Una isla poco explotada por el turismo. Un empresario iraní-alemán con aires de grandeza que funda en los años 70 un maxicomplejo de lujo con jardín zoológico incluido. Un periodo de esplendor en la década de los 90, seguido por la crisis. Un declive previsible debido a la falta de planificación y a la grandilocuencia desmesurada del empresario. Y un fotógrafo colombiano que retrata una historia desconocida para el gran público, pero que resume la parábola de la especulación edilicia en las islas Canarias.
Cristian Rodríguez Agudelo llegó a Fuerteventura a los 12 años. Su madre, emigrante colombiana, decidió establecerse en la isla en busca de un futuro mejor para su familia. Cristian creció rodeado de una naturaleza casi impoluta y aprendió a amarla. Tanto que se volvió fotógrafos de rutas de aventura por la isla.
Un día resolvió que precisaba de algo más y se mudó a la capital para estudiar fotografía en la escuela Efti. Regresó a la isla de su adolescencia llevando consigo otra mirada. Fue entonces cuando se topó con la increíble historia del Hotel Stella Canaris.
«Durante mis incursiones furtivas por los cementerios urbanísticos de la isla, encontré un enorme complejo turístico abandonado que ejerció una fuerte fascinación en mí», revela Cristian.
La idea de retratar aquel disparate arquitectónico surgió inmediatamente, en el verano de 2014. Así nació Territorio, un amplio proyecto fotográfico que está a punto de convertirse en una doble exposición en Fuerteventura y en Segovia. La primera se inaugurará en enero de 2016 en el Centro de Arte Juan Ismael de Fuerteventura; la segunda en febrero, en el Palacio Quintanar.
El detonante de este trabajo es una caja de diapositivas que Cristian encuentra en un hotel abandonado mientras trabaja en otro proyecto llamado Naturaleza Difusa, un relato descarnado de la especulación edilicia que está acabando con el paraíso que el fotógrafo conoció de niño.
«En aquel momento no le presté mucha atención, pero me la llevé a mi casa. Así descubrí que se trata de un encargo fotográfico hecho en los años 90 para el dueño del hotel, Hossein Sabet», afirma.
Ante la incapacidad de comprender lo que tenía delante, el fotógrafo empieza a investigar y se entusiasma con la historia de Sabet, empresario alemán de origen iraní, multimillonario comerciante de alfombras persas. En los años 70, Sabet llega a Fuerteventura para crear un complejo turístico de dimensiones desproporcionadas.
Cristian también descubre este vídeo en alemán de los años 90, en el que se habla de «paraíso tropical en plena Europa». «Sabet se instala en Fuerteventura con la idea crear su propio imperio», revela el fotógrafo, que tiene 29 años.
El empresario alemán en realidad llegó por una fatídica casualidad a las costas canarias, después de que el mal tiempo obligase al piloto de su helicóptero a realizar un aterrizaje de emergencia en la playa de Jandía, justo al lado del faro. Sabet interpretó aquel suceso como una señal divina y decidió fundar el Hotel Stella Canaris.
Paralelamente, creó un enorme jardín tropical con más de 20.000 palmeras plantada artificialmente y lo llenó de aves exóticas, como loros, tucanes, cotorras y pavos reales, y animales extravagantes para las latitudes canarias como cocodrilos y pingüinos.
Tras una década de esplendor, el complejo turístico comienza a decaer. Sabet no para de adquirir terrenos, construir y ampliar. Crea un Frankenstein que no consigue sustentar y acaba quebrando. A finales de 2013 el complejo turístico cierra. El jardín, que necesitaba unos 140 trabajadores para su mantenimiento, cae en un estado de desamparo y de abandono.
Es tal en nivel de dejadez que el Seprona se ve obligado a intervenir para rescatar a los animales, postrados por la inanición. Los trabajadores tampoco están en su mejor momento: durante seis meses no han recibido sus nóminas y tienen que recurrir a los tribunales para que se haga justicia.
«Cuando yo entro por la primera vez en el Stella Canaris, me encuentro una situación mucho peor de lo que me esperaba», cuenta el fotógrafo. «El hotel había sido saqueado. El parque más extenso de palmeras de Fuerteventura se estaba muriendo. No daba crédito que un hotel que había sido tan fastuoso pudiese estar abandonado», agrega.
Inspirado por la historia del Stella Canaris, Cristian crea Espacio habitado, un proyecto fotográfico que está englobado en la exposición Territorio, en que habla de un espacio que ya cumplió su función antes de caer en el olvido. «Gracias a un amigo, consigo entrar en contacto con uno de los trabajadores damnificados por la quiebra del hotel. Éste me cuenta que los empleados del complejo turístico vivían allí y que, tras la quiebra, se encuentran sin empleo y sin vivienda. Por eso se quedan de okupas en el hotel, luchando por su dignidad y por su indemnización», señala Cristian.
La historia de los afectados del Stella Canaris es tan compleja que Cristian necesita plasmarla en Espacio habitado. «Su situación es muy parecida a la de las palmeras, que crecían en cuanto recibían agua y que con el abandono empiezan a morir, al igual que los animales y las personas que Sabet había reunido en su inmenso parque», subraya. La muerte repentina del nuevo dueño del complejo contribuye a empeorar una situación de por sí enrevesada.
Su búsqueda fotográfica se centra en las diapositivas encontradas. El fotógrafo opta por retratar las piscinas abandonadas, una imagen que para él encarna la esencia de la desidia. Construye unos dípticos que representan el antes y el después del declive.
«Son espacios exteriores que en algún momento estuvieron llenos de vida. Recuerdo que cuando paseaba por allí hacía mucho sol. Me daba cierta tristeza pensar que era verano y que podrían estar llenas de turistas», afirma Cristian.
El fotógrafo reconoce que siempre ha trabajado de manera aleatoria. «Con Espacio habitado es la primera vez que sistematizo mi producción de imágenes. El deterioro del medio ambiente de la isla donde he crecido me hacía tanto daño, que he decidido usar la fotografía para denunciarlo. Para que la gente se sienta mal cuando vea las fotos y se conciencie de que es importante salvaguardar estos espacios naturales», asegura.
La conclusión a la que ha llegado es que se está gestionando de forma equivocada el territorio. «Empresarios y políticos piensan a corto plazo, sin contemplar lo que conllevará para las generaciones venideras. En un lugar como Canarias el turista va a ver las playas, no los grandes hoteles. No digo que no se construya, pero que lo hagan con lógica y con una funcionalidad. No puedo estar de acuerdo con la mera especulación edilicia», concluye el fotógrafo, que está preparando un fotolibro que se llamará Territorio.
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