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Chica conoce paloma, chica gusta a paloma, paloma gusta a chica

Hatoful Boyfriend se describe a sí mismo como un «simulador de ligar con palomas». No tengo claro que sea un simulador (me falta información para concluir si refleja o no de forma realista qué se siente cuando un pájaro te mete ficha), pero lo cierto es que hay mucho romance entre aves y humanos. Sí me veo en condiciones de afirmar que Hatoful Boyfriend es la japonesada más demencial que he catado en muchísimo tiempo.

Hatoful Boyfriend es una ‘visual novel’ (un género de videojuego muy japonés en el que la historia y el diálogo suelen tener más protagonismo que lo ‘jugable’) que funciona como un libro de ‘elige tu propia aventura’. La protagonista es la alumna humana de un instituto privado para palomas. El juego consiste, básicamente, en dialogar con otros alumnos y ahondar en nuestra relación con ellos hasta que se produce un desenlace romántico.
He tenido un bonito romance con mi mejor amigo, una paloma común muy preocupada por la significativa diferencia de esperanza de vida entre humanos y pájaros; le he tirado los tejos a mi profesor de matemáticas, que me ha prometido que me esperaría hasta que fuera mayor de edad (el juego no me daba la opción de darme cuenta de que: a) es una paloma, no va a vivir tanto; b) si le gusto con 15 años quizá tampoco me conviene cuando cumpla los 18); me he enamorado de un pájaro fantasma; he ayudado a un pájaro de alta alcurnia a perseguir sus sueños y no dejarse arrastrar por las presiones impuestas por su linaje.
Sospecho que no soy especialmente bueno ligando como tío. La última vez que recuerdo que me haya sucedido algo parecido a ‘ligar’, un par de inglesas se me acercaron en un garito y me preguntaron qué había en mi camiseta. Yo respondí con total sinceridad y les dije que eran «POKÉMON». Ellas respondieron con un sonoro «what an asshole» y se fueron inmediatamente. Repito: creo que no soy especialmente bueno ligando como tío, pero ligar como tía me ha parecido una experiencia aterradora, incluso en un entorno tan demente como el de Hatoful Boyfriend. En mi primera vuelta al juego ya me crucé con un par de pájaros babosos y me vi en una situación incómoda con un profesor que se ofreció acompañarme a casa para que no caminara sola por la noche. Quizá no fuera casualidad que en aquella primera partida terminara haciéndome amiga de una lorita y fundando una banda de moteras. Hoes before bros.

Hasta aquí, el juego ya sonaba bastante japonés. Lo que viene a partir de aquí es tan japonés que cuesta seguir el ritmo. Ni siquiera yo logré entender bien todo lo que proponía. La cosa es que puedes desbloquear unos cuantos finales secretos si te ligas a los pájaros adecuados, pero hay uno especialmente jodido y largo que te explica el universo del juego y responde a la pregunta que todos os estáis haciendo desde el comienzo del artículo: ¿por qué palomas?
Bien, esta es la movida: Hatoful Boyfriend está ambientado en un futuro distópico en el que las aves se han vuelto inteligentes y conviven a regañadientes con los humanos tras una guerra hombre-pájaro que duró varias décadas. Sí. La gripe aviar se convirtió en una amenaza seria para la humanidad y los científicos intentaron desarrollar un virus que contrarrestara el avance del H1N5 matando a todos los bichos con plumas del planeta. De alguna forma, ese virus mutó, los pájaros se volvieron gente lista y se rebelaron contra los bípedos.

El juego se desarrolla años después de esta guerra y nuestra protagonista, una colegiala japonesa huérfana, acude a la escuela de palomas más prestigiosa del país como símbolo de la paz entre aves y humanos. En ese instituto trabaja un doctor chiflado que experimenta con un nuevo virus letal capaz de acabar rápidamente con los humanos. Bam.
Este mundo que propone Hatoful Boyfriend es un completo desmadre. Pero también es fascinante y bello. Su mayor pecado es que, llegados a este punto, comienza a tomarse a sí mismo demasiado en serio e intenta vincular a cada personaje y a su pasado con el virus mortal y con el devenir del planeta. Tomarte demasiado en serio a ti mismo es una de las peores cosas que puedes hacer. Y si eres un juego sobre ligar con palomas, todavía más.
Un colega me explicó hace poco que tu capacidad para disfrutar de Lo JaponésTM depende bastante de tus conocimientos previos de la cultura y las costumbres niponas. Esto se puede aplicar a casi cualquier cosa, pero es especialmente importante cuando algo viene de Japón. Le he dedicado decenas de horas a un juego de rol inspirado en la historia de Juana de Arco con animales antropomórficos y transformaciones a lo Sailor Moon. He visto un anime sobre un maromo con peinado afro que pelea usando los pelos de la nariz. Descubrí una película sobre un koala asesino trajeado de metro ochenta que he sido incapaz de ver. He visto con mis propios ojos cómo el alcohol transforma a un maestro de Kendo en un hombre afable y cantarín. Esto no me convierte en un experto en lo japonés, pero creo que ayuda a que ciertas cosas niponas no me revienten la cabeza de forma inesperada. Con Hatoful Boyfriend nadie está lo bastante protegido. Japón, te amo, pero a veces no hay quien te entienda.

BOLA EXTRA: Un año juntos, palomita. Never forget:

Por Víctor Navarro

Víctor Navarro es Periodista. Trabaja en Prodigioso Volcán y escribe cosas en El Píxel Ilustre, Mondo Píxel y Verne. Puedes seguirlo en @Afilamazas.

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