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Y la Coca-Cola se hizo verde

Verdes son los chistes que contaban nuestros abuelos, a quienes todos llamaban viejos verdes. Verde es la piel de Atreyu, el protagonista de La historia interminable. Y verde era ese moco industrial llamado Blandi Blub con el que, quienes estudiamos la EGB, hacíamos guarradas de pequeños.
Pero no olvidemos que «Poner verde a alguien» es ponerle a parir, y que verde era el vómito de Regan, la niña de El exorcista… Verde es la Amazonia, pero verde es también el moho que arruina la comida que no consumimos.
Bueno, pues a partir de ahora la Coca-Cola también es verde… Se llama Coca-Cola Life, y su etiqueta es de un desconcertante color verde, en una suerte de oxímoron visual, si se me permite la expresión. Se lanzó inicialmente en México, Argentina y Chile el año pasado, y ahora también en Francia y Reino Unido, desde donde escribo estas líneas. En España por el momento solo puede encontrarse en algunos supermercados de las islas Canarias, como producto de importación.
También fue en el Reino Unido donde por primera vez me froté los ojos al ver el logotipo de McDonald’s siempre amarillo y rojo… transformado en verde. Ahora ya a nadie sorprende cómo este icono del fast food se ha cambiado al verde. El payaso Ronald McDonald mantiene su peluca roja… de momento. Parece ser que las grandes multinacionales acusadas reiteradamente de atentar contra la salud del mundo, por promover la obesidad y las enfermedades cardiovasculares (y otros males de los que, para ser honestos, no tienen la menor culpa) comparten asesor áulico, y sus publicistas han decidido que lo mejor es virar al verde. Han descubierto que el rojo ya no es saludable, aunque dé la casualidad de que este color sea la base corporativa tanto de Coca-Cola como de McDonalds. También de Ferrari y del banco Santander… pero de momento la industria alimenticia les queda lejos. ¿Veremos Ferraris verdes? ¡No lo duden! Un poco de paciencia…
En Edimburgo, tal día como hoy, uno de cada cuatro autobuses lleva una inmensa publicidad con una botella verde gigante que abraza todo el vehículo (son de dos pisos). Es imposible dar un paseo por la ciudad sin toparse con el trinomio «Coca Cola Life». La intensidad de la campaña de lanzamiento solo es comparable a de la película 50 sombras de Grey, que se ha estrenado estos días en Escocia con gran revuelo mediático.
[pullquote class=»left»]El rojo ya no es saludable, aunque sea la base corporativa de Coca-Cola y McDonald’s[/pullquote]
El sustento, digamos material en el que se apoya esta fantasiosa asociación de ideas está en una sustancia que, esta vez sí, los fabricantes de la bebida más famosa del mundo han hecho pública. Se trata de la stevia, un edulcorante que se extrae de la planta del mismo nombre, y que no afecta al nivel de glucosa en sangre. La idea es simple: transmitir que la Coca-Cola no engorda. Primero fue la Light, luego la Zero, ahora nos llega la Life… Las agencias de publicidad deben hacer malabarismos con las palabras para que una no fagocite a la otra, toda vez que las tres (además de la clásica) aspiran a compartir espacio en los lineales de los supermercados.
Por supuesto me he comprado una botella en un Greggs… Y ¿saben qué? Soy incapaz de distinguir su sabor del de las otras Coca-Colas… Me parece muy pretencioso y erróneo vincular una palabra tan tremenda como life (vida) simplemente a que un brebaje de fórmula secreta… no engorde.
Nada de lo que yo diga puede afectar a una de las marcas más internacionales del mundo, es más, soy consciente de que este post excitará la curiosidad gustativa del lector, que correrá a agenciarse una botella o a pedírsela a algún amigo que viaje fuera de España. Como casi todos ustedes, considero la Coca-Cola como parte de mi biografía, y la he consumido con mayor o menor frecuencia desde hace muchos años. Pero permítanme expresar un legítimo temor: no me extrañaría que en breve no solo las etiquetas de los productos comiencen a virar al verde, sino que también lo hagan los productos mismos.
Los copys de las agencias tendrán que hacer un trabajo muy fino para convencernos de que el líquido marrón oscuro y burbujeante que nos ha acompañado desde nuestra infancia… pronto será también verde.
No es por ser agorero, pero para más detalles, ver la película distópica Soylent Green, que en nuestro país se conoce con el pomposo título de Cuando el destino nos alcance (Richard Fleischer, 1973). Y recuerden de qué estaban hechas aquellas pastillas verdes que alimentaban a la Humanidad… y a Charlton Heston.
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Imagen de portada: dean bertoncelj/Shutterstock

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