Subvertir las reglas, cuestionar los valores contemporáneos y el concepto de normalidad es la misión del fotógrafo franco-húngaro Paul Kurucz, que el año pasado lanzó en Río de Janeiro un proyecto llamado Zone. El artista centra su obra en varios ejes temáticos: desde la estética drag hasta los temas de género y de igualdad, las luchas feministas e incluso el calentamiento global. El denominador común de su obra es el glamtrash.
«Ese concepto aúna dos ideas teóricamente contradictorias: divismo y alta moda versus basura, caos, suciedad y anarquismo. Intento crear un choque entre estos dos universos», señala Kurucz. «El glamtrash es un vehículo de comunicación muy impactante que permite emparejar cosas que a veces, aunque estén aparentemente contrapuestas, poseen muchos aspectos en común, en el sentido de que huyen de la normalidad», añade.
Este director de teatro, licenciado en Economía Aplicada, se inspira en David LaChapelle para crear climas teatrales y dramáticos, que capta con una cámara digital de gran formato. Su proyecto está dividido en series de fotos que forman zonas diferenciadas por estilo, textura, temática y atmósfera.
El negro predomina junto a los colores hipersaturados. Los escenarios que elige son apocalípticos, como el desguace que el artista brasileño Vik Muniz usó para algunas de sus creaciones. «En mi trabajo critico la lógica del lujo absurdo de nuestra sociedad. Como dicen en Brasil, luxo e lixo, lujo y basura: son dos conceptos contrapuestos que me atraen», afirma el fotógrafo.
Sus fotos rebosan sensualidad, sexualidad y erotismo, a veces al límite de lo pornográfico, pero subvirtiendo la lógica del porno, como hace con Orgasmic Assault. «Todo mi trabajo tiene que ver con el alma humana y la sociedad. Es muy antropocéntrico. Una mitad, diría yo, está ligado a la psicología, la otra con arte, diseño y cultura. En todo caso, es una propuesta apolítica», aclara.
El fotógrafo, que habla cinco idiomas y ha vivido en seis países, llegó en 2015 a Río con la idea de implantar Casa Kolor, un colectivo artístico que ya había fundado en Budapest en 2010. «Río es un cóctel de efervescencia, inestabilidad y locura que me estimula para desarrollar mis ideas», señala. Aplica la experiencia adquirida entre bastidores para desarrollar su propia narrativa fotográfica.
Desde una casona de estilo colonial que está restaurando junto a su equipo, Kurucz organiza todo tipo de eventos: además de los proyectos fotográficos, hace festivales de cine alternativo, conferencias multimedia, fiestas temáticas de música experimental, desfiles de moda inusuales y exposiciones en colaboración con la escena alternativa y underground de la cultura carioca.
En Río de Janeiro, Kurucz trabaja con un equipo de colaboradores para plasmar en imágenes las historias que se le ocurren. Sus dos figurinistas son clave para que su fértil imaginación pueda concretizarse en fotografías icónicas, habitadas por criaturas insólitas. Sus modelos son, en mayoría, amigos y conocidos que gravitan en torno al universo de la Casa Kolor. Su especialidad es invertir los roles, como hace con el trabajo Descarga de géneros, en el que una mujer orina de pie, como si fuese un hombre, mientras que el hombre hace lo mismo, pero sentado.
En la Casa Kolor, convertida en un enorme estudio fotográfico, Kurucz guarda con esmero los atrezos que usa en sus producciones. «Las figurinistas Paloma Borges y Natalia Silvestre son esenciales para crear cosas que solo existen en mi cabeza», asegura el artista, que también vivió en Salvador de Bahía.
«En definitiva, se trata de explorar», dice el este creador de estos universos paralelos. «Seguir patrones es aburrido. La vida es muy corta para eso», concluye este artista no convencional, que ha escogido la subversión como estilo de vida.
Una respuesta a «Glamtrash contra la normalidad»
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