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El fenómeno fanfiction: Las escenas de sexo perdidas de Harry Potter y otras historias que tenían que existir

(Artículo de Eleazar Herrera y Víctor Navarro)

¿Y si Hermione Granger y Draco Malfoy tuvieran un affaire? ¿Y si los personajes de Juego de tronos protagonizaran una edición de Gran Hermano VIP? ¿Y si Katniss Everdeen reflexionara sobre la pérdida de la virginidad justo antes de los próximos Juegos del hambre?

El fanfiction es literatura de fans y para fans. Una herramienta para explorar los temas que algunas sagas de éxito no se atreven a tocar. Son un fenómeno desconocido por el gran público, pero anima a millones de personas a leer y a escribir, afecta a los guiones de las series de televisión, tiene su propia jerga y es el origen de best sellers como Cincuenta sombras de Grey. Las comunidades son inmensas y su impacto en la cultura popular es enorme.

Un fanfiction es un relato escrito por fans y para fans que se basa en universos de ficción de otros autores para explorar los espacios vacíos de la historia, reinterpretar hechos y personajes o crear una trama completamente nueva. «Es un texto creado a partir de las necesidades de un lector que quiere aclarar puntos de una historia, profundizar en las relaciones entre personajes, trasladarlos a otra realidad…», define Claudia ‘Misvan’, filóloga y lectora de fanfics.

Viko, de 24 años, lee y escribe sobre series como Naruto o Inazuma Eleven y lo explica así: «Me gusta leer y me gusta imaginarme historias más allá de lo que los autores cuentan». Añade que «hay personajes estupendos que se quedan sin historia porque son secundarios» y que «es entretenido buscar detalles en el canon», la historia original, «para formar otras ideas».

En su historia Dormiens, la autora Dryadeh narraba cómo Draco Malfoy se ha convertido en un prófugo y tendrá que aceptar la ayuda de Hermione Granger para sobrevivir: «Hermione se tapó la boca con una mano tratando de ocultar una risita al ver la cara de estupefacción de Malfoy. Estaba claro que la señora Weasley había decidido adoptarlo y duda que a él le gustara que esa prácticamente desconocida le diera órdenes como si fuera su madre».

En otro fanfiction, Kirschtein Dawk colocó a los personajes de Juego de tronos en los confesionarios de Gran Hermano: «Dieciséis desconocidos tendrán que convivir en una misma isla apartada de todo tipo de civilización. Este año hemos escogido Rocadragón como el lugar preferido. Ciento cincuenta y cuatro cámaras de vídeo estarán ocultas por toda la casa. No dejaremos nada a la imaginación».

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Hay ideas brillantes, pero también hay relatos que te pueden mandar al hospital. Perla Shumajer se hizo famosa en los foros de Harry Potter por su prosa imprevisible y desmadrada. Esta fan firmaba cosas así: «Harry Potter le espera un castigo, y es ir al despacho de Snape, y esperar a Snape, Snape llegar y ambos declararse su amor, ser novios y hacer sexo, porque así es la vida». Perla también era capaz de imaginar escenas de sexo con giros de guion imposibles como esta: «Potter le metió la mano a Snape por los pantalones y le buscó el pene a Potter».

Las comunidades de fans se reúnen en portales como Tumblr, Wattpad o Fanfiction.net. Producen cientos de historias a diario. Los 40 millones de usuarios de Wattpad han publicado 100 millones de textos desde 2006 y leen durante 13.000 millones de minutos al mes. El foro Fanfiction.net lleva funcionando desde 1998 y tiene más de dos millones de usuarios registrados que producen historias en 30 idiomas distintos.

Es habitual dar algunos pasos en el fanfiction antes de lanzarse a la literatura profesional. Para Viko es «un paso intermedio natural entre el lector y el escritor», dado que el autor «no tiene que enfrentarse a la complicada tarea de diseñar todo un mundo y unos personajes para comenzar a producir por sí mismo».

Además, el escritor de fanfiction cuenta con otra ventaja: el público va a leer sobre una ficción que le agradaba previamente. Es una forma cómoda de empezar a escribir y perder el miedo a publicar. La calidad literaria no es un problema. La mayoría de los autores no son profesionales y la comunidad solo quiere divertirse. El ensayo y el error son necesarios para mantener viva la conversación y que la máquina nunca se detenga. Sucede al contrario en el sector editorial, donde un mal libro puede etiquetarte como un escritor mediocre durante años.

Harry Potter, Crepúsculo, Glee, Doctor Who, Los Juegos del hambre, Dragon Ball o Buffy Cazavampiros son algunas de las franquicias más populares, pero hay fanfiction sobre cualquier cosa: desde la NBA hasta los One Direction. Las comunidades de fans o ‘fandoms’ amplían y reescriben estos universos de forma colectiva por amor al arte. Funcionan como una mente colmena que produce nuevo material, lo filtra y lo mejora de forma orgánica.

