Buscar en Google «cómo crear» arroja toda una serie de resultados que más bien parecen unas instrucciones para la vida pragmática que para la creación exitosa. Al menos en las primeras páginas. Cómo crear webs, cómo crear empresas, cómo crear una cuenta de correo electrónico. Estos días, incluso cómo crear NFT se cuela en las primeras posiciones. Ni una triste mención a las condiciones que propician el acto creativo.
Posiblemente porque la creación, entendida como la acción de traer a la existencia lo que no existe, carece de una hoja de ruta. Y sin embargo, ¿no es precisamente la capacidad de imaginar cosas que no están la que, a lo largo de la historia, ha terminado de separar a los hombres de los animales?
[pullquote]Si creas todos los días, tu musculatura cerebral se fortalecerá y te será más sencillo crear. También aumentan sensiblemente las posibilidades de que «la inspiración te pille trabajando», como decía Picasso[/pullquote]
La idea de poder crear es la que rondó en el Kursaal de San Sebastián durante la celebración del Día C del Club de Creativos.
Crear es difícil. En su texto para la revista del Día C, la fotógrafa Bela Adler escribe que la misión del artista es «la de hacer visible lo invisible». Imaginar lo inexistente, precisamente por la falta de unas instrucciones claras, es complicado. Implica ser capaz de fijar la atención en algo que ni siquiera está y tratar de traerlo a la realidad. Y no nos engañemos, la dificultad, en muchas ocasiones, es la misma independientemente de la calidad de lo creado.
Según el autor americano James Clear, hace años alguien le pidió a Jerry Seinfield que aconsejara sobre cómo crecer como cómico. El comediante americano le dijo que se comprase un calendario de pared de los que muestran el año entero en una página. Cada día que escribiese material nuevo (que no bueno) podría marcar una equis roja en el calendario.
«Después de unos días tendrás una cadena. Sigue con ello y la cadena se hará más larga cada día. Te gustará mirar la cadena, especialmente después de unas semanas. Tu único trabajo es no romper la cadena».
La idea de Seinfield se basa en la concepción de la creatividad como músculo. Si creas todos los días, tu musculatura cerebral se fortalecerá y te será más sencillo crear. También aumentan sensiblemente las posibilidades de que «la inspiración te pille trabajando», como decía Picasso.
Pero es verdad que para el común de los mortales la voluntad no es el único obstáculo que se interpone entre ellos y la creación. Incluso los que tenemos la suerte de pasar la mayor parte de nuestro tiempo en industrias más o menos creativas nos vemos obligados a realizar otras tareas. Informes de resultados, la trimestral del IVA, las slides para presentarle al cliente. Todas estas ocupaciones, junto con otros cuantos millones de ejemplos, pueden convertir el acto creativo en una verdadera carrera de obstáculos.
[pullquote]La fórmula secreta de la creatividad solo tiene dos ingredientes: el tiempo y el espacio. Tiempo que poder dedicar a la creación —sin cortapisas— y un espacio en el que poder crear, lejos de la inmediatez y las distracciones del mundo exterior[/pullquote]
Decía Virginia Woolf que para que una mujer pudiese crear ficción eran necesarias dos condiciones: dinero a su nombre y una habitación propia. Esas mismas condiciones son aplicables a casi cualquier creador y cualquier creación.
De acuerdo (hasta cierto punto) con Woolf se mostraba el integrante de los Monty Python, el británico John Cleese. Para él, la fórmula secreta de la creatividad solo tiene dos ingredientes: el tiempo y el espacio. Tiempo que poder dedicar a la creación —sin cortapisas— y un espacio en el que poder crear, lejos de la inmediatez y las distracciones del mundo exterior.
Un gran ejemplo de la importancia de estructurar el trabajo creativo y encuadrarlo en un espacio y un tiempo determinados podría ser el del escritor checo Franz Kafka. Para el autor de La metamorfosis, las condiciones idóneas para la creación pasaban por un control estricto del caos. Así, durante años, el checo respetó un horario férreo. Trabajar en su puesto como abogado para una aseguradora de 8:30 a 14:30, almuerzo, una buena siesta, tiempo dedicado a la familia y todos los días sentado a escribir a las 11 de la noche.
El youtuber americano Matt D’Avella ofrece en sus vídeos un consejo para perseguir el éxito creativo: «Céntrate en el trabajo y no en el resultado». La única forma de dar con un concepto exitoso es pasar primero por muchos que no lo son. Porque es la manera de ir afinando, puliendo y corrigiendo.
Pero lo cierto es que no hay un determinado umbral de fracasos que garantice el éxito. Casos como el de Mijáil Bulgákov, cuya novela más famosa, El maestro y Margarita, se publicó 30 años después de su muerte, o el de John Kennedy Toole, que se suicidó antes de que se publicase su única novela, La conjura de los necios (que llegaría a ganar un premio Pulitzer), demuestran que el éxito siempre ha sido un aliado esquivo.
Pero para aquellos creativos que tengan claro que, además de traer cosas al mundo, quieran triunfar con ellas, un estudio de la revista Nature ofrecía recientemente la clave. El éxito suele venir de iterar sobre un concepto más que de crear muchos. Así que cuando encontréis un concepto triunfador, en vez de seguir tratando de crear cosas nuevas, dedicaos a replicarlo.
[pullquote]Muchas veces, crear algo nuevo tiene mucho más que ver con el 9 a 5 de un oficio normal que con un arrebato de inspiración. Por eso, como con cualquier otro trabajo, en muchos casos la parte más importante es sentarse a crear[/pullquote]
Según el estudio, la generación de una creación y la iteración posterior sobre esta es lo que habría detrás del éxito de artistas como el pintor americano Jackson Pollock o el director neozelandés Peter Jackson. Por la misma regla de tres, tiene sentido que muchos de los creadores más famosos de la historia lo sean por haber creado un estilo y después dedicarse a aplicarlo a nuevos casos de manera constante.
Sin embargo, no es posible dar con ese concepto ganador sin aplicar la filosofía de Seinfeld. Muchas veces, crear algo nuevo tiene mucho más que ver con el 9 a 5 de un oficio normal que con un arrebato de inspiración. Por eso, como con cualquier otro trabajo, en muchos casos la parte más importante es sentarse a crear.
En torno a esa idea de sentarse a crear y poder hacerlo se centró el Día C de este año, celebrado el pasado fin de semana. De «poder crear historias» habló Domingo Corral, director de ficción de Movistar+.
Miss Beige utilizó su irreverencia y humor para hablar de «poder crear historias sin censura».
Fernando Odriozola contó su proyecto de creación de olas artificiales para hacer surf dentro de «poder crear otras realidades».
Bajo el título Poder crear conciencia, Boaz Paldi, director creativo global del Programa Naciones Unidas; el actor, productor y guionista Nikolaj Coster-Waldau, Embajador de Buena Voluntad de este programa, y Paco Conde, cofundador de Activista, hablaron sobre la campaña desarrollada por esta última para la ONU en la que se denuncia el grave problema que suponen los combustibles fósiles.
En su ponencia Poder crear diversidad, Daniele Fiandaca, cofundador de la consultora Utopía, habló sobre Token Man, una iniciativa para concienciar a los hombres para crear entornos de trabajo inclusivos.
La directora creativa de Mother, Gaby Scardaccione, habló desde la experiencia vital y profesional para abordar el poder creativo que surge del dolor en su ponencia Poder crear un plan B.
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