Se pregunta el autor argentino Hernán Casciari en el prólogo de este libro que «de qué se trata la vida de hoy». «¿Es verdad que se coge mucho mejor y más fácil que antes? ¿Es cierto que la inteligencia ha vuelto a ser una herramienta de poder? ¿Realmente los jóvenes son capaces de ver futbol, apostar en Bwin y tuitear sobre otro tema, todo al mismo tiempo? ¿Qué carajos son todas esas sagas fantásticas de nombres tan raros?»… Según el porteño, «la modernidad es una carrera de relevos eterna», en la que todos participamos, pero de la que «nunca sabrás el resultado». Él ha encontrado en Cinismo Ilustrado, la nueva publicación gráfica del mexicano Eduardo Salles (1987), el referente para afrontar todas las incertezas del presente. Según afirma, «un talento clásico», que «posee las herramientas de la ironía actuales».
Salles es una eminencia digital en esto de dibujar cotidianidades con mensaje en las redes. Le avalan 849.000 seguidores en Facebook, 68.600 de twitter y un alcance de entre dos y cinco millones de personas por semana. Le han buscado marcas como Nike, Google y PlayStation y ha colaborado con sus dibujos en medios como Letras Libres, Picnic y Orsai.Este publicista, que actualmente trabaja para la agencia de Innovación Flock y que se define como «cuentista diletante, partidario del sabotaje cultural y la procastinación», ha utilizado en total cinco años de trabajo en su blog -del mismo nombre que el libro- como materia prima para seleccionar las viñetas que incorpora al encuadernado, publicado con la editorial independiente Tumbona Ediciones. Opina que el secreto de su tirón es algo tan sencillo como «retratar lo cotidiano».
Eduardo, ¿por qué el nombre de Cinismo Ilustrado? ¿Piensas que vivimos en una sociedad cínica?
No, para nada. No pretendo calificar a la sociedad de nada. La parte de ‘Ilustrado’ es porque me gustaba el juego de palabras, ‘ilustrado de sabiduría, e ilustrado de dibujar’; y la parte de ´Cinismo’, es porque creo que el cinismo no es otra cosa que una honestidad incómoda. Esa honestidad que no te puede caer bien porque es indiscreta, pero que de ser de alguien que quieres, la llamarías honestidad.
¿Qué tiene que ver eso con la tecnología? Porque muchos de tus dibujos están relacionados con nuestra relación con ellas. ¿Estás peleado con ellas?
Las amo, en realidad. Siempre digo que si yo hubiera nacido en otra época, hubiera acabado haciendo trabajo burocrático en alguna sede de gobierno. Así que he tenido suerte. Las nuevas tecnologías lo permiten todo: publicar cuando quieras, crear cuando quieras, llegar al público, darte a conocer… Son una valiosa forma de descubrir y dar talento, el mejor beneficio que ha dado este siglo.
Como en muchas de tus creaciones las satirizas, pensaba que eras algo así como un detractor. Entonces, ¿piensas que el mundo, para el que maneje bien esas nuevas tecnologías, es más fácil y mejor? ¿O crees que hay algo que sí hayamos perdido por culpa del desarrollo?
Soy un creyente de que el ser humano es el ser humano. Y la tecnología ha llegado para resolvernos problemas, y también para dar nuevos problemas que luego buscaremos resolver. Como antes el problema era saber cómo cazar un mamut, y se tenía que resolver, ahora nos enfrentamos a otros, como poder dedicarnos a lo que nos gusta, ser felices, aprender lo que queremos… Lo único que ha pasado es que tanto los problemas como las formas de abordarlos vienen en otros formatos. Es decir, preocupaciones sigue habiendo y siempre habrá, y la tecnología, en esta época, ha cambiado nuestra forma de afrontarlas, nuestra forma de generarlas y hasta nuestra forma de expresarlas. Eso es todo.
Quieres decir que tus dibujos, en vez de denunciar ‘todo lo nuevo’ que nos inunda, ¿son simplemente un reflejo de lo que ocurre?
Yo creo que hay dos posturas para visualizar esos cambios que vivimos. Están los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor, y los que opinan que cualquier cosa nueva será mejor. ¿Quién tiene razón? Ninguno. O todos. Unos denuncian que por culpa de las tecnologías la gente ya casi no se comunica cara a cara, que ni se saluda por la calle… y también es verdad que gracias a esos avances podemos hacer más cosas que nunca, y mejor. Unos dicen que nos hemos desahumanizado por estar delante de la pantalla, y sin embargo gracias a internet nos comunicamos más y desde más lejos que nunca. Lo que quiero decir es que no veo que el cambio sea ni positivo ni negativo. Se trata, simplemente, del ser humano viviendo en un nuevo contexto.
Eduardo, y todas las ideas originales que tienes para hacer tus ilustraciones, ¿de dónde sacas tantas? ¿en que te inspiras?
La gran mayoría son cosas que observo en el día a día. Me gusta ver las cosas como si fuera un estudio antropológico. Mi inspiración es la sociedad en sí, las cotidianidades. Mi trabajo consiste en encontrarle lo bonito a lo cotidiano, esas cosas, que por diarias, nunca percibimos su importancia. Y es precisamente en esas pequeñas cosas donde están los nervios de la humanidad, situaciones que generan fenómenos muy interesantes.
En el libro, además, incluyes algunos comentarios de gente que ha respondido con mayor o menor compostura a tus dibujos. Siendo un autor tan seguido, que te ve tanta gente, ¿qué opinas de las críticas y los elogios que te lanzan en la red? ¿Qué aprendes de ellos?
El aprendizaje en este caso no está tanto en clavarse en lo que dice alguien sobre tu ilustración, sino simplemente en que lo diga. Compartir una imagen es muy fácil, pero tomarte tus minutos para comentarla, eso quiere decir que algo te consterna. Eso me hace darme cuenta de qué tanto puede valer una imagen para mover conciencias, cada persona las entiende luego con toda su capacidad de interpretación. Eso enriquece a todos.
Oye, ¿y a qué viene el plátano de la portada?
Es un dibujo de Andy Warhol, siempre le he considerado el mayor humorista del arte. Con esta portada le quiero hacer un homenaje no solo a él, sino a la cáscara de plátano como icono del humor más burdo, el barato, el simplón… el pastelazo en la cara. Eso es lo que quiere hacer Cinismo Ilustrado.
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