Si te fías siempre de todo lo que te dice el GPS, estás vendido. Al menos una vez en la vida acabarás en una carretera sin salida por obras, en las escaleras, en el agua o, como le ha pasado a este señor sueco, con su coche entre las vías del tranvía.
Conducía su coche tranquilamente por una calle cuando el navegador le indicó seguir por las vías del tranvía de Estocolmo. El hombre hizo caso a las indicaciones del aparato y siguió conduciendo hasta que unos metros más allá se percató de que estaba yendo (¡miedo!) por donde conduce el tranvía. Paró el coche entre los dos sentidos y poco después llegó la policía para poner orden y cerrar el tráfico del tranvía hasta sacar el coche de allí.
Según el autor la foto, un tendero de la zona le dijo que el problema es que el conductor «confió más en su GPS que en sí mismo». Lo normal, que diría Gomaespuma, lo que haríamos el 99,999%. Y hasta algunos llevan dos para contrastar el camino, por si acaso no es complicado ya con uno.
Iba a Bruselas y acabó en…
Pero si todavía no conoces de verdad la mayor proeza con un GPS aquí la tienes. Es una de esas noticias que deberíamos colgar en el retrovisor del coche, incluso la señora que la lió parda. Iba a recoger a un amigo a la estación de tren de Bruselas, a 150 kilómetros de su casa, y «por un fallo del GPS» acabó en Zagreb. Sí, bien leído, el mérito de esta señora es superlativo. Al leer las primeras señales de tráfico en alemán pensaría «menuda broma más cuajanuden me está gastando la Merkel». Pero no.
Al que nunca le haya pasado algo extraño con su GPS que tire la primera piedra. Bien es sabido que los caminos del Señor Navegador son inescrutables, sobre todo si no le das al botón de actualizar.
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Estos artículos, escritos por PARECE DEL MUNDO TODAY, pueden ser a veces interpretaciones ficticias y humorísticas de noticias reales que aparecen en medios de comunicación.
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