuja del pan premium
– Hola Antonio, dame una barra de pan. Te dejo los cinco duros en el mostrador.
Esa mundana línea de diálogo era, hasta no hace mucho, la base sobre la que se sustentaba la alimentación popular en España. Con diez duros tenías suficiente para pan y salchichas frankfurt, es decir, todo lo que un hombre de verdad necesita para sobrevivir en un mundo lleno de peligros y amenazas.
Esta mañana, cuando he bajado a una de esas panaderías con un cartel negro y tipografía script, he tenido que decidir entre comprar pan gallego, pan payés, baguette, hogaza, chapata o pensarme si me hacía homosexual y compraba brioches. Luego he tenido que atracar un banco para pagar el pan y me he venido a casa pensando que compraba el mejor pan del mundo y que es obvio que un alimento tan selecto deba ser tan caro. ¡Joder, que es agua, harina y levadura!
Desde aquí, quiero utilizar este púlpito para exigir que el pan sea barato, que las panaderas se llamen Manoli y que en el mismo sitio en el que compro el pan pueda echar la quiniela y rellenar la garrafa de agua.
La burbuja de las fruterías y los locales de comidas preparadas
La crisis tiene sus consecuencias. La gente se queda en paro, tiene que llevar el pan a casa y que, preferiblemente, no sea premium porque el jornal se volatiliza. Cómo montar un despacho de abogados es un lío de «métete a hacer 5 años de carrera, aguanta a todos los fachas de los profesores y las perlas de las orejas de las compañeras de clase», la gente opta por lo que ya sabe hacer y busca una salida rápida.
Todos sabemos poner fruta en una báscula y meterla en una bolsa. Pues todos somos fruteros. La tía Conchi, hacer de comer de «toma pan y moja» (siempre he querido usar esa expresión). Pues montamos un local de comida preparada, «que hay mucho estudiante en el barrio y a todo el mundo le gusta comer caliente».
La burbuja de las apps
Ya está bien. YA ESTÁ BIEN. No necesito otra app que añada efectos viejunos a mis fotos de los callejones de la gran ciudad. No necesito otra aplicación que haga listas. Ni que recoja esos bellos chizpazos que construyen la cotidianeidad y los compongan en forma de mosaico vital al que llamaré diario. En serio, queridos emprendedores, raza elegida y solución a esta ruina a la que llamamos España: si la idea existe y no tenéis intención ni de desarrollarla mejor y ni de hacerla diferente, ahorraros el tiempo y el dinero. Con ese capital podréis montar una frutería o una panadería premium.
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Por cierto, para burbuja, pero en este caso BURBUJA GUAY, la de los GIF. Si os interesa aprender a hacerlos, conocer a grandes creadores de estas píldoras de animación o, sencillamente, perder un poco el tiempo entre un montón de creatividad, pasad por #ARTISAGIFt, una comunidad en google+ que Mulafest y Yorokobu han creado para fomentar la creación digital en este formato.