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¿Quieres hacerte rico? Hay un sistema infalible

Alfonso Cobo tiene 26 años. Cuando apenas tenía nueve cruzaba todas las tardes los pocos metros que separaban la puerta de su casa de Madrid de la de su vecino, cinco años mayor que él, para jugar juntos. Se dedicaban a hacer construcciones de K’nex (los Lego de entonces) y con ellas ambos aprendieron a juntar un sinnúmero de piezas aparentemente inconexas. No es de extrañar que Alfonso terminara haciéndose arquitecto y su amigo, compositor.

Cuando Alfonso llegó a Nueva York en busca de trabajo comenzó a preparar un currículum intentando, lógicamente, que resultara lo más atractivo posible. Enseguida se percató de que en internet no existían las herramientas que él necesitaba para conseguirlo, así que decidió construirlo por su cuenta. A partir de ahí dio su siguiente paso, crear una aplicación para las stories de Instagram con un amplio surtido de plantillas para hacerlas, al igual que su currículum, lo más atractivas posibles.

Hoy esa idea es una app llamada Unfold con más de 11 millones de usuarios en apenas 12 meses, lo que le ha llevado a la revista Forbes a nombrarle unos de los 600 jóvenes menores de 30 años más influyentes del mundo tecnológico.

La historia de Alfonso es impresionante, en especial teniendo en cuenta la edad de sus protagonistas (su socio tiene 23 años). Pero lo que nos interesa ahora es analizar una cuestión en particular: ¿cómo es posible crear un negocio que ya se mide en millones en tan poco tiempo? Y, además, ¿qué lecciones se pueden sacar de esta historia que le resulten útiles a otros jóvenes de su generación?

Lo primero que tenemos que comprender es que el recorrido de este joven arquitecto está siendo muy similar al que con anterioridad realizaron otros emprendedores de éxito. Todos ellos siguieron el mismo proceso mental:

  1. Tuvieron un problema.
  2. Descubrieron que no había una solución.
  3. Crearon la solución.
  4. Pensaron que ese problema podría ser también el de muchas otras personas.
  5. Comercializaron la solución.

Esa es la esencia de los negocios más lucrativos: resolver necesidades no satisfechas. Y donde muchos intentos fallan es porque los emprendedores buscan dichas necesidades en los demás en lugar de buscarlas en sí mismos. Porque lo que sucede con mucha frecuencia es que el problema que tú tienes lo tiene también mucha más gente.

Todo ello enmarcado en un principio básico de los negocios más lucrativos: «Si quieres ser pobre, trabaja para los ricos; si quieres ser rico, trabaja para los pobres». Es decir, resuelve un pequeño problema de muchos en lugar de un gran problema de unos pocos.

Ray Kroc, fundador de McDonald’s, no tenía tiempo para ir a un restaurante y perder dos horas comiendo. Y cuando descubrió el negocio de comida rápida de los hermanos Dick y Mac, pensó que esa necesidad suya, tan brillantemente satisfecha por ellos, podría dar la vuelta al mundo.

Henry Ford, fundador de Ford Motor Company, tampoco miró a los demás primero. Antes se miró a sí mismo analizando cual era su necesidad personal no satisfecha y cómo resolverla. Por eso pronunció aquella famosa frase: «Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, habrían dicho caballos más rápidos».

La lista podría llegar hasta Google, Amazon o Facebook. Y el máximo común denominador sería exactamente el mismo.

Por eso, si quieres tener éxito en los negocios, céntrate en una sola pregunta: ¿qué es lo que yo necesito y no existe, y cómo puedo crearlo? Las encuestas, los estudios de mercado, el big data sirven como herramientas para los grandes proyectos con enormes presupuestos. Pero cuando se trata de empezar desde abajo no hay mejor alternativa que la introspección. Mirarnos a nosotros mismos y que sea nuestro problema el que nos marque la solución.

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