Es curioso lo que ocurre cuando te despiden. Un buen día soleado te encuentras un «no es por ti, es por nosotros. Todo cambio viene bien. Nos lo agradecerás». Reestructuración y Optimización Sociedad Limitada. ¡Uh-ha! Grita el coronel Frank de Esencia de Mujer, otra vez.
Lo primero que sientes es tu camisa de lino apretándote el cuello, algo rojo. Un calorcito cual café solo o cual gravilla en la rodilla de Joseba Beloki cuando vacilaba alcanzar a Lance Armstrong en aquel viejo Tour sube por tu cuerpo hasta enterrarse en varios poros.
Pero ¿qué hacer? Aquí hay varias opciones de cómo tomarse un despido de la forma más positiva y optimista cual coach de alcantarilla: 13 sencillos pasos tan dummies como un despido.
Rockandrolla Sin: padecimiento del conocido sentimiento «rockandrolla sin» al dejar tu trabajo. Te sientes como Fito sin su soldadito marinero. Como Búnbury sin su sirena varada o chispa adecuada. Como Loquillo sin su Cadillac o Revólver sin sus llaves de San Pedro. Como Serrat sin su «deja de joder con la pelota». Como Sabina sin su Barbie Superstar. Como Hevia sin su canción de la vuelta ciclista a España. Has perdido tu trabajo pero la vida sigue. Además no eres músico y todas estas comparaciones quedan en «¿hola?». Me entenderás…
Moradura del Orgasmo: regustarte en la situación como «cuando tienes un cardenal en la pierna y al tocarlo te da gustito». Autoconvencerte de que tu despido era lo mejor, que lo estabas deseando, que ya hace tiempo que lo venías oliendo, que siempre puedes volver a empezar. Una cosa es sentir que puedes ahora escoger cualquier cosa y tener más libertad, pero otra muy diferente, dar las gracias por la oportunidad de haber sido despedido. Es una mala noticia y no mola. Y es bueno que te haya dolido.
Finiquito Farruquito: ir de bandolero y papanatas a la vez y gastarte el finiquito en 1.000 millones de bocadillos de jamón. Ponerlo en el CV. Y encontrar trabajo con ello. También te haces camisetas con tu Twitter para que te siga la gente y compras millones de dominios que más adelante venderás a PYMES punto G (esto último no es una mala opción).
Teenager: vuelta a la edad dorada. Vuelta a casa y a los bares de siempre. Te decepcionará que ese en el que embriagaste ya no está de moda. Todo más viejo y sucio. Mejor ir a un bar con auriculares y mirar al infinito con la sonrisa más siniestra que encuentres en la cara.
Hacer un musical con el ecommerce: preparar una obra musical con la E de mejor empresa de comercio electrónico. Raptar la E y ponerla a subasta así como la pizarra blanca, las columnas y el sofá. Montas una empresa de mudanzas.
Dar un buen discurso libre de hummus el día que vayas a por tus cosas: agradece a los tuyos, y a los que no también, todo. Quedarse con lo bueno. Da valor a todo el tiempo que has dejado y al trabajo realizado con un buen final. Capta el sincero cariño de todos los que te abracen, te manden mensajes y te deseen lo mejor, porque más adelante ese calor humano lo vas a necesitar. PD. No lleves hummus ni quinoa para picar mientras hablas.
Camino de Santiago en noviembre: mala idea definitivamente. Hará frío, macho. No hagas el Camino de Santiago buscando reinventarte cuando ya sabes bastante lo que quieres. Cogerás gastroenteritis y el apóstol Santiago te meterá un capón. ¡Porque no son formas, hombre, de hacer un Camino!
Jugar: te vuelves a instalar las 12 Tribus del Age of Empires. Juega hasta que Babilonia reine en el mundo. Pon muy altos los soniditos. ¡Has ganado! Es más divertido pensarlo que hacerlo. Aunque jugarás con la felicidad absoluta yamato, choson, hitita.
Parado Objeto: vuelve a tu piso compartido y haz la lavadora (que ya toca). Compra algo de verde, unas ensaladas, y sé amable con el casero. Vuelta al hogar. Hombre Flores Bariloche. Volver a hablar con la que viene a limpiar el piso y que te enseñe las fotos de su hija de 5 meses. Conocer los horarios de tu portero al detalle. Beber 1 litro de agua al día. Llenar la vida.
Todo incluido con tu Chewaka particular: déjate de Punta Cana, Tenerife Sur o pueblecitos con tu coche por el Pirineo. Haz un viaje con tu chica/chico/piedra favorita. Empalmar el despido juntos con el Tío Pepe.
Desequilíbrate con la mineralogía: llora un poco y ríe. Haz vocecitas y carcajea con toda tu experiencia laboral. Llora otro poco y ríe otra vez. Busca entrevistas, ve, no vayas, hazlas bien y mal. Duerme tarde, no comas, pierde la rutina, hasta que al final tengas ganas de empezar otra clandestina vez.
Cursos de cocina 2 horas 50€ y un solar por 200€: no te apuntes a mil cursos de cocina de 19:00 a 21:00. Tampoco te flipes con que un local en un pueblo de Oregón del Norte te vale 200 euros y además ahorrarías. Te gusta donde vives, te gusta todo. No te vuelvas loco… o sí, pero más bien deja que la mente no te lleve al desembarco de Síndrome de Estocolmo.
¡Gracias por la oportunidad! ¡A por el lunes!
PD. Se admiten más consideraciones.
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