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Ejercicios de ilustración y ortografía según Juan Berrio

En los tiempos de pátina amarilla y tonos ocres, se enseñaba ortografía a base de repetir, repetir y repetir una y otra vez los mismos ejercicios, las mismas palabras, las mismas frases.

Al ilustrador y dibujante de cómics Juan Berrio le regaló su padre, siendo adolescente, un ejemplar de uno de aquellos clásicos manuales de ortografía, la Ortografía práctica de la lengua española, de Luis Miranda Podadera, quizá el más famoso y utilizado durante varias décadas y que ha tenido numerosísimas reediciones y actualizaciones desde su primera publicación en 1931 hasta los años 80.

«A mí no me interesa la parte didáctica, me parece una castaña lo de si se escribe con b o con v, las reglas y tal… Pero, sin embargo, las frases me parecen tan disparatadas, tan divertidas, que siempre, desde pequeño, me pareció que había unas pequeñas historias divertidas, muy ilustrables, con mucho humor», rememora Berrio.

Por entonces aún no sabía que iba a ser ilustrador, pero el gusanillo ya picaba dentro. Y cuando tuvo claro a qué iba a dedicarse para ganarse los garbanzos, tuvo más claro aún que uno de sus trabajos sería ilustrar el Miranda Podadera.

Entre encargo y encargo, Berrio dedicaba el tiempo libre que le quedaba a jugar con el sinsentido de aquellas frases locas y como metidas a capón, que rozaban el absurdo, para aprender a escribir correctamente.

Y cuando reunió el número suficiente de ilustraciones para formar un volumen, decidió autopublicarlo en 1995. Lo tituló Ejercicios de ilustración sobre textos de “Ortografía práctica” de Luis Miranda Podadera y lanzó una tirada limitada de 500 ejemplares que hoy está agotada.

Sus Ejercicios de ilustración recogen una selección de las frases que más llamativas le parecían de todas cuantas aparecían en el Miranda Podadera. «El libro combina frases cortas para dictado después de cada tema con textos muy largos. A mí lo que me gustaba era entresacar estas frases: las más sonoras, las más raras, las más divertidas… Pero hay material para seguir», comenta Berrio.

Frases como «La vetusta diligencia fue acribillada a balazos por hervorosos indios que, ensoberbecidos por el éxito, clavaron las moharras de sus venablos en los cadáveres de sus rivales», «El ebanista del bisoñé espiaba al grabador de cinc para arrebatarle la gaviota, la avutarda, el halcón y los veintiún vampiros» junto con otras más cortas como «El traje del paje estaba en lejía». Frases que le obligaban a consultar con frecuencia un diccionario.

Berrio optó por romper una de los dogmas de la ilustración, lo que todo gran maestro de esta disciplina enseña a sus discípulos: la redundancia. Si te dan un texto y tú lo ilustras tal cual, no aportas nada, es redundante. «Sin embargo, este libro tenía que ser así, tenía que ser muy redundante», enfatiza el ilustrador. Hasta la dedicatoria lo es. Berrio incorporó una foto de sus padres sentados en un sofá y escribió: «Para mis padres, que son estos».

«Esa idea de que siempre lo escrito va reforzado con la imagen es una constante en el libro. Yo creo, también, que es parte del humor, parte de la incomodidad o lo que sea que produce la lectura del libro y que tiene que ver con esa repetición entre la imagen y el texto».

Las ilustraciones de Berrio para este libro que él incluye dentro de su colección de obras Peculiares (cuando renovó su web, necesitó ordenar sus trabajos y así llamó a aquellas obras autoeditadas que no respondían a ningún encargo) solo pretendían ser un divertimento, un ejercicio de dibujo en el que experimentar y dejarse llevar por el sinsentido de las frases del Miranda Podadera. No buscaban la sátira o la crítica social, aunque es posible, dice, que al dibujar algunas profesiones o relaciones familiares sí se dejara traslucir cierto humor.

La autopublicación le pareció la mejor opción. Por aquella época trabajaba en una editorial de revistas y conocía bien el proceso de producción y fotomecánica. También tenía contactos con imprentas, así que no se sintió en la obligación de contar con un editor ajeno.

«Otra cosa que probablemente tuviera en la cabeza es que en aquel momento, donde las galerías de arte tenían más peso que ahora, había un tipo de publicación que funcionaba, que era el libro de artista», explica. «Yo, sin sentirme artista, me parecía que ese libro pequeño, de tirada pequeña, tenía que existir y no necesitaba un editor. De alguna manera lejana se podía acercar a ese tipo de libro».

Hoy, muchos años después de esa primera y única edición, Juan Berrio está pensando en reeditar aquel trabajo, pero sin cambiar ni un ápice lo que allí dibujó. «A mí me gusta mucho, es un trabajo mucho más suelto», comenta sobre él. Y supone también una manera curiosa de ver la evolución de su estilo durante todos estos años. Antes calificaba aquellos trazos como más punkis, mientras que ahora, opina, su estilo se ha vuelto, de alguna manera, más refinado.

«Me gusta cómo ha aguantado el paso del tiempo. Otros trabajos de esa época no me gustan. Pero el libro, al ser un trabajo que tiene una unidad, yo creo que funciona y se entiende que no se parezca a otros libros míos».

 

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Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

2 respuestas a «Ejercicios de ilustración y ortografía según Juan Berrio»

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