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Desenterrando a E.T.

La industria del videojuego estuvo a punto de irse a la mierda en 1983. Suena exagerado, pero fue así. Atari, la compañía más poderosa del sector, tenía problemas: rebajó sus previsiones de ventas después de que la comprara Warner y las acciones de la multinacional se resintieron. Su nueva consola, la Atari 5200, no convencía al público y sus apuestas para seguir vendiendo máquinas, las adaptaciones de Pacman y E.T., fueron un pufo. La confianza de los jugadores se derrumbó y las ventas cayeron, provocando una crisis que estuvo a punto de hundir la industria. El símbolo de esta historia es un hoyo tapado con cemento en el desierto de Nuevo México que ha conservado durante décadas el misterio de una de las leyendas más famosas de la historia de los videojuegos, el tesoro de Atari.
En septiembre de 1983, Atari vació una de sus fábricas y llenó una veintena de camiones con el material que tenía allí para arrojarlo a un vertedero de Alamogordo. La compañía aseguraba que solo estaba tirando basura y cacharros averiados, pero la prensa de la época y los testigos afirmaban que Atari estaba tirando consolas y juegos nuevos en sus embalajes originales y precintados. Además, aseguraban que la mayoría de los juegos que se habían vertido eran copias del fracaso más reciente de la compañía: el E.T. de Atari 2600, considerado por muchos uno de los peores juegos de la historia.
«Toda la locura de los cartuchos de E.T. ocurrió cuando yo ya no estaba en Atari», recuerda Nolan Bushnell, el hombre que la fundó en 1972. «Fue muy divertido», continúa, «porque alguien me envió una copia antes de que se publicara. Pensé: ‘¡Este juego está roto!’. Creía que era un producto en preproducción». Bushnell confiesa que se sorprendió cuando vio que E.T. salía a la venta con una tirada enorme porque «era horrible». También reconoce que el juego y el posterior batacazo de su antigua compañía le sirvieron para enriquecerse un poco. «Imaginé que esto les iba a costar un montón de dinero y vendí acciones», cuenta.
Con los años, las dificultades para encontrar documentación sobre el asunto y las conspiraciones en internet convirtieron la historia en un mito. El pasado 28 de abril, un equipo de excavación hizo un agujero de seis metros de profundidad en el desierto y acabó con tres décadas de especulaciones: la leyenda era cierta. Joysticks, consolas, juegos y cientos de cartuchos de E.T. sin estrenar demostraron que Atari intentó librarse del ‘stock’ que no iba a vender y, sin darse cuenta, fabricó un yacimiento arqueológico.
Uno de los protagonistas de este hallazgo es Joe Lewandowski, el propietario de una de las compañías que participó hace treinta años en el entierro masivo de videojuegos. «Me encargué de que cavaran en el lugar correcto, de que las excavadoras sacaran la basura, de que todo el trabajo se hiciera con seguridad», cuenta Lewandowski; «yo tenía toda la presión; toda esa gente y toda esa maquinaria estaban ahí porque dije que podía encontrar el punto exacto donde estaba la tumba de Atari». Lewandowski confiesa que estaba muy nervioso cuando comenzaron los trabajos porque solo tenían una oportunidad. El alivio y la emoción cuando los operarios encontraron los primeros cartuchos fue enorme.

El hallazgo ha dado mucho que hablar en Alamogordo y los 30.000 habitantes de este pueblo sureño han salido en la prensa de todo el planeta, aunque Lewandowski asegura que no se ha alterado el ritmo de vida de la ciudad. Entre los aficionados a los videojuegos y la prensa especializada, en cambio, el descubrimiento ha sido una bomba y ha reavivado el debate. La excavación se organizó como parte del documental Atari: Game Over producido por Fuel Entertainment y financiado por Microsoft. Algunos foreros suspicaces creen que alguien pudo colocar los cartuchos ahí para que los encontraran. Señalan que los juegos aparecieron demasiado rápido y bien conservados. Otros, sencillamente, critican que Microsoft haya participado en la película para que se estrene en su consola.

Joe Lewandowski no puede entrar en detalles y promete que la película lo explicará todo, pero aclara que los juegos no aparecieron tan rápido como se dice. La prensa y los curiosos solo pudieron acceder al recinto durante el segundo día de trabajo. «No podíamos tener público por motivos de seguridad», explica; «había muchos camiones entrando y saliendo del vertedero para sacar basura». Aun así, asegura, había unas 30 personas del equipo de rodaje, trabajadores, policías, bomberos, médicos, ingenieros y personal del departamento de Medio Ambiente de Nuevo México. «No se puede guardar un secreto con tanta gente implicada. El descubrimiento es real, hay más de 790.000 juegos en ese vertedero», concluye.
El primer cartucho de E.T. que los ‘arqueólogos’ enseñaron a la prensa estaba en perfecto estado, pero Lewandowski dice que había muchos otros «en pedazos» porque las excavadoras los aplastaron cuando fueron sepultados. Sin embargo, las condiciones para que muchos de ellos sobrevivieran al paso del tiempo eran adecuadas: «Muchos todavía estaban precintados en sus cajas y en los paquetes de envío; son muchas capas de protección», indica. Además, la zanja estaba cubierta con cemento para evitar que los críos se colaran en el vertedero para buscar juegos en la basura. Ese cemento ha protegido el tesoro del agua y del clima durante treinta años.
Nolan Bushnell asegura que le pareció divertido que lograran desenterrar los cartuchos. «Creo que a todo el mundo le gustan las historias sobre la estupidez empresarial», dice; «es natural que todo el mundo se eche una buena carcajada con esto».
Han pasado tres décadas y la industria del videojuego es más grande, más poderosa y más sólida, pero parece que sigue repitiendo algunos errores del pasado: hay toneladas de juegos de calidad dudosa en las tiendas de aplicaciones y clones de marca blanca de videojuegos exitosos, los blockbusters del sector lanzan secuelas anuales y consolas de nueva generación que aportan pocas novedades.
¿Significa esto que la industria puede revivir una crisis como la de 1983? Bushnell cree que no. «La mayoría de las apps malas son gratuitas, así que no hay riesgo. Además, la gente evalúa las que son de pago. Hay mucha más información», señala. El fundador de Atari asegura que el mercado de hoy es más sofisticado y que ahora encontrarse con algo de poca calidad  forma parte de las expectativas. «¡La gente ya no se deja engañar tan fácilmente!», ríe. También los hay menos optimistas. Cuando Microsoft anunció que había encontrado el tesoro de Atari, algunos bromearon diciendo que estaban haciendo hueco para enterrar las Xbox One que les está costando vender. Los videojuegos necesitan una nueva conspiración y esa es tan buena como cualquier otra.

Este artículo se publicó en el número de junio de Yorokobu. Las ilustraciones son de Rocío Cañero.
La foto de los cartuchos en el vertedero es de Fuel Entertainment.
CONTINUE?: Entrevista completa a Nolan Bushnell | Joe Lewandowski cuenta cómo enterraron los cartuchos.
BOLA EXTRA: Las ruinas de la civilización AtariRonnie Lamm, la primera activista antivideojuegos.

Por Víctor Navarro

Víctor Navarro es Periodista. Trabaja en Prodigioso Volcán y escribe cosas en El Píxel Ilustre, Mondo Píxel y Verne. Puedes seguirlo en @Afilamazas.

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