Icono del sitio Yorokobu

Lo que somos cuando nadie nos ve, según Frida Kahlo

el café y la poesía frida kahlo

De Frida Kahlo se ha hablado mucho y se le han atribuido muchas cosas. Una de ellas es ese conocido poema que empieza con el verso “Mereces un amor que te quiera despeinada…”.

En él se fijaron David Pisonero, filmmaker y video editor, Mónica Conde, diseñadora de sonido y Arianne Olucha, locutora y actriz de doblaje. Conmovidos por el texto atribuido a Kahlo, se lanzaron al desafío de llevarlo a su terreno y convertirlo en un videopoema al que han titulado El café y la poesía.

«Se trata de un texto que no romantiza, que no suaviza las aristas del amor, sino que lo convierte en un lugar seguro. Un poema que reivindica la libertad de ser una misma sin pedir permiso, que habla de los vínculos que no huyen de las sombras ni de las heridas. Por supuesto, convertir esas palabras en un videopoema fue un reto: ¿Cómo traducir algo tan íntimo al lenguaje audiovisual sin traicionarlo? ¿Cómo estar frente a una cámara sin dejar de estar con una misma?».

El punto de partida para los tres fue la sensibilidad compartida hacia el poema, y la ventaja con la que contaban era que todos tenían la misma intención, aunque cada uno desde su lenguaje: respetar la intimidad del texto y transformarlo en algo que pudiera llegar al público sin perder su esencia.

Para Olucha no era un texto ajeno, con él empezó a practicar cuando empezó a interesarse por el mundo de la locución. El poema, explica, fue su refugio, ese primer lugar donde se sintió cómoda con su voz, donde empezó a reconocerse. «Recuerdo que, cuando lo leí por primera vez, conecté de inmediato. No necesitaba adornos: era claro, directo, honesto y con un tema inmortal, diría. Hablaba desde un lugar profundamente humano y puro. Y eso lo hacía fácil de interpretar, no porque fuera simple, sino porque te transporta. Te lleva con él sin que te des cuenta».

Por su parte, Pisonero, desde la dirección —que califica como «un ejercicio de sensibilidad y escucha»—, decidió que la cámara no impusiera, sino que acompañara. La idea era habitar el poema con la mirada, con el cuerpo y con la piel. Y pensó que el blanco y negro ayudaría a ese fin. «Elegimos el blanco y negro no por estética, sino por necesidad: quitar el ruido y quedarnos con la emoción desnuda». Después, el trabajo de edición completaría el objetivo. «Cada corte era una danza con la música y con el ritmo de la poesía. Queríamos abrir una ventana a esos pensamientos sin interrumpirlos».

Después, el diseño sonoro de Conde terminó de envolver imagen y voz en la atmósfera que buscaban. «El sonido, por supuesto, tenía que ser parte del cuerpo del poema. Queríamos que el sonido naciera desde dentro de él. Que respirara con él».

En El café y la poesía la música sigue el ritmo del texto, como si lo escuchara. En el diseño sonoro hay textura creada a través de foleys y detalles grabados, en su mayoría, con la propia actriz: el roce de las manos, la caída del pelo, la respiración, una caricia… A todo ello se sumaron más elementos orgánicos y sutiles (latidos, suspiros, frases susurradas, risas, el clic de una cámara antigua, el zumbido de un proyector…) que añaden capas emocionales a la pieza. Pero siempre buscando el equilibrio para que la voz siguiera siendo el centro.

«Queríamos que el diseño se acoplase a la montaña rusa de emociones que te despiertan la voz, la imagen y la música. Buscábamos acompañar con delicadeza esa intimidad, que el sonido acariciase al poema sin imponerse, pero haciendo que traspase». Y ahí es donde entra en juego la productora Iberian Media. «No solo produjo la pieza: nos reunió y nos dio el lugar para hacer esto posible».

«Para nosotros El café y la poesía es, en esencia, un recordatorio de que el arte nace cuando nos permitimos ser sin miedo. Cuando encontramos desde la libertad el amor que merecemos. Incluso —y sobre todo— si ese amor es hacia una misma. Un pequeño homenaje a lo que somos cuando nadie nos ve. Y a lo que queremos ser».

Salir de la versión móvil