Hay cosas que hoy en día prácticamente todo el mundo sabe resumir al espacio de un tuit. Por ejemplo: una noticia; una frase de amor; un insulto; una indicación; una receta… ¿¿El sonido de una orquesta filarmónica??
El tema del Kurt Weill Fest de este año, celebrado este pasado lunes como cada año en Dessau (Alemania), era «Kurt Weill (1900-1950) y los medios de comunicación». Por eso al director de la Filarmónica de la ciudad, Antony Hermus, máxima autoridad musical en el evento, se le ocurrió que si el maestro en su día había sido un pionero de la composición, el homenaje sería ponerse a su altura a nivel vanguardia siglo XXI. Y si se trataba de medios de comunicación, tenía una idea de por dónde podía empezar a marcar el compás.
Tweetfonie es la plataforma que puso en la red -desde el 28 de febrero al 3 de marzo- para darle al planeta entero la oportunidad de ser directores de orquesta por un día -con orquesta de carne y hueso incluida-. Y además, con el lujo de que ni siquiera tuvieran que moverse de casa.
Músicos profesionales, aficionados o puros indoctos tuvieron durante la pasada semana la ocasión -a través de Tweetfonie- de escribir tuits en los que sus 140 caracteres, en vez de símbolos, fueron las notas que pulsaban en un piano virtual que les convertía en compositores.
El compromiso de Hermus era dejar que el pajarito azul saliera a buscar acordes, trajese lo que trajese. Y en Dessau, instrumentos al hombro, su filarmónica de renombre y 248 años de historia estaría preparada el 3 de marzo para interpretar en directo aquellos minimensajes con obras cuya batuta estaba agarrada desde el ciberespacio.
Así de fácil ser director durante el Kurt Weill Fest. Con toda su categoría. Hermus no quiso que los usuarios tuvieran un peso trivial en el proyecto, sino todo lo contrario. Prefirió que esas aportaciones se convirtieran en la base de las melodías.
Si en la era de internet los medios de comunicación se convierten en algo donde muchos meten mano, no veía por qué la composición musical no podía hacer lo mismo por un día.
De todos los tuits recibidos se hizo una selección aleatoria para realizar varias canciones. Luego, los mensajes elegidos fueron remitidos a compositores profesionales de todo el mundo que, en un tiempo máximo de dos horas, debían combinar esa materia prima para mandar partituras de papel de vuelta a la filarmónica, en composiciones de 45 segundos. La orquesta, en directo, se encargaba de ejecutar el resto.
Toda una filarmónica de pedigrí a las órdenes de un Hermus que a su vez estaba a las órdenes de los dictados de la pantalla. Algo que sabe que muchos lo van a tachar de locura, de error, de blasfemia a siglos y siglos de música clásica… También un concierto mundial en streaming dirigido por gente en sus casas y emitido para todo el planeta al que centenares de personas quisieron asomarse.
La idea, inspirada en una iniciativa similar que en 2012 llevó a cabo la Orquesta Metropole de Holanda como forma de protesta contra recortes económicos, acabó siendo un éxito por el momento no replicado en Youtube. El objetivo quedó conseguido.
Según afirmó Hermus para la prensa, aunque sabe que esta iniciativa le acarreará apoyos y detractores en el gremio, «es muy importante que la institución ‘orquesta sinfónica’ no sea un museo que sólo toca piezas de autores muertos para personas mayores. Queremos tener audiencias jóvenes y dinámicas, promover la música clásica y conseguir una conexión musical entre pares del mundo entero. Por suerte, hoy parece posible».