Si este texto comenzase con la palabra blowjob, la gran mayoría sabríamos su significado –sexo oral–. Lo que muchos quizá desconozcan es que su origen está en el polari, un criptolenguaje creado por los homosexuales de Reino Unido para evitar ser detenidos por la policía.
En su libro Lingo, guía de Europa para el turista lingüístico, el periodista y lingüista holandés Gaston Dorren define las criptolenguas como «lenguas secretas que se desarrollan en el entorno de grupos que desean comunicarse entre ellos utilizando jergas que excluyan al resto de la sociedad». Partiendo de esta base, si una lengua es un sistema de comunicación que nace de la necesidad de relacionarse entre los miembros de una comunidad humana, una criptolengua nace de la necesidad de ocultarse de algunos miembros de esa misma comunidad. Lo que cambia de un criptolenguaje a otro son los motivos por los que ocultarse.
Polari y pajubá, los lenguajes de los homosexuales
En Inglaterra, la homosexualidad estuvo penada hasta finales de la década de 1960. En este clima de prohibición surgió, a comienzos del siglo XX, el polari, un criptolenguaje que mezclaba términos del italiano (polari viene de parlare), el francés, el romaní o el yeddish. Aunque surgió como un modo de ocultar la orientación sexual, a partir de 1960 comenzó a emplearse como un símbolo de reafirmación de identidad.
Su declive se produjo cuando el criptolenguaje llegó a la radio y se hizo famoso a través de los personajes de la BBC Julian y Sandy. Este hecho, junto con la suavización de las leyes, provocó que el polari, ignorado hasta ese momento por el resto de la población, dejase de ser un secreto. Algunos términos, como el ya mencionado blowjob o el no menos conocido cruising (practicar sexo en lugares públicos), pasaron a formar parte del inglés coloquial, pero la lengua comenzó a caer en desuso hasta desaparecer por completo en los círculos gais.
Algo muy diferente ocurrió en Brasil con el pajubá, el criptolenguaje utilizado por los travestis. El pajubá no surgió para huir de las leyes, sino del resto de la sociedad. El gigante sudamericano fue el primer país de América en descriminalizar parcialmente los comportamientos homosexuales, coincidiendo con su independencia en 1821. Pero el problema para el colectivo homosexual no fueron las leyes, sino los prejuicios y la discriminación de la sociedad brasileña.
No se sabe con exactitud la fecha en la que surgió, pero sus raíces se encuentran en la cultura africana, en diversas lenguas del continente como el yoruba, el umbundu o el kimbundu, traídas por los esclavos negros en la época colonial. Como explica el periodista y lingüista brasileño Fernando Alves de Oliveira en su artículo A influência da linguagem do candomblé no falar dos homossexuais: a língua como resistência para la revista Miguilim de literatura y teorías lingüísticas, «el colectivo gay comenzó a usar un lenguaje basado en las lenguas relacionadas con religiones de origen africano como el candomblé, que tiene una mayor aceptación del mundo homosexual. En estos espacios no tenían la represión y los prejuicios existentes en otras religiones que rechazaban a los gais».
Con el tiempo, la mezcla entre el portugués y los africanismos acabó convirtiéndose en un idioma con entidad propia. Al igual que ocurrió con el polari, el pajubá se fue haciendo más conocido gracias a su presencia en programas de televisión, pasando incluso algunos de sus términos a formar parte de la lengua oficial del país. Sin embargo, a diferencia del polari, la pérdida de secretismo del pajubá no ha acabado con él, sino que lo ha convertido en un símbolo identitario del colectivo LGTB en Brasil.
Nu shu, la lengua de las mujeres
Escrito en las láminas de un abanico, en una lengua casi desaparecida, se puede leer:
«Los hombres salen de la casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender».
Estas palabras pertenecen al nu shu, un criptolenguaje creado por mujeres que surgió en el período de la dinastía Ming, entre 1368 y 1644, en la provincia de Hunan, al sur de China. Las tradiciones de la época, que se extendieron hasta mediados del siglo XX, les vetaba el aprendizaje del Han, la lengua oficial. De esta forma, a través de diferentes criptogramas escritos en elementos cotidianos asociados solo al mundo de las mujeres (abanicos, jarrones, manteles), transmitían sus inquietudes y sus sentimientos. Fue su forma de liberarse en un mundo de reclusión bajo las directrices de sus hermanos, sus hijos y sus maridos.
