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El gran fin de verano de Carlsberg

De entre todas las capacidades de las que disfruta el ser humano, las que resultan eminentemente más prácticas son, por este orden, respirar y detectar una buena fiesta allá donde se produce. Para hacer uso de la primera, basta con existir. La segunda fue puesta a prueba a lo grande el último día de agosto, donde Carlsberg montó un juerga tan mayúscula que, en realidad, ni siquiera hizo falta mucho esfuerzo para localizarla. Where’s the Party? En Estocolmo, claro.

La ocasión era inmejorable. Una vez que uno se encuentra en una de las ciudades más excitantes de Europa, lo de tener por delante una fiesta épica es el aliciente perfecto para disfrutar de una de las experiencias más memorables de la vida. Pablo Ladoire, que fue designado Party Manager en una acción desarrollada por Carlsberg España, aprendió los entresijos de la organización de un macroespectáculo para 10.000 personas en el que Axwell se encargaba de rayar discos y hacer que todos los asistentes volviesen a casa con una sonrisa de oreja a oreja y algo menos de suela en sus zapatos.

El DJ sueco aprovechó la ocasión para hacer la presentación en directo de Center of the Universe, su nuevo tema que lleva poniendo banda sonora al verano de media Europa. El Museo Marítimo de Estocolmo, que era el lugar que acogía al evento, contó con unos detalles que convertían al encuentro en único, como un juego de luces espectacular, la pantalla más grande del norte de Europa o fuegos artificiales para vestir de color el cielo de la capital sueca.

Ladoire disfrutó de una experiencia VIP conociendo al propio Axwell en una cena especial en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Además, el Party Manager hizo de anfitrión digital perfecto siendo uno de los usuarios más activos del evento en las redes sociales, donde usuarios de todo el planeta se apuntaron a la fiesta bajo el hashtag #followthebeat.

Las fiestas y los veranos suelen ser cálidos, dinámicos, amenos y memorables, de eso no hay duda. Pero algo que termina así solo sugiere un inconfundible mantra: «Esto se merece una Carlsberg».

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