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Palabras que parecen lo mismo pero no lo son

[A] menudo, por necesidades del discurso, nos vemos obligados a buscar sinónimos que nos ahorren las incómodas y antiestéticas repeticiones. Pero el lenguaje, cuando se pone travieso, suele ser un poco tramposo y nos lleva a escoger palabras que creemos que significan lo mismo que la que tratamos de sustituir. Ojo, que en el Diccionario no es sinónimo todo lo que reluce. Para muestra, unos cuantos botones:

Inglaterra, Gran Bretaña y el Reino Unido

Por muy british que creamos que son los tres términos, a un irlandés del norte podría sentarle como una patada en la mismísima espinilla si decimos que la nación donde vive es Inglaterra. Tampoco le haría gracia que le ubicaran en Gran Bretaña. Lo suyo es decir que vive en el Reino Unido. La diferencia, por sutil que nos parezca, es apreciable. El nombre oficial del país donde reina Isabel II es el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del norte, el Reino Unido para los amigos. Gran Bretaña es una parte de ese Reino Unido que comprende Gales, Inglaterra y Escocia. Irlanda queda fuera. Inglaterra, por tanto, solo es una pequeña porción del país británico y no se puede usar para nombrar a todo el conjunto (nacionalismos aparte). El truco para recordarlo, nos dice la Fundéu, es aprenderte el nombre oficial del país. Largo, sí, pero infalible.

Moro, musulmán y árabe

Tres palabras que solemos emplear como sinónimos y no lo son, o no del todo, son moro, musulmán y árabe. Una vez más estamos cometiendo un error. Árabe hace alusión al idioma y a la cultura que proviene de él, así como a los originarios de Arabia. Un musulmán es aquel que profesa la fe de Mahoma. Pero no tiene por qué ser árabe. Puede ser musulmán español, estadounidense o indonesio. Y tampoco es moro, porque los moros auténticos son los que provienen del Gran Magreb: Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Sáhara Occidental y Mauritania. De hecho, «moro» tiene su origen en maurus, la antigua provincia romana de Mauritania Tingitana.

Hebreo e israelí

¿Un hebreo es israelí? Sí, pero no. Un «Hebreo» es un judío o un «israelita» (del antiguo pueblo de Israel. El de la Biblia, sí). Pero un «israelí» no tiene por qué ser judío. «Israelí» es todo aquel que ha nacido o vive en el moderno estado de Israel, independientemente de su religión.

Oír y escuchar

Si ya somos capaces, gracias a Cela, de ver la diferencia entre estar dormido y estar durmiendo, o entre estar jodido y estar jodiendo, ¿cuándo aprenderemos de una vez la diferencia entre oír y escuchar? Seguramente necesitemos de algún improperio que nos ayude, pero mientras llega el genio que lo divulgue, aquí va una explicación. Oír es solo una percepción sensorial. Sin embargo, escuchar implica prestar atención a aquello que oímos, es decir, tiene una intencionalidad. Por tanto, los truenos se oyen al igual que los gritos. Pero no los escuchamos. A no ser que tengamos la manía de intentar descifrar mensajes ocultos por todos lados, que, oye, de todo hay en la viña del Señor.

Mascar y masticar

Las madres solían decía que mascar, mascan los burros. Las personas masticamos. Bueno, razón tenían, pero conviene aclarar algo más. Mascar es «partir y triturar algo con la dentadura» o «triturar la comida torpemente con la dentadura». Sin embargo, masticar es «triturar la comida con los dientes y otros órganos bucales análogos». Es decir, mascamos chicle pero masticamos la carne. ¿Más claro así?

Nimio y exiguo

Algo exiguo es «insuficiente y escaso». Pero algo nimio es algo «insignificante o sin importancia». Así que por mucho que leamos por ahí que la victoria de Artur Mas ha sido *nimia y no le basta para formar gobierno, lo que en realidad tendría que decirse es que ha sido una victoria exigua.  Si es poco importante o no, la Historia lo dirá.

Recabar y recoger

No te empeñes. Recoger y recabar no significan lo mismo. Recoger es «juntar o congregar personas o cosas separadas o dispersas». Y recabar es «alcanzar, conseguir con instancias o súplicas lo que se desea». Por tanto, recogemos las informaciones que se han publicado en distintos medios sobre nuestra empresa para hacer un dossier. Mientras que las firmas para apoyar tal o cual causa, se recaban. Al igual que recabamos información sobre el estado de salud de alguien porque se lo pedimos a un médico u organismo competente.

Hispanoamérica, Latinoamérica, Iberoamérica y Sudamérica

Pero ¿no usamos todas ellas para referirnos a esa América situada al sur de Norteamérica? Sí, pero no significa que tengan exactamente el mismo significado y que, por tanto, lo estemos haciendo bien. «Hispanoamérica» engloba a países que hablan español. «Iberoamérica», a países que hablan español y portugués. «Latinoamericanos», son los países americanos que hablan lenguas derivadas del latín (español, portugués y francés). Y «Sudamérica» (o América del Sur) tiene un sentido más geográfico que lingüístico y se refiere a todos los países situados al sur del istmo de Panamá. Deberes para hoy: reflexiona un par de veces antes de usar unos u otros términos.

Bola extra:  Hispano y latino en los USA (léase ‘yu-es-ei’)

Aquí vamos a poner una nota internacional. En el español de España, hispano  y latino son sinónimos. Pero si viajas a Estados Unidos, allí no son equivalentes. «Hispanic» (hispano) sería alguien que habla español o que procede él o su familia de un país de habla hispana. Mientras que un «latino» es aquel que haya nacido en Latinoamérica, hable o no español. Por tanto, en USA un brasileño será latino, pero no hispano. Y como con imágenes todo se entiende mejor, echad un ojo a esta viñeta de Terry Blas que lo explica con mucho arte.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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