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Elogio de la edición y el “efecto Guauuu!!”

Cuando en las postrimerías del siglo XX fueron desapareciendo los editores en los diarios y revistas a nadie le asombró demasiado. Parecía un oficio del pasado y más en el mundo de tradicion cultural hispana donde, en muchos casos, habían ido adquiriendo un mero papel de correctores de erratas. La aparición de software de autoedición y correctores automáticos parecía que desplazaban ese oficio.

Pero los editores son/eran otra cosa. Conseguían que un mal texto interesante fuera un artículo soberbio, tensaban a los productores de contenidos para que el resultado fuera excelente, y, si no lo era, ellos mismos retocaban, cambiaban y mejoraban. Llamaban a las fuentes para comprobar datos y discutían con fotografía y diseño sobre la mejor foto para acompañar el artículo. En el fondo eran los que unificaban contenido y forma de manera inteligente, los que construían el producto, los antiguos arquitectos de la información, los cocineros del restaurante de los contenidos.

Estas labores han sido disueltas en las actuales redacciones y hoy están repartidas entre los diseñadores (que hay veces que son grandes editores), los redactores y, alguna vez, los propios directores de las publicaciones. Pero la responsabilidad sobre ese trabajo conjunto no siempre existe.

Ahora en la “fabricación” de productos informativos y de entretenimiento de la galaxia de la prensa, con su extensión digital, se produce más una acumulación de tareas que una sincronización de las mismas.

La demanda de contenidos en diferentes dispositivos de salida, los nuevos mercados de las tabletas, los móviles y las televisiones interactivas han agravado el problema ya que en muchos casos solo se programan salidas automáticas para evitar costes altos, pero eso está haciendo que se pierdan características de desarrollo específicas de cada uno de los soportes y, por ello, la atención de los lectores hacia esos productos.

Igual que hace muchos años se intentó que los periódicos en internet fueran un “volcado” de sus ediciones impresas, asistimos hoy día a un intento de que, por ejemplo, las versiones iPad de un web sean un “volcado” más o menos ingenioso de su material. En el fondo estamos sustituyendo parte de los trabajos de edición por automatismos desarrollados por ingenieros (con todo el respeto) sin visión global de los productos.

Lo mismo pasa con las versiones en PDFs interactivos de las revistas: Hacemos encajar de la mejor manera que la tecnología nos permite sin el mas mínimo coste, pero tampoco atención sobre lo que hacemos, productos de una industria en ventanas de otra.

Mucho de esos sistemas tienen incorporado el “efecto Guauuu!!”, que consiste en que a todos los que lo ven la primera vez les fascina, pero cuando hay que usarlo a diario no nos interesa, incluso nos sobra. El “efecto Guauuu!!” es una variante de la expresión mexicana “Ese/a chica/o tiene un buen lejos”: una persona que se ve estupenda a distancia pero de cerca no nos gusta.

Y es que el “efecto Guauuu!!” sin un trabajo especial e intensivo de edición de contenidos (más o menos automático) no sirve de nada. Y no se trata solo de una mejora formal (que también). Se trata de pensar en cómo se deben presentar esos contenidos en cada uno de lo aparatos en los que la gente lee/consulta. Es aplicar en cada momento y caso técnicas de edición específicas de cada canal para que el producto resulte atractivo, usable e interesante al lector.

Piensa en lo cómodos y legibles que son en iPad los agregadores Zite o Flipboard, que teniendo varios “efectos Guauuu!!”, lo son sobre todo por sus contenidos, pero también por la propia edición de los mismos adaptada a esas pantallas.

Piensa en cambio en cuántos contenidos “directamente” volcados, pasado el primer momento fascinación por la pirotecnia técnica nunca más los hemos arrancado desde aquellos iconos que con ansia grabamos en nuestro escritorio por primera vez.

No te dejes arrastrar por el “efecto Guauuu!!”. Cuando prepares un producto, o alguien lo haga para ti, concéntrate en lo más básico, la edición, y tu producto, si el contenido es bueno, será candidato al triunfo.

Mario Tascón es fundador de Prodigioso Volcán.

Ilustración: Félix Valloton, Wikimedia Commons

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