En el libro Disciplinas auxiliares del periodismo en la sociedad del conocimiento, las periodistas María F. Sánchez Hernández y Elena Díaz Funchal explican, en el capítulo dedicado al nu shu, los dos factores que contribuyeron a la casi total desaparición de la criptolengua: una, la tradición china, que exigía que los objetos personales de las mujeres fuesen quemados junto a ellas el día de su muerte; la otra, la llegada del comunismo y la Revolución Cultural.
Con el comienzo de la Revolución, en 1966, la vida de la mujer cambió de forma radical: consiguió el acceso a la cultura y a los estudios. Pero esto fue, a su vez, la sentencia de muerte para el nu shu. Durante los 10 años del periodo de Revolución Cultural, el gobierno chino prohibió muchas tradiciones folklóricas, entre ellas el nu shu, torturando y asesinando a aquellas que lo conocían y eliminando gran parte de sus telas y bordados. A finales del siglo XX, pocas mujeres quedaban que conociesen o recordasen la lengua, entre las cuales se encontraba la nonagenaria Yuang Huan Yi.
Antes de su muerte, en 2004, la considerada última experta en nu shu colaboró en la preservación del criptolenguaje trabajando junto a diversos investigadores, ayudando en la enseñanza del idioma a nuevas generaciones y cediendo gran parte de sus objetos personales. Aun así, el día de la fecha de fallecimiento de Huan Yi, el gobierno de China anunció el momento oficial de extinción del nu shu.
Criptolenguajes criminales: germanía, rotwelsch y lunfardo
El autor anónimo de El Lazarillo de Tormes ha logrado engañar a miles de lectores desde hace 500 años. Porque esta novela, precursora del llamado género de picaresca es, en realidad, una confesión: el Lazarillo relata a un misterioso Vuestra Merced sus aventuras y desventuras sexuales y su vida como proxeneta de su esposa. Pero todo esto, el autor no quería que lo supiésemos. Para ello, se sirvió de un criptolenguaje: la germanía.
Lázaro de Tormes era un experto en germanía. Surgida en territorio español durante la edad media, la germanía es un tipo de criptolenguaje asociado al habla de los criminales. Proviene del latín germānus, hermano, de la cual derivó al catalán germania, hermandad. En los siglos XV y XVI se comenzó a asociar este concepto con el tipo de forma de comunicación de diversos grupos marginales asociados con el concepto de hermandad, como presos, delincuentes y prostitutas. El Lázaro de la novela es uno de ellos.
En su artículo La confesión en jerigonza del Lazarillo de Tormes para la revista Bulletin of Hispanic Studies de la universidad de Liverpool, la profesora de lengua y literatura hispánica Carmen R. Rabell explica que «la presentación de lo innombrable en el Lazarillo se da bajo el amparo de un lenguaje eufemístico. La marginalidad del personaje se traduce en el discurso en una utilización casi privada del lenguaje: la jerga de la germanía». Para Rabell, Lázaro utiliza un lenguaje encriptado para ocultar la verdad de su discurso a aquellos excluidos de la comunidad del hampa, como es el caso de su interlocutor, ese Vuestra Merced que la autora, así como otros investigadores, identifica con el tribunal de la Inquisición.
Toda la novela es una autobiografía en la cual el narrador-personaje explica su caso de «marido cornudo pero satisfecho, que desvela al final de la obra con un lenguaje elusivo» como explica Rabell en su artículo. «La narración del Lazarillo –continúa la autora– se convierte en la explicación de la escuela mediante la cual Lázaro aprende a medrar explotando el sexo de su mujer y la lascivia del Arcipreste», escuela que el protagonista menciona al inicio de la obra: «Comenzamos nuestro camino y en muy pocos días me mostró jerigonza; […] Y fue así, que, después de Dios, este me dio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir». La jerigonza, descrito en el libro como el habla de los ciegos, no es otro que el lenguaje de germanía; y su carrera de vivir, la de criminal.
Otros ejemplos de criptolenguajes asociados al mundo del hampa son el rotwelsch alemán y el lunfardo argentino. El rotwelsch era un lenguaje empleado por vagabundos y vendedores itinerantes en el sur de Alemania y Suiza. Apareció por primera vez mencionado en el libelo anónimo de 1513 Liber vagatorum –Libro de los vagabundos– , en el que se clasifican 28 tipos diferentes de mendigos, con casos reales de falsos mendigos y un diccionario de 200 términos de rotwelsch. Este criptolenguaje ha ido desapareciendo, pero aún se puede escuchar entre diversos colectivos marginales. El lunfardo, sin embargo, tuvo un camino muy diferente.
