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El diseño de entradas que desapareció

La ventaja de no tirar nada a la basura es que de vez en cuando afloran fragmentos de tu vida en las cajas y cajones que inconscientemente documentan nuestro pasado. En el baúl de los recuerdos de Wences Sanz aparecieron recientemente unas entradas de conciertos que el diseñador había guardado de sus años adolescentes. «Soy de esos que no tira nada, tengo un cierto síndrome de diógenes».

Al observarlas detenidamente encontró algo que echa en falta en las entradas actuales. «Pueden estar mejor o peor hechas pero cada una tiene una personalidad. Ahora encuentras que todas llevan el mismo marco de la caixa o ticketmaster del cajero automático. Todos son iguales, es todo un poco triste».

«Las veo como un foursquare físico. Ahora hago check in de los lugares donde estoy. Entonces te los guardabas para demostrar que habías estado en cada concierto».

Fotografiarlas y recopilarlas ha traído consigo un montón de recuerdos de cada concierto sin contar además el precio en pesetas que las adorna. «Cuando ves conciertos como el de Michael Jackson te impresiona bastante pensar que eso no se va a repetir en la vida. Me acuerdo de que en la cola del concierto de Michael Jackson había muchos imitadores bailando. El que mejor lo hacía de todo llevaba una camiseta de Prince, que era el enemigo de Jackson».

En el caso de la entrada de Mano Negra, «la más cutre de todas», Sanz agradece que un ayuntamiento apostara por un grupo así. El de los conciertos de rap del 98 de Alcorcon «está hecha a mano».

Sanz es un retrato vivo de una generación que ha crecido en la intersección entre el mundo analógico y digital. El es un tuitero muy activo pero a la vez sigue comprando discos que escucha en sus equipo de alta fidelidad «como se decía antes».

Bucear en los fragmentos de nuestro pasado ha servido al diseñador madrileño para recordar una época en el cual el diseño de entradas importaba. «En cierto modo nos hemos cargado ese elemento de diferenciación tan importante. Con cada uno, recuerdas los conciertos, te acuerdas de esos días y eso es impagable».

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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