Hoy hablamos de objetivos. Sí, los zoom y todas esas cosas que sirven para acercar objetos, pero no como un gadgeto-brazo, sino como hacen unos prismáticos.
El zoom es una especie de erección que tiene tu cámara. Es como si tuvieras una lupa: a medida que acercas la imagen, se va cerrando, aplanando y la profundidad de campo es cada vez menor. O sea, que a medida que te acercas a tus pies, los ves más grandes, ocupan más, y la tele de detrás se va quedando desenfocada… Esto está muy bien para hacer retratos a tu novia o novio y que parezca algo…
En cambio, si lo que tiendes es a encoger la erección de tu cámara, vas hacia el gran angular y ocurre el efecto contrario, como si dieras la vuelta a los prismáticos. Lo ves todo más pequeño, se amplía el ángulo de visión, y ves casi todo el salón. Y entonces vas teniendo mayor profundidad de campo, casi todo está enfocado. Ya no necesitas andar tocando el diafragma.
¿Y cómo sé qué objetivo estoy usando, cuál elegir y todo eso?
Mira, como éste es un curso para paquetes, me basta con que entiendas lo que tienes entre manos. Y para reconocer un objetivo necesitas al menos entender los numeritos. Esos numeritos que hasta hoy eran como un sudoku para ti, pero que te dicen la longitud focal.
La longitud focal, por simplificar, tiene que ver con el ángulo de visión del objetivo. Y te dice si con ese objetivo puedes ver toda la habitación a lo ancho o si llegas a verte los cordones de los zapatos.
Es un número. Nada más. Lo importante es que sepas interpretarlo. La industria estableció unos números a partir de las cámaras analógicas de 35 milímetros, las del negativo o diapositiva de toda la vida. Igual que usas un DINA4 como referencia sin preguntarte por qué. Y por eso ahora en todos los objetivos actuales, aunque no sean para cámaras de negativos, te suelen dar una equivalencia en 35 mm, porque hay tantos tipos de cámaras y tamaños de sensores que se complica todo.
Así que cuando veas los numeritos del objetivo, pregunta a cuánto equivale en 35 mm. Y usa solo esa referencia. Si no, te meterás en charco importante. Si el número está por debajo de 35, empezará a ser un gran angular, con el que empezar a ver el salón a lo ancho. Si baja hasta 28, tu salón parecerá cada vez más grande y verás todavía más. Y si baja de 24, empezarán a ahuevarse las paredes y verás hasta la cocina.
Por el contrario, si va subiendo, está por encima de 100, empezará a ser un teleobjetivo con el que verte los zapatos más cerquita. Si sube a 150, verás los cordones, y si supera los 300, la hormiga que se te está subiendo.
Lo normal es que sea un zoom y que sirva para alejar y acercar. El numerito te dirá desde dónde hasta dónde llegan. Por ejemplo, el más típico ahora es un 18-55 (te recuerdo que hay que buscar la referencia en 35 mm, que ya lo habías olvidado) y su equivalente en 35 mm es 28-80. Pues se trata de un zoom que te da un poquito de cada, por la parte de 28 va desde un gran angular y por la parte de 80 es casi un teleobjetivo normalito. En cambio, un 18–200 sería la pera, porque en el equivalente a 35 mm, (otra vez lo habías olvidado) sería como un 28-300, que sería un buen angular y en súper teleobjetivo.
En resumen, fíjate siempre en el equivalente a 35 milímetros y así solo tienes una única referencia. Números pequeños igual a más amplitud y números altos más teleobjetivo. ¿Se entiende?
Bueno, creo que con esto acaba el tema de los numeritos… Me he aburrido hasta yo escribiéndolo. Si queréis, en próximos números empezamos con la parte más bonita de la fotografía… Y si no, repasa, que pregunto.
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Foto: Przemyslaw Idzkiewicz Wikimedia Commons
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