Los hipsters no caminan. O igual sí lo hacen, pero no los hemos visto. El hecho de transportarse en una bicicleta fixie es quizá una de sus rasgos más característicos. Pero, ¿hace la fixie al hipster? ¿Qué es, al fin y al cabo, un hipster?
La definición de las tribus urbanas siempre viene cargada de controversia. Antes del nacimiento de ese término, otros grupos sociales fueron igualmente difíciles de acotar. La cantidad de veces que escuchas eso de «yo no soy hipster» solo es comparable a la de veces que escuchaste hace años «yo no soy pija». La primera muestra de pertenencia al grupo es, pues, negarlo. Si un hipster admite serlo, sospecha.
Otro elemento diferenciador es la barba en el caso de los varones. Pero no todos los que llevan barba son hipsters. No vale una barba cualquiera, sino solo una descuidada, random, de bordes difusos. Un vello facial de estas características es una pista contundente, pero no la única.
Toda la ropa que vista el hipster, hombre o mujer, podría haber sido comprada en un mercadillo de segunda mano o en una tienda hace cincuenta años. Todo lo que huela a contemporaneidad rebotará del armario de un hipster.
A los dispositivos electrónicos, sin embargo, los hipsters les dan un salvoconducto. Es ver una manzanita y se les olvida su espíritu vintage. Los dispositivos de Apple se han ganado un hueco en su corazón justo al lado de las cámaras Polaroid, las máquinas de escribir Olivetti y los tocadiscos.
Abrazarse a un libro (nunca de un escritor vivo) que quizá no se termine es también muy propio de un hipster. A la hora de escribir, solo le funciona el boli si la libreta es Moleskine.
Quizá sea vegetariano o tal vez no, pero seguramente valorará el origen orgánico y justo de los alimentos. Pero extiende un segundo salvoconducto a las cupcakes, claro. Su dieta se completa con el alimento cultural de las exposiciones o eventos a los que asiste. Cuanto más desconocido sea el artista o más rara la disciplina, mejor.
Todo esto son solo un puñado de pistas. Habrá hipsters que encajen en con algunos de los puntos y no en otros. Que se sepa, solo hay uno en el que coinciden todos: en la bicicleta fixie. Una fixie aplaca su conciencia medioambiental y le da la dosis de ejercicio físico que contrarresta su intelectualidad. No hay nada más bello que el espíritu libre de un hipster deslizándose sobre los adoquines de cualquier callejón en su fixie de colores imposibles. La ausencia de frenos o la velocidad única no son problemas en el ciclismo urbano, máxime cuando está en juego el estilo y la transmisión de una filosofía de vida. Por eso los hipsters no andan, porque se mueven en bici al trabajo, al mercado de antigüedades o a tomar el aperitivo. Encaramados a su bici Fixie están por fin completos.
—
Ahora, en Carrefour, puedes hacerte con una bicicleta fixie por 290€.
Si eres un imperio, la única verdad de la que puedes estar seguro es que…
Les gustaba leer, pero nunca encontraban tiempo. También les gustaba quedar y divertirse juntos, pero…
La tecnología (pero no cualquiera, esa que se nos muestra en las pelis de ciencia…
La ciudad nos habla. Lo hace a través de las paredes, los cuadros eléctricos ubicados…
Cultivar aguacates en zonas secas es forzar la naturaleza: alto impacto ambiental y un futuro…
¿Qué tienen los chismes, los cotilleos, que nos gustan tanto? Para el ser humano, son…