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Un fanfiction de Doctor Who, por Annychen

Muchos escritores y escritoras de fanfics trabajan por encargo. Papaveri (22), lee y escribe historias sobre videojuegos como Fire Emblem o Bravely Default. Sus seguidores le envían ideas que quieren leer: situaciones, tramas, parejas de personajes. Normalmente las peticiones proceden de gente que conoce a través de Twitter o Tumblr.

Muchos escritores se sienten más cómodos escribiendo para un pequeño círculo de conocidos afines a sus gustos, aunque los más famosos suelen recibir muchas peticiones anónimas. «Lo publico, lo leen, lo comentan y comparten lo que creen conveniente, pero no suelo recibir nada más a cambio».

Después, la comunidad recoge el trabajo del escritor, lo amplía y lo modifica. Es la simbiosis perfecta: los lectores saben a quién pedir las escenas que siempre han querido leer y los escritores trabajan para agradar al resto.

Es una contradicción curiosa: el fanfiction es un fenómeno casi desconocido, pero está preparado para gustar y tiene potencial para llegar a las masas. Papaveri dice que tiene en cuenta los gustos de sus lectores: «Mis ‘fics’ son para otras personas, mientras que mis relatos originales son para mí».

Zelsh, de 25 años, escribe sobre sagas como Harry Potter o Canción de Hielo y Fuego: «Escribo en reacción a otras creaciones y las preferencias de la comunidad también afectan a mis ideas». Zelsh toma notas, se documenta y trabaja mucho en sus textos, pero admite que una historia romántica siempre funciona mejor que un texto sobre la política de un universo de ficción.

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Un fanfiction de Harry Potter, de Theinfamousclam

«No solo están hechos para agradar», apunta Elisa McCausland, periodista y crítica cultural, «también puedes ir cambiándolos y testeando». El consumidor detecta una necesidad, la cubre y perfecciona el producto. «Es normal que el capitalismo esté contento con esta herramienta», añade McCausland, «es un mecanismo interesante para saber si algo va a ser exitoso, esa es la perversión».

Uno de los bombazos editoriales más lucrativos de los últimos años, Cincuenta sombras de Grey, nació como un encuentro tórrido entre los vampiros mojigatos de la saga Crepúsculo. La historia ya había triunfado con Bella y Edward como protagonistas, así que solo necesitaba unos retoques y publicidad para vender ejemplares como churros.

A veces, este testeo perverso sirve para que las tramas que triunfan en los fandoms acaben reflejadas en el canon. Princesa Chicle y Marceline, de Hora de Aventuras, son una pareja habitual en entornos de fanfiction. Los guionistas han apoyado la idea en varias ocasiones, pero nunca la han hecho explícita en la serie. «El fandom legitima que en la serie y en los cómics los guiños pueden pasar a algo más», dice McCausland.

Ese «algo más» ocurrió en la serie de Nickelodeon Legend of Korra. Los fans se volvían locos con un romance extraoficial entre los personajes Korra y Asami. En la jerga del fanfiction, estas historias de amor se conocen como ‘shippeos’. Los ‘shippeos’ son el alma del fanfiction. A todo el mundo le gusta un buen ‘ship’. Los guionistas escucharon a los fans y terminaron introduciendo el romance en la serie. El tándem ‘Korrasami’ nació en internet y acabó en el canon.

Literatura rebelde

En una de las primeras definiciones académicas del fanfiction, el catedrático del MIT Henry Jenkins decía que «es una forma en que la cultura repara el daño causado en un sistema donde los mitos contemporáneos son propiedad de corporaciones en lugar de pertenecer al pueblo».

Reinterpretar personajes y modificar las narraciones populares no es nada nuevo: los relatos de tradición oral, desde la Ilíada hasta los cantares de gesta, tenían tantas versiones como intérpretes. Esos iconos y esas historias eran de la gente, pero en la actualidad son propiedad de grandes grupos mediáticos. El fanfiction, en cierto modo, recupera esas figuras y se las devuelve a la gente.

Escribir y leer fanfiction es un gesto de rebeldía, pero con matices. Al fin y al cabo, los fandoms nacen del culto a un producto creado por el capitalismo. «La oportunidad de hackeo, la posibilidad del meme, el troleo… es resistencia, pero también es consumo», subraya Elisa McCausland, «aunque es otro tipo de consumo, intervenido y resignificado».

