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En busca de los doce tesoros de un libro de los años ochenta

Cuenta la leyenda que, antes de que hombres y mujeres navegaran por tierras lejanas, hadas, duendes, elfos y demás seres mágicos disfrutaban de una vida tranquila en el Viejo Continente. Amantes de los bosques y los animales, convivían con los humanos que, por miedo a la Madre Naturaleza, levantaban ciudades y fortines.

La vida de las criaturas fantásticas corría cada vez más peligro y, decididas a encontrar un nuevo espacio verde, se embarcaron hacia el Nuevo Mundo. Doce tribus de seres mágicos surcaron el océano Atlántico y, con ellas, doce joyas, guardadas en doce cofres, recuerdo de aquellas tierras que dejaban atrás.

En la tierra prometida, no estuvieron solos. Elfos y leprechauns convivieron con los nativos del Nuevo Mundo. La paz terminó cuando los humanos del Viejo Continente desembarcaron en aquel continente. Temerosos de volver a sufrir como en Europa, los seres mágicos se volvieron invisibles a ojos de los hombres.

Las criaturas fantásticas se juraron que solo volverían a aparecer cuando los seres humanos hicieran las paces con ellas. Pero esto no sería posible si antes no se producía algún acercamiento. La mejor forma de conseguirlo, pensaron, era atraer a los hombres con las joyas.

Las gemas fueron escondidas en pequeños cofres y enterradas a varios metros de profundidad. Solo los humanos buenos, amables y alegres podrían encontrar las doce piedras preciosas.

Esta leyenda vuelve a estar ahora en boca de muchos. Siguiendo los pasos de El Secreto, el libro que escribió Bryan Preiss en 1982, cazatesoros de todos los puntos de Estados Unidos y Canadá se han lanzado a la búsqueda de los doce cofres. Según las normas del autor, aquel que encuentre un cofre -y la llave que contiene en su interior -recibirá una preciada gema.

Una tarea que resulta complicada pues, para encontrarlos, el aventurero debe descifrar el lugar que representan cada uno de los doce cuadros que contiene el libro y unirlos, después, con uno de los doce versos.

Desde que Preiss publicó su historia, sólo se han hallado dos cofres. El primero fue el resultado de la investigación de tres adolescentes que, en 1983, descubrieron el tesoro de Grant Park, en Chicago. En 2004, una pareja de abogados de Cleveland desenterraron el segundo, una pequeña caja en el Greek Cultural Garden de Cleveland. El escritor, como había prometido, les entregó las gemas.

El juego pareció terminar en 2005, cuando Preiss falleció en un accidente de tráfico. Solo él conocía la ubicación exacta de todos los tesoros, pero su viuda aún tiene las joyas y, como cuenta James Renner, periodista obsesionado con el libro, «si descubres uno, puedes contactar con ella para intercambiarlo por la gema».

Hace un par de meses, este reportero y productor de cine estadounidense confesaba en un artículo que haría un documental para mostrar su aventura en la búsqueda de los diez cofres restantes. Pedía a los internautas su ayuda, en caso de que hubieran desenterrado uno o tuvieran planes de hacerlo, para que lo grabaran e incluirlo posteriormente en el metraje.

Renner forma parte del grupo de cazatesoros que, gracias a internet, ha podido localizar, o al menos tener indicios de dónde pueden encontrarse, los diez cofres que faltan. «La comunidad online Quest4Treasure ha descubierto la localización de once de los doce cofres. Algunos se han perdido, debido a la construcción de proyectos y a huracanes, pero otros todavía esperan a ser desenterrados».

Nueva York, Florida, Milwaukee o Charleston son algunas de las ciudades que albergan tesoros, aunque desenterrarlos no resulta sencillo. En Milwaukee, por ejemplo, el cofre está escondido cerca del ayuntamiento, pero las políticas para excavar en suelo público se han vuelto, con los años, más restrictivas.

Es el caso, también, de Houston. «La llave que había allí está casi desaparecida. Cavaron en el lugar donde estaba enterrada para hacer un nuevo zoo», explica Renner.

En el libro, Preiss informa a cada intrépido lector de la profundidad a la que se hallan los cofres, a un metro aproximadamente de la superficie. Cada joya está valorada en unos 747 euros, aunque, para los cazatesoros que andan detrás de las gemas de Preiss, la propia aventura ya vale su peso en oro. Que la búsqueda prosiga.

Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Fate Denied, Big-Ashb, USACE HQ y The Secret

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