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El ataque de los dispositivos tecnoanalógicos

La tecnología nos envuelve y parece que no hay vuelta atrás. Pero existe un grupo de diseñadores y creativos que encuentran resquicios para introducir elementos analógicos a productos altamente tecnológicos. Soluciones que a veces solamente requieren un trozo de madera y unos filtros de papel.
Ignasi Giro es una de esas personas que se ha sumergido en la exploración de ideas que añaden una sensibilidad predigital a la tecnología. Su proyecto Love Box es una caja de madera con un espejo que permite hacer fotos a dos caras con el iPhone.


Todo empezó a raíz del clásico escenario de si no lo encuentras, invéntalo. “Estaba haciendo un documental y quería grabar conversaciones entre dos personas con un móvil. Busqué en Google ‘record two sided videos with iPhone’ y salieron exactamente cero resultados. No había forma de hacerlo. Así que inventamos la Love Box. Ahora si vas a Google e introduces lo mismo, salimos nosotros”, explica el creativo e inventor. “Poder mejorar lo digital con ingredientes ‘de toda la vida’ me enamoró”.
Pero esto no es lo único que Giro y sus compañeros de Honest&Smile han creado. Recientemente lanzaron el AbracadabrApp, un objeto que no encontrarás en la app store de Apple porque es completamente analógica. El producto contiene un espejo portátil, 3 filtros de colores tradicionales y un soporte para el iPhone en el interior de una libreta de Moleskine.

“Permite filtrar manualmente imágenes en una especie de instragram analógico, así como mezclar planos frontales y traseros”, explica Giró. El producto gustó tanto a la marca de libretas italiana que lo han decidido comercializar en sus tiendas.



“Sumidos en tanta tecnología y digitalización como estamos, cualquier propuesta que nos permita parar un poco, apagar el WhatsApp y regresar a materiales básicos como el papel o la madera nos seduce. Seguramente sea incluso saludable escribir en papel unas horas al día. La conexión que establece tu cerebro con lo que escribes filtrándolo antes por tus manos, tu caligrafía, tus dedos, no puede ser la misma que cuando tecleas delante de la pantalla del ordenador. Ninguna es mejor o peor que la otra: simplemente, son complementarias”, reflexiona el creativo e inventor.
Hay más ejemplos de personas que lo intentan. DODOCASE, de San Francisco, permite enfundar iPads en cubiertas que simulan ser un libro. “Nos recuerdan que ese aparato de cristal y chips, en esencia, no es más que un libro mejorado. Pero un libro, al fin y al cabo”.

Fotos de instagram proyectadas en la pared

Entre los productos en esta categoría que han inspirado a Giró recientemente está Projecteo. Un diminuto proyector de fotos que permite ver tus imágenes de instagram en una pared utilizando un proceso que las traslada a película de 35mm de Kodak. “Es una delicia, no sirve para mucho, pero te enamora en cuanto lo ves”. El proyecto, creado por Mint Digital entre Nueva York y Londres, recaudó 87.000 dólares en Kickstarter y ya se ha empezado a comercializar.

Recientemente cubrimos en Yorokobu el lanzamiento de Fliike, un contador de likes analógico. El dispositivo refleja el número de seguidores que tienes en la red social en tiempo real con un sistema de numeración que recuerda a los carteles informativos predigitales que se veían en los aeropuertos. Su belleza radica en la manera en que transmite información sobre una web en un contexto cotidiano. Logra su objetivo: comunicar al cliente de una forma elegante que la tienda tiene presencia en Facebook y que la puedes seguir allí.

Poppy 3D permite crear fotografía y vídeo en 3D con tu teléfono móvil sin necesidad de usar ni pilas ni corriente eléctrica. El aparato funciona tan solo con una serie de espejos para crear este efecto en los smartphones de Apple. El dispositivo es carne de cañón de Kickstarter con más de 160.000 dólares recaudados.

ONDU Pinhole Cameras es una cámara estenopeica obra de un artesano esloveno. El éxito del dispositivo en Kickstarter (más de 100.000 dólares recaudados) confirma un renovado interés por recurrir a técnicas de fotografía predigitales. (Fuente: Uncrate)

Estos productos cuentan con una baza importante. Un público cautivo que ha vivido en los dos mundos. La era del cassette y el vinilo ocupó un parte de su infancia. La nostalgia atrae. Siempre queda la duda de si las generaciones totalmente nativo digitales conectarán con este tipo de dispositivos.
“Si el ángulo de seducción principal de un producto es la nostalgia (de un cassette, por ejemplo), difícilmente interesará a nativos digitales que nunca las usaron. Pero si en la razón de ser del producto está mejorar algo sensiblemente o aportar una visión distinta, seguirá siendo relevante. Por ejemplo el Analog SMS texting de Moleskine es un guiño a los tirachinas tradicionales y llega a todo tipo de público».

Veo caras en todas partes
En este viaje por dotar de un lado más humano a la tecnología, Berg ha hecho de este propósito su razón de ser. Este pequeño estudio de investigación londinense es el responsable de dispositivos como el Little Printer que tan buena aceptación tuvo en 2011. Esta pequeña impresora imprime cada día información relevante configurada de antemano en tu ordenador.

La intención de sus creadores fue explorar cómo añadir elementos que generen empatía entre las máquinas y las personas a medida que nuestros productos están cada vez más conectados.
La elección de dibujar una pequeña cara en la impresora por ejemplo no se hizo por casualidad. Basándose en un fenómeno llamado Pareidolia que lleva a las personas a ver rostros o formas reconocibles en edificios, piedras, montañas y hasta en productos cotidianos, se dotó al Little Printer de algunos rasgos faciales.
“Nuestros cerebros están programados para ver rostros. Añadir elementos familiares es una forma de profundizar la conexión con el producto”, explicó Matt Jones de Berg en una presentación organizada por It’s Nice That en 2011.

Quizá por eso los japoneses llenan sus ciudades de señales y máquinas dotadas de facciones humanas y animales.






El último producto de esta serie tiene trampa y merece un capítulo aparte. Botanicalls introduce sensores a plantas domésticas para que informen sobre su estado de salud a través de una cuenta personal en Twitter. Cuando necesita más agua, los chips relegan estos datos a través de la red social.
El experimento en realidad no es analógico, ya que añade un elemento digital a la planta al contrario del resto de casos en este artículo. Pero avanza en la misma dirección aportando elementos más humanos y empáticos a la tecnología.

A medida que nuestros dispositivos requieren más tecnología siempre quedarán soluciones que no requieran líneas de código ni electrónica. Opciones en las que bastará con añadir un espejo, un poco de celo, madera y una sensibilidad pre digital para hacer cosas nuevas.

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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