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‘Cyber couture’: El modelazo que te pondrás mañana será solo un holograma

Existe una dimensión paralela, más allá de las pantallas de los ordenadores y de los móviles, que se mezcla con la dimensión física y abre la puerta a nuevos horizontes. Un lugar donde, aunque pueda parecer una paradoja, hay personas que compran zapatos que no pueden usar en la vida real, sino solo en ambientes ficticios.

Te damos la bienvenida a una realidad virtual evolucionada, que se ha vuelto aumentada y nos ha colonizado, permitiendo que los elementos virtuales entren en el mundo real.

La moda, con su potencial, se ha aventurado de inmediato en esta nueva realidad aumentada. Es el caso de Iridescence, la primera creación efímera únicamente digital de alta costura, diseñada por Johanna Jaskowska para The Fabricant, start-up holandesa que se autodenomina «maison pionera en la industria de la moda digital». La prenda, que ha sido vendida por 9.500 dólares en una subasta en Nueva York, ha revolucionado la forma en que se creaba, compraba y usaba la moda hasta la fecha.

Iridiscence
Iridiscence

¿Pero tiene sentido comprar un vestido que no existe en el mundo real (y cuya producción, por lo tanto, no contamina)? El vestido hiperrealista de Johanna Jaskowska —artista francesa y creadora de filtros para el rostro para Instagram— propone un modelo de producción y consumo orientado a reducir el impacto ambiental que responde a una urgencia, a una progresiva toma de conciencia del sector: la industria de la moda es responsable del 8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, un porcentaje similar al de toda la Unión Europea y, si no se hace nada al respecto, la situación empeorará. Los datos han sido compartidos por el diario The New York Times en un artículo cuyo título suena a acusación: “¿Usas ropa? Entonces eres parte del problema”.

Las prendas en píxeles, realizadas con un software que crea patrones en 2D y 3D y con un programa de renderizado, están diseñadas para ser utilizadas solo a través de formatos multimedia como fotos y vídeos, gracias a la adaptación del modelo a las proporciones del cuerpo.

Alexander Knight

Porque la moda digital, como la física, tiene que resolver problemas con el tejido, el drapeado y la caída. Son detalles importantes también para los modelos 3D ya que incluso las creaciones virtuales deben adaptarse al cuerpo del usuario que las va a llevar puestas. El vestido generado por ordenador, una vez creado, se superpone a la fotografía del usuario, y listo.

Comprar ropa que no existe en el mundo real puede parecer surrealista, pero, pensándolo bien, ya experimentamos emociones digitales. Cuando recibimos un mensaje por WhatsApp, la emoción que se desencadena es una respuesta física a una experiencia digital. Así pues, tal vez tenga sentido aceptar que estas mismas sensaciones también pueden provenir de la ropa digital.

Alexander Knight

¿PERO DÓNDE SE PUEDEN COMPRAR ESTAS CREACIONES VIRTUALES?

El equivalente efímero a sitios como Net-à-Porter o MyTheresa es DressX, una tienda online con un importante catálogo de prendas digitales firmadas por marcas consagradas como Alexander Knight, Gyurin Na y Aschno, por nombrar algunas. En DressX puedes comprar el modelo que quieras, luego envías una foto, y esta se te devuelve debidamente vestida.

La digitalización se ha acelerado, no lo podemos negar, y quizás en un futuro no muy lejano iremos de compras a tiendas virtuales (V-commerce) en busca de ropa informal para nuestras reuniones de negocios virtuales —puede que estemos en casa, en ropa interior, pero la persona con la que estamos hablando nos verá con un vestido a medida impecable—.

Aschno

Y de creaciones más de tendencia para ir de vacaciones, y viajar reduciendo la cantidad y el tamaño del equipaje. Llevaremos solo lo esencial, en lugar de meter en la maleta ropa para cada ocasión, y podremos tomar fotos de recuerdo en lugares increíbles luciendo magníficas creaciones hechas de píxeles.

Aschno

No obstante, aun teniendo a nuestro alcance todo el potencial para crear mundos totalmente holográficos, tarde o temprano volveremos a la vida real y tendremos que poder vestirnos en carne y hueso. En ese momento la realidad virtual y el diseño 3D podrán hacer que las compras sean más sostenibles, permitiéndonos decidir si queremos llevar una prenda en un entorno digital o físico, y limitando, por consiguiente, la sobreproducción.

Porque la sostenibilidad es lo que se lleva ahora. No es una moda pasajera.

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