Categorías
Entretenimiento Ideas

Georgia: la seducción de la arquitectura soviética en descomposición

Georgia es uno de esos lugares del mundo que apenas ocupa un espacio en nuestra mente, del que apenas somos capaces de señalar un par de datos correctos, a no ser que nos haya dado por leer El Imperio, del periodista Ryszard Kapuscinski. El hecho de que allí naciera Iósif Stalin, en la ciudad de Gori, y el pasado soviético del lugar levanta recelos en algunos observadores, sin embargo, en cuanto investigamos sobre aquella tierra, algo comienza a tirar de nosotros.

Así le ocurrió al fotógrafo italiano Stefano Perego. Su curiosidad se agrandó desde que se fijó en aquel punto del mapa. «Hice una investigación intensa y profunda sobre arquitecturas y escenas interesantes para capturar con la cámara; busqué información, fotos antiguas, escaneos de grandes áreas con imágenes de satélite», cuenta a Yorokobu.

Archaeological Museum, built in 1988. Tbilisi. © Stefano Perego.
Residential building, by architects O. Kalandarishvili and G. Potskhishvili, 1974-1976. Tbilisi. © Stefano Perego.

El resultado es una serie de imágenes que podrían definirse como majestuosidad desolada. Imaginemos un mundo de gigantes que cuando mueren no desaparecen, simplemente se detienen, se petrifican, y todo comienza a brotar a su alrededor. En las imágenes de Perego, parece que las grandes construcciones de Georgia se han quedado a mitad de un camino hacia alguna parte. Al verlas, uno quiere saber más y busca el resto del paisaje que no aparece en ellas.

Este trabajo lo comparte Perego con su compañero Roberto Conte, que viajó con él por el país caucásico. El ingrediente soviético de la historia añade un punto controvertido al modo en que se juzga la calidad arquitectónica del lugar. El proyecto se enfoca en los edificios y monumentos de corte bélico diseñados y construidos entre los años 60 y 80, además de en ruinas dispersas por todo el país y grandes colmenas residenciales.

«And They Shall Grow», a sculpture by Merab Berdzenishvili, 1975. Marneuli. © Stefano Perego.
Cable car station. Chiatura. © Stefano Perego.

La revista de arquitectura Sección describe el estilo estético del último periodo del reinado comunista: «pretencioso, pasado de moda, una mezcla modernizada de la arquitectura realizada durante los años de Stalin y del modelo revolucionario de los primeros años». Representa el caos de un sistema desorientado, en decadencia. «Testimonian desde sueños ideológicos del pasado hasta las aspiraciones más exóticas de la sociedad», explican. El Banco de Georgia o el Palacio de Ceremonias de Tbilisi, recogidos en el proyecto de Perego y Conte, serían ejemplos de este desvarío.

«Algunas personas piensan que este tipo de arquitectura es interesante y otros que es feo. Durante los últimos años se han renovado muchos edificios, borrado parcialmente el encanto original y algunos han sido totalmente demolidos», explica Perego. Esta serie pretende documentar una época histórica antes de que se evaporen todos sus restos.

Arashenda residential building. Originally an unfinished hotel where refugees from Abkhazia settled in during the 1990s. Tbilisi. © Stefano Perego.

También buscaban resaltar el matiz, negar esa uniformidad monolítica que se atribuye al viejo imperio soviético. «Los edificios modernos en la antigua URSS son similares en cierta forma, pero cada país mantuvo su patrimonio y sus tradiciones y se distingue con detalles, formas, materiales utilizados, decoración tradicional».

El tiempo está engullendo muchos de los edificios retratados. «La lluvia, el viento, el frío, la humedad, crean una especie de mundo surrealista hecho de paredes resquebrajadas, naturaleza abrumadora, moho colorido, rayos mágicos que caen de los techos rotos: en la foto sale una pintura romántica, triste y poderosa», describe el fotógrafo.

