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Geek sí, friki no

Geek, esa palabra. Una de tantas que el español toma de otros idiomas, fundamentalmente del inglés, que para algo es la lengua del imperio. Se usa para hablar del friki -otra palabra- tecnológica. Sin embargo, hay una gran diferencia entre una palabra y otra: el friki es un bicho raro, una especie de incomprendido social asociado a ciertas imágenes mentales nada favorecedoras. El geek, en cambio, no tiene forma… porque todos somos geeks hoy en día. 

En inglés ‘freak’ se usa para hablar de gente extraña (o situaciones extrañas) en toda la extensión de la palabra. Pero con el tiempo, el ‘freaky’ se ha convertido en alguien más bien rarito. Normalmente la ficción (cómics, series y demás, también la ficción de los informativos televisivos) los representa como esos adolescentes gorditos, vestidos totalmente desconjuntados, con camisetas de Marvel o videojuegos, acné, jugador de rol y todas esas cosas. Alguien que en la intimidad habla Quenya. Si sabes qué es el Quenya es que eres un friki, no hay duda.

El friki es un perdedor. Aficionado a la ciencia ficción, pero a esa ciencia ficción que es de frikis. Juego de tronos es mainstream y mola, pero Star trek no. La guerra de las galaxias es de frikis. El señor de los anillos no es de frikis si has visto la película una vez y no has leído libros, pero si chapurreas Sindarin, conoces al dedillo el Silmarillion y tu perro se llama ‘Mellon’, entonces eres un friki. Si tienes un tatuaje en élfico puede que no, que eso hace moderno.

Complicado esto, ¿eh? La frontera entre ser un repudiado social y alguien con un puntito exótico es muy difusa, ya ves.

Pero, ¿cómo es un geek? Vale, hay geeks y geeks. Están los hikikomoris (si sabes qué es esa palabra es que eres un geek de los de manual) más o menos exagerados. Gente que pasa horas y horas delante del ordenador, ya sea programando o jugando. Están esos que saben hacer cosas con el ordenador que el común de los mortales no entiende (partición Linux, ¿dices?). Sí, esos que también visten un poco como los frikis… incluso que a veces son frikis.

Pero los geeks son respetables para el común de la sociedad. Primero porque les necesitan: quién, si no, te iba a ayudar cuando descubres que sus conocimientos son básicos para hacerte una web o para arreglar algo que has roto. Quién, si no, te iba a recomendar esa página desde la que bajas esas cosas que te son tan útiles (y no, no estoy pensando en pornografía, sino en libros, películas y demás cosas que hay gente que baja supongo-que-pagando-convenientemente).

¿Respetamos a los geeks pero no a los frikis porque nos son útiles? Bueno, en parte sí. Pero también en parte porque todos somos un poco geeks.

Si te hubieran dicho hace años que ibas a saber de sistemas operativos en smartphones hubieras puesto cara rara. Si te hubieran dicho que si le das una tablet a un niño o un abuelo sabría manejarla sin problemas, no te lo hubieras creído. Si te hubieran jurado que tu madre iba a saber enviar WhatsApps, te hubieras reído sin parar. Pero la verdad es que todo eso, y más, ha pasado.

De hecho, podemos hacer la prueba. Los iconos de los servicios online y programas informáticos dan para hacer más de un abecedario usando sus tipografías… Y lo peor es que seguro que serías capaz de reconocer todas y cada una de las empresas (o al menos la mayoría). Y eso sin contar que no solo conoces, sino que seguramente has usado aunque sea una vez muchos de estos servicios (y mira que faltan un montón).

Lo dicho, eres un geek. Así que un respeto a los frikis.

Por Borja Ventura

Periodista de política y cosas digitales. Profesor universitario. He pasado por mil redacciones, alguna institución y unas cuantas universidades. Tengo un doctorado y un libro titulado 'Guztiak'. Después ya veremos.

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