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Cinco fugas legendarias

Mientras los patios de las cárceles sigan siendo outdoors, los presos más pudientes van a seguir recurriendo al helicóptero como método de fuga. Fue el método escogido por Alexei Shestakov para escapar de la penitenciaría de alta seguridad de Sheksna (Rusia) el pasado miércoles. El presidiario, condenado por asesinato, logró triunfar allí donde otros han fracasado: por ejemplo, ETA, que ha planeado tres veces (1990, 1992 y 2007) sacar a sus presos de otras tantas cárceles por la vía aérea, sin conseguir una sola fuga.

Estos sí lo consiguieron:

Antonio Ferrara, aka ‘Succo’

Dónde: Prisión de Fresnes, Francia (2003).

Tocata y fuga: Ferrara, especialista en el robo de furgones blindados, organizó un comando de rescate propio de ‘Heat’. Sus compinches, ataviados con uniformes policiales, incendiaron un restaurante cercano a la cárcel para distraer a los vigilantes. Por si no fuera suficiente, dispararon ráfagas de AK-47 contra las torres de vigilancia, mientras el preso dinamita la reja de su celda de aislamiento, donde había conseguido ser trasladado para estar cerca de la salida. Toda la operación duró diez minutos.

Huella en la cultura popular: Ignota.

‘Piti’ y ‘Sarri’

Dónde: Prisión de Martutene, San Sebastián (1985).

Tocata y fuga: El MNLV siempre fue un movimiento de cariz involucionista, de modo que tiene sentido que la fuga más celebrada de ETA fuera pretecnológica: Iñaki Pikabe y Joseba Sarrionandia, dos presos etarras, sacaron los colores al sistema penitenciario del Estado español cuando lograron fugarse de la cárcel de Martutene escondidos en los bafles del concierto que había organizado el crítico teatral Mikel Anzta en la prisión.

Huella en la cultura popular: Más memorable que la fuga en sí es el inmortal himno que le dedicó el grupo Kortatu: el ‘Sarri, Sarri’, que los maketos hemos cantado miles de veces sin tener ni pajolera idea de qué iba la letra.

La gran evasión

Dónde: Campo de concentración Salag Luft III, Alemania (1944).

Tocata y fuga: 77 militares británicos lograron fugarse de un campo de concentración nazi escavando tres túneles –con los nombres clave de Tom, Dick y Harry- que llegaban hasta un bosque cercano. Los ingleses llegaron incluso a construir un sistema de vías para sacar la tierra y un túnel de ventilación.

Huella en la cultura popular: La mítica película ‘La gran evasión’ relata con notable precisión –y un poco de épica extra- aquella estupenda fuga multitudinaria.

Autofranqueo, dirección: libertad

Dónde: Cárcel de Willich, Dusseldorf Alemania (2008).

Tocata y fuga: Un presidiario turcos que cumplía siete años de condena por tráfico de drogas huyó de la cárcel mediante la vía más tonta: se metió en una caja de cartón que debía contener las prendas de ropa que los internos confeccionan para el mundo exterior. Un camión de reparto de correo se llevó al preso con el resto del cargamento. Y hasta ahora.

Huella en la cultura popular: Inexistente, que se sepa, aunque está pidiendo a gritos una marca de vaqueros… o algo.

Bill Hayes

Dónde: Cárcel del Mar de Mármara, Turquía (1975).

Tocata y fuga: Bill Hayes era un estudiante norteamericano que en 1970 no tuvo mejor idea que intentar entrar con medio kilo de hachís en un avión en Turquía, delito por el que fue condenado a 30 años de cárcel en el no tan recomendable sistema penitenciario turco. Tras conocer las delicias turcas, Hayes urdió un minucioso plan para construirse una rudimentaria balsa y llegar, medio navegando, medio nadando, hasta Grecia, desde donde logró volver a Estados Unidos en un periplo homérico.

Huella en la cultura popular: La película que más vocaciones de narcotraficante ha frustrado: ‘El expreso de medianoche’.

Con información de El País, Deia, Cracked, Top Tenz y BBC.

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– ¡Adiós, ETA, adiós! También te recordaremos por tus ‘kantadas’

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