Russian Georgian Friendship Monument, built in 1983. Gudauri. © Stefano Perego.
The former Ministry of Highway Construction of the Georgian SSR (Soviet Socialist Republic), now Bank of Georgia headquarters. By architects George Chakhava and Zurab Jalaghania, 1975. Tbilisi. © Stefano Perego.

La fascinación de Perego por los edificios en proceso de descomposición se desató en Milán, en 2006. Entró en una fábrica abandonada, sustentada por enormes columnas de acero. Había llovido poco tiempo antes. «El suelo estaba cubierto de agua, se creó un reflejo impresionante». Ahora ha fotografiado ya cientos de lugares olvidados.

Visitar estos espacios desangelados nos aporta una imagen de pasado. Perego sueña despierto en ellos: «Todas las huellas, las pequeñas cosas, los documentos, las viejas fotos cuentan una historia desaparecida». También esbozan una imagen futura: la restauración implacable de la naturaleza, el borrado de la huella humana. Lo único que no encontramos en estos emplazamientos es presente: los observamos como si no compartiéramos un mismo plano de existencia. La sensación de trascendencia, como sucede en algunas de estas fotos, es inevitable.

Por Esteban Ordóñez Chillarón

Periodista en 'Yorokobu', 'CTXT', 'Ling' y 'Altaïr', entre otros. Caricaturista literario, cronista judicial. Le gustaría escribir como la sien derecha de Ignacio Aldecoa.

2 respuestas a «Georgia: la seducción de la arquitectura soviética en descomposición»

Entre los aficionados a las lenguas, Georgia tiene un lugar especial, por su bella escritura, su idioma complicado y las teorías (no demostradas) de parentesco con el vasco.

Además, para mí Georgia es muy especial por su música folklórica. Así como en otros países desarrollan ricas tradiciones gastronómicas, de artes marciales o de tradición oral, en Georgia cantan. El canto polifónico georgiano es patrimonio cultural de la humanidad y hay grupos de folk interesantísimos, incluso sin entender georgiano. Recomiendo la música de la región de Khevsureti, en las montañas del Cáucaso. Saludos.

Como casi cualquiera en el mundo civilizado, yo no sabía apenas de la existencia de éste olvidado país. Hasta que compartí piso con una pareja Georgiana en el pujante barrio de Clapton, East London. Tras diez años de exilio sin paréntesis alguno de breve retorno, no había día que no siguieran, vía interwebs, el sesgado día a día de una realidad olvidada por sus vecinos del primer mundo. Si nos parece flipante el caciquismo de sitios como Syria, o incluso, para quienes no lo catamos, nuestro propio pasado español, les ruego echen un vistazo a lo que se cuece… o cocía, pues de esto hace como cinco años, al presente georgiano, canto y oda a la libertad del pueblo soberano. Se iban a hacer caquita encima, claro, si obtuviesen de primera mano un fiel reflejo de lo que allí, democráticamente, se da lugar en el presente.
Aún así he de decir, mención aparte de lo comentado por Roberto, acerca del Euskera, que lo que más me sorprendió de los Georgianos, fue su escandaloso parecido genético con los españoles, seres, que con poca práctica, uno es capaz de reconocer entre un millón, en la hiper poblaba Londres, para mi era un pasatiempo diario. Nuestro pasado árabe y el megamix judío, nórdico y demás, visto desde la distancia, ha dejado marca inconfundible, que solo se aprecia, en un contexto alejado.
Aparte de convivir con dos de ellos, trabajé codo con codo con varios ex-habitantes del antiguo país del régimen soviético y puedo decir que, eran los únicos que hacían de mi extraño pasatiempo un colador de fallos.
Todo esto para decir que, sí, que los Georgianos son clavados a los españoles… Flipante pero cierto, sobre todo por las razas que habitan los países circundantes… Todo lo opuesto.
Fijo que hay explicación antropológica, no la he consultado, pero cómo curiosidad es tronchante.
Españoles y Georgianos, primos hermanos.

Los comentarios están cerrados.

Salir de la versión móvil