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Las pelucas de Warhol, el onanismo de Anna Frank y la tragedia del parque de los penes

Dijo en cierta ocasión Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, que un artículo de su gran obra es “como una salchicha: te puede gustar cómo sabe, pero tal vez no quieras ver cómo se ha hecho”. Guerras de edición, vandalismo, informaciones poco o nada contrastadas… Cierta mala fama acompaña a la autodenominada «enciclopedia libre» desde sus comienzos, pero lo cierto es que está repleta de valiosos datos y un sinfín de perlas escondidas que merece la pena rescatar. Por ejemplo:

Andy Warhol iba al peluquero a cortarse la peluca

Se ve que era un coqueto de aúpa y que esta pantomima le debía de hacer gracia. Cada cierto tiempo se dejaba caer por el barbero con un flamante peluquín plateado, como si fuera su melena natural. Se la cortaban y volvía a ‘crecer’. Los genios es lo que tienen: excentricidades. Quien destapó el secreto fue el mismísimo David Bowie.

El extraño negocio de los seguros contra abducción extraterrestre

No solo existen, sino que una empresa británica asegura haber vendido 30.000. La pega de estos seguros es que, para cobrarlos, tienes que ser capaz de demostrar que te han cazado los aliens y has logrado vivir para contarlo. Algunas aseguradoras ofrecen pólizas con cobertura para embarazos extraterrestres, exámenes con sonda anal y hasta defunción por causas ajenas al planeta Tierra.

El astronauta de Plutón que nunca regresó al futuro

A un ejecutivo de Universal llamado Sidney Sheinberg no le gustaba Regreso al Futuro como título para una película. Según su experiencia, ningún film tenía éxito si llevaba en su nombre la palabra «futuro». Spaceman from Pluto le sonaba mucho mejor a aquel lumbreras, que pretendía hacer que Marty se presentase como «Darth Vader del planeta Plutón». Steven Spielberg tuvo que intervenir para que la idea acabara en un cajón. Le dijo que la broma era buenísima.

Los malos de James Bond son enemigos reales de Ian Fleming

Varios villanos de la popular saga literaria (y cinematográfica) llevan nombres de individuos que caían mal al autor. El mítico Scaramanga, por ejemplo, era un niño que molestaba al pobre Ian cuando estudiaba en Eton. Las obras del arquitecto Ernő Goldfinger le parecían tan horrendas al británico que decidió convertirlo en un archienemigo del agente 007.

Al diario de Anna Frank le quitaron las escenas picantes

El censor fue su padre, al que no terminaba de gustarle que la niña hubiera escrito largo y tendido sobre el descubrimiento de su propio cuerpo y sus primeros escarceos con la masturbación. Progenitores más modernos han puesto el grito en el cielo al enterarse de que sus retoños leían la versión sin editar – «pornográfica» a su juicio – en el colegio. De mojigatos está el mundo lleno.

Morir en el retrete es algo muy vulgar

Casi anodino, a juzgar por la increíblemente larga lista de personas que han fallecido manchando la porcelana. Si cierta escena de Juego de Tronos, cuyos detalles vamos a omitir para evitar spoilers, te parecía poco verosímil, la realidad se empeña en recordarte una y mil veces que es capaz de superar a la ficción. Monarcas como el británico Jorge II o Wenceslao III, de Hungría y Bohemia, perdieron la vida en el retrete. Puede que también el rey del rock, el mismísimo Elvis Presley, pasara a mejor vida de esta forma poco glamurosa.

La trágica leyenda del parque de los penes

Está en Corea del Sur y las fotos no dejan mucho a la imaginación. Lo curioso, más allá de los prepucios monumentales con ojos, es la historia que hay detrás de este emblemático paraje. Cuenta la leyenda que un hombre dejó a su mujer sobre una roca mientras trabajaba, con tan mala suerte que una tormenta estalló impidiéndole regresar y pereció ahogada. Una especie de castigo divino se cernió sobre la villa, cuyos habitantes fueron incapaces de pescar hasta que alguno tuvo la feliz idea de orinar sobre las aguas. Los oriundos creyeron desde entonces que ver los genitales masculinos agradaba a la mujer, así que construyeron varios falos de madera para apaciguarla.

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Las imágenes que ilustran este artículo proceden de Wikimedia Commons

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