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La vida artística de un brócoli

No siempre la olla es el fin del brócoli. Puede ocurrir que un día Carl Warner deambule por Borough Market o por los mercados asiáticos de Brick Lane, en Londres, y su mirada se detenga en una de estas coles. Puede cogerla, mirarla y ver que, en realidad, su tronco es el de un árbol milenario en un bosque hechizado.

El fotógrafo lleva más de 10 años buscando en los mercados locales las piezas con las que compone sus mundos. Los paisajes están construidos de comida que pierde su función alimenticia. Las patatas, zanahorias, almejas, coles, caramelos o el pan son siempre un árbol, una pared, una piedra, un sol.

La primera escena apareció en la imaginación del fotógrafo publicitario hace más de una década. Warner paseaba por un mercado y vio un champiñón con aspecto de árbol alienígena. El británico compró suficientes para llenar un bosque y liberó la mesa triangular de su estudio. En ella roció arroz y judías. Eran el suelo árido de un mundo desconocido. Después colocó los troncos de identidad desconocida y armó la foto.

La sabana de champiñones cautivó a varios anunciantes y el fotógrafo empezó así una segunda carrera profesional. Desde entonces ha hecho decenas de anuncios en prensa y TV para marcas de comida, y ha publicado dos libros, Carl Warner’s Food Landscapes y A World of Food. Dice que con esta serie, llamada Foodscapes, intenta “hacer sonreír” y “promover una dieta saludable y buenos hábitos alimenticios”.

Los paisajes suelen aparecer en su sofá. Allí se tumba, con una copa de vino y música de fondo, y empieza a imaginar. “Todo surge de alguna idea. Mía, por algo que he visto, o de un cliente”, explica. “Pienso la escena y hago un boceto. Entonces decido qué ingredientes debería utilizar. Lo comento con mi estilista alimentario y mi maquetador, y construimos la escena en la mesa de mi estudio”.

El proceso puede extenderse durante varios días. Aunque nunca tantos para que aparezcan los soldados de la putrefacción. El precio también varía entre apenas unas 100 libras esterlinas o cientos de ellas. “Depende de si uso langostas o coles”, matiza el británico.

Puede que el surrealismo librara al brócoli de la olla. Warner hinca ahí su inspiración más remota. Incluso en el mismo Dalí y en Patrick Woodroffe. El resto lo aporta la naturaleza. “La ventaja de trabajar con alimentos es que hay una increíble variedad de formas, texturas y colores”, comenta. “Trabajo con una paleta tridimensional que se nutre de cualquier lugar del mundo”.

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

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