El lunfardo nació en Argentina como sinónimo de ladrón en el artículo El dialecto de los ladrones del diario La Prensa. En él se explicaba la aparición de un nuevo modo de hablar en la ciudad de Buenos Aires, producto de las corrientes migratorias de la época. El término lunfardo proviene del gentilicio lombardo de la zona norte de Italia, donde abundaban los usureros y prestamistas durante el siglo XVIII, actividades impopulares por aquel entonces. Para Jorge Luis Borges, en su libro El lenguaje de Buenos Aires, «el lunfardo es un lenguaje gremial, […] es la tecnología de la furca y la ganzúa como tantos otros».
El lenguaje lunfardo no comenzó a llamarse como tal hasta 1953, con la aparición del ensayo Lunfardía, del escritor argentino José Gobello. En aquel momento, el lunfardo ya había traspasado todas las capas sociales y se había popularizado, en gran medida por su aparición en las letras de tango. La migración argentina a países vecinos llevó a que se extendiese a otras regiones como Montevideo y, en menor medida, Chile, Paraguay, Perú y Bolivia.
Ya sean lenguajes, ya criptolenguajes, la realidad que se esconde detrás de ellos es la misma. Lo escribió una vez el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos: «Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada».
4 respuestas a «Criptolenguajes: cuando el sexo era un «trabajo de soplar»»
Estos criptolenguajes no son idiomas, son códigos dentro de un idioma. Su función es diferente, pero su estructura usualmente no deja de ser la del idioma «público», diría que están más cerca de él que el lenguaje de los abogados o los médicos.
En Chile los lunfardismos son tan populares que nadie creería que lo son. Por ejemplo, (casi) todos decimos «mina» (¿de «femmina»), que significa tanto «mujer» (Había tres minas y un hueón) como «mujer hermosa» (Se las da de mina, pero no es pa tanto), «novia» (No tiene mina). Y algunas palabras lunfardescas tienen versión en vesre igual de popular que el término original, como pasa con «tira» y «rati», ambos «integrante de la policía civil chilena» (creo que en Argentina son policías corrientes).
Sapalupudopos.
Me parece muy interesante, pero hay una serie de errores de gente que no conocía cómo funciona la lengua. Este concepto pintoresquista de «lunfardo» no fue creado por mi amigo José Gobello sino que lo precede. Pero es un concepto usado por quienes, con criterios filológicos, no conocían la lingüística ni la socio / pragmalingüística, ciencias que tienen apenas un siglo. Visto con criterios actuales no fue jerga encriptada ni de chorros ni de prostituas. No nació en el burdel sino en el conventillo en el que se mezcló la inmigración en un verdadero melting-pot / crisol de razas. O sea es una lengua de las clases bajas y que forma parte del porteño extendido o del argentino metropolitano. Tiene el mismo origen que el tango. Es producto de la convivencia de la inmigración con los ex gauchos que habían llegado a la ciudad y los pocos negros que quedaban en el barrio sur… Lo que sucede es que los hombres de clase «más elevada» lo conocieron en el burdel que era el único lugar «democrático» para los hombres en esa época. Y lo asociaron a lo que llamaban «la mala vida». Y los primeros registradores que dieron esa versión, que siguen repitiendo como loros algunos, eran escribientes de juzgado y de la policía y periodistas de policiales.. En cuanto al amigo chileno, estoy de acuerdo en que las jergas o como aquí la llaman criptolenguaje, pertenecen más a ciertas profesiones que a la lengua usual. Por otro lado tira es la sinécdoque por la tira de la policía y rati es el anagrama que llamamos vesre aquí de tira. Lo entiende todo el mundo y es no sólo el policía sino incluso un informante o alguien de quien se desconfía. Por lo demás, si la gente común no hubiera entendido esa lengua, no se hubiera emocionado cuando Gardel cantó Mi noche triste en el Teatro Esmeralda, hoy Maipo, hace 101 años. No lo cantó para un público de gente de mala vida. Esto es un lamentable cliché sobre el tango y la lengua standard de Buenos Aires. Gracias. Ana Sebastián
Hola Roberto, mupuchapas grapacipiapas por el aporte.
Un saludo
Qué bonita forma de acabar el artículo. ¡Un abrazo artista!