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Los concursos más estúpidos del mundo

¿Qué mueve al ser humano a competir, y no solo nos referimos a las Olimpiadas, sino a los más absurdos eventos en los que alguien gana y los demás pierden? La pasión por competir es inherente a nuestra especie, pero los mamíferos superiores solo rivalizan por meterse en la cama con la hembra, nunca al revés (esto es aplicable a los gorilas de la selva africana y a los clubbers poligoneros).

Entre los más idiotas encontramos el Campeonato Mundial de Piedra Papel o Tijera, Lo organiza la RPS World Society (Sociedad Mundial de Piedra, Papel o Tijera, en sus siglas en inglés) que aunque ustedes crean que no existe… pues existe. Gente con mucho tiempo libre y dinero sobrante, y lo que es más digno de estudio, con hordas de simpatizantes. El premio gordo son diez mil dólares y se articulan muchas actividades en torno al campeonato. Hay cierta estrategia basada en el análisis del contrario (como en el póker), y ojo, porque uno de estos eventos puede durar ¡hasta 24 horas ininterrumpidas jugando!
También se pueden ganar diez mil dólares en el Concurso de Pedos que se celebra en Reno (Nevada) al que acude toda clase de especímenes, y en el que se valoran estos parámetros a la hora de conceder los premios: control, duración, variedad tonal, presentación artística (sí, han leído bien) y negativamente la peste o el olorazo; es decir, el jurado debe oler el pedo antes de emitir el veredicto, y si recuerda a manzanas o a flores obtendrá más puntuación que otro que huela simplemente a caca.
O el de vuelos de aviones de papel, que incluye categorías y parámetros como el tiempo de vuelo, la distancia o las acrobacias. La final mundial tiene lugar en Austria. Y adivinen quién patrocina la competición
Las reglas son muy estrictas, como en cualquier deporte de élite. Por ejemplo, los concursantes tienen que hacer su exhibición en el interior, los aviones deben confeccionarse con el papel que proporciona la organización y no se permite cruzar la línea de tiros libres durante el lanzamiento del avión. Tampoco se permite utilizar rampa, ni hacer carrerilla…
En los concursos de aguantar la mirada no hay estrategia alguna, hay que estar zumbado y tener unos párpados a prueba de bomba, y pensar en otras cosas mientras se intenta taladrar el iris del contrario.
Durante los dos primeros minutos se permite parpadear. Nada más. A partir de ahí se entra en la fase del «ojo seco». ¿Cuánto tiempo podemos estar sin que se nos seque la córnea? El nombre internacional para estos concursos es StareMaster y ha cruzado las fronteras de EE UU para llegar a Japón y Reino Unido. Incluso se ha hecho un documental homónimo sobre el tema, con la participación de Chloe Sevigny y Phantom Planet.
En La leyenda del indomable, (Stuart Rosenberg, 1967) Paul Newman se come 50 huevos duros en la prisión solo para ganar una apuesta. No lo intenten en casa; hay veces en que los guionistas cruzan la raya de la verosimilitud y nos pueden mandar al hospital.
No es el caso del concurso para Las zapatillas que peor huelen, donde el galardonado fue Joshua Boothe por noquear a un jurado compuesto por químicos de la NASA. No es broma, sus pies tienen el peor olor de EE UU.
En el curioso concurso peruano titulado Quién toma más que yo, el ayuntamiento de Chacabamba (en la región de Huánuco) ofreció 150 soles al vecino que aguantara más tragos de una bebida preparada con aguardiente. Hernando Lorenzo, de 50 años, fue el ganador del concurso, tras vencer a sus nueve rivales al vaciar 13 vasos de la bebida, pero horas después falleció en su casa por el exceso de alcohol que había ingerido.
Si quieren ver un concurso televisivo de eructos absolutamente hipnótico, con jueces del Libro Guinness incluidos, aquí podrán averiguar cómo suena un regüeldo de 115,2 decibelios. Atención a Sandra, la concursante angelical que parece no haber roto un plato en su vida.
En fin, el afán por ser mejor en algo es una motivación muy saludable, pero que se nos puede ir de las manos si la disciplina elegida es todavía más imbécil que nosotros.

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