La propia comunidad ya supone algo rompedor. Los fandoms suelen estar formados mayoritariamente por mujeres. Esto se nota en los enfoques, los temas, los protagonistas y el tono de los textos. «La cultura mainstream tiene una mirada masculina, blanca, cisgénero y heterosexista, y el fanfic supone una reacción a esa mirada, ofrece una alternativa», apunta Zelsh. «Las mujeres hemos tenido muy poca voz en la literatura», dice Papaveri, «es una forma de decir que estamos aquí, de demostrar tu presencia en un ambiente que te ningunea».

La sociedad tiene asimilado el arquetipo del escritor en masculino y el de la lectora en femenino, explica Elisa McCausland. El hecho de que el consumo esté asignado al género femenino tiene un objetivo: «Restarle valor».

Internet le da la vuelta a esta situación. Vivimos una época de ‘prosumo’. Las fronteras entre producir y consumir se diluyen. McCausland explica que el sujeto «ya no lee, escucha y asimila información, sino que la construye, la manipula, se la apropia y la resignifica». Añade que «muchos, y especialmente muchas, han utilizado ese potencial para construirse y proyectarse a través de la ficción».

«Cuando uno escribe o lee fanfiction, busca algo que no se haya visto en el canon», dice Viko. ¿Es esa la razón por la que abundan los relatos eróticos y la temática homosexual? No es el único motivo, pero probablemente es uno de ellos: «Se escribe mucho sobre novelas y series en las que el romance está muy en segundo plano o directamente no existe», continúa Viko, «y abunda la temática homosexual porque la mayoría de los personajes y los que están mejor escritos son los hombres». Cuando alguien escribe, quiere buenos personajes. Los personajes femeninos, por desgracia, suelen estar plagados de clichés.

Este espíritu transgresor del fanfiction llevó a algunos fans a meterse en política durante la campaña del 20-D. Después del debate a cuatro, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez protagonizaron numerosas historias románticas recogidas en hashtags como #Peblo o #Pablert.

En La Gran Historia, escrita por PebloLove, los tres políticos comparten un triángulo amoroso. «La coleta de Pablo se balanceaba de un lado a otro mientras buscaba su camerino y Pedro no pudo evitar fijarse en lo brillante y sedoso que parecía su pelo. […] En cuanto entró se dio cuenta de que no estaba solo; alguien le esperaba ahí, sentado en un sillón con un gato en el regazo. […] Albert le saludó: ‘Nos volvemos a encontrar, Pedro Sánchez’, dijo mientras acariciaba al minino naranja. Ante el estupor de Pedro, Albert se levantó y le puso un dedo en los labios».

Estos textos fueron el salto del fanfiction al gran público en 2015. Ahora ni la política española se libra del ‘shippeo’. Ya estamos deseando ver qué compañeros de cama nos regala la nueva legislatura.

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Otros fragmentos de fanfics:

Sirius atraviesa el salón con más fuerza de la necesaria, sus pies dejando huellas mojadas e inestables en el suelo, hasta que llega a la puerta de su habitación, la que solo es su habitación cuando necesita ropa o espacio, o guardar las apariencias, cambiándose la camisa a toda prisa y cogiendo la primera toalla que encuentra en su armario, el algodón suave bajo sus yemas.

En la cocina, Remus está apoyado contra la mesa, los ojos cerrados, los mechones pegándose a ambos lados de la cara mientras deja el agua hervir en el fuego, lentamente. La luz de neón sobre sus cabezas le dibuja sombras profundas bajo los ojos y en la comisura de la boca, valles oscuros en el cuello y en las mejillas, y a Sirius le tiembla algo dentro del pecho. Aprieta los dientes y carraspea antes de hablar, su voz algo extraña en las esquinas.

—Tú siempre tan convencional, Lupin. Mira que es fácil hacer té con magia y tú me tienes aquí esperando como un gilipollas.
Remus sonríe un poco, lento y cansado y perfecto, y se encoge de hombros.

Todos los caminos, de Zelsh

Soy Katniss Everdeen, tengo 16 años y me llaman «la chica en llamas». El sobrenombre me ha sido dado porque el estilista en los juegos me vistió con un espectacular vestido que me envolvía en fuego. Sé que el apodo, en realidad, va más allá. Soy la chica en llamas porque mi cuerpo arde, necesito follar o acabaré utilizando una baya como consolador. Lo peor de todo es que no sé quién de los dos merece rasgar mi inocencia. Me está siendo más fácil insertar una flecha en la cabeza de cualquiera de los participantes de los juegos que escoger a Peeta y desestimar a Gale o al revés. Me desaparecerá el acné o acabaré muerta sin haber experimentado lo que es tener sexo con alguien.

La escena censurada del Capitolio, 4colors

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