El espectáculo va a comenzar… Y sí, esto es muy serio. Hazme reír (Planeta de Libros), libro del periodista Daniel Guillén (Barcelona, 1973), rinde homenaje a quienes han dedicado y dedican su talento a provocarnos risas, sonrisas o carcajadas. La portada apostilla: «De Chaplin a los chanantes, momentos inolvidables de la comedia». Y en sus páginas brillan 30 historias «para ahondar en las vidas de monologuistas, comediantes y hazmerreíres de aquí y de allá».
Iconos como Robin Williams, Gila, Nora Ephron, Jim Carrey, Ricky Gervais, George Carlin, Mr. Bean, Eugenio, Richard Pryor, Monty Python, Les Luthiers, Woody Allen o Andreu Buenafuente, quien afirma en el prólogo: «No descubro nada si digo que la gente que nos hace reír ocupa un lugar destacado y prioritario en nuestro corazón. Agradezco y quiero a los que me hacen reír».
He aquí una oda al arte del humor. Un alegato, una filosofía de vida, acaso un clamor. Porque todo empieza hace unos años con los célebres hilos titulados #MakeEmLaugh en Twitter (ahora X) de un tal Manuel de BCN, avatar elegido por Daniel Guillén. Un perfil —con más de 75.000 seguidores— en honor al inefable camarero de la mítica serie de televisión Fawlty Towers, de John Cleese.
Y si bien estas anécdotas tan entretenidas, originales y rigurosas se han ido de las manos y se han convertido en referencia del género, Hazme reír «no tiene la voluntad de ser una enciclopedia o una especie de manual, sino de despertar el interés por la comedia», recalca el autor.
¿Cómo estás viviendo la presentación en sociedad de tu libro?
Muy ilusionado y contento. Es un proyecto que firmé en septiembre de 2023 y ya hablaron de septiembre de 2024 para el lanzamiento. Lo terminé en enero y todo el proceso durante estos meses ha sido más bien de corrección, para pulirlo… ¡y tenía muchas ganas de hacerlo público! Y que estuviera en manos de la gente para tener el feedback directo.
Porque el libro lo habían leído en la editorial, también algún amigo, pero quería saber la reacción de la gente. No sabía si esto escrito en texto iba a tener el mismo gancho que los hilos de Twitter como Manuel de BCN. De momento, la recepción está siendo muy positiva y estoy encantado.
¿Cuándo sentiste que despuntaba la cuenta de Twitter de tu álter ego virtual, Manuel de BCN?
Abrí la cuenta en 2012-2013. No era un perfil trol, como hace otra mucha gente. El caso es que estaba trabajando en un gabinete de comunicación y tenía mucha relación con medios y, a veces, hacía comentarios sobre artículos, emisoras, contenidos; y entonces pensaba: «A ver si voy a meterme en un lío o meto en un lío a mi empresa». Y creé un perfil.
Pensé en el avatar de Manuel de BCN, personaje que me encanta. La idea era escribir siempre como si fuera Manuel de BCN y, poco a poco, fui haciendo alguna bromita y vi que empezaba a calar. Gente que admiraba incluso me empezó a seguir porque les gustaba lo que estaba publicando.
Y ya, haciendo un flash forward hasta 2021, un día colgué un hilo en Twitter de una cosa que me encantó y me emocionó. En 1969 Nixon quería recortar los fondos de la PBS, la televisión pública estadounidense, e hice un hilo de Fred Rogers, presentador que tuvo que defender en el Senado la importancia del medio. Al ver ese clip de 6 minutos acabé llorando de la emoción que transmitía ese señor, una eminencia allí al nivel de Barrio Sésamo. Y quise contarlo para que la gente lo viera aquí.
Descargué el vídeo, lo corté en tres partes —por las limitaciones de Twitter— porque duraba 6 minutos e hice un poco de contexto. El hilo tuvo mucha repercusión, gustó mucho y pensé en hacer más hilos sobre cosas que me interesaran y que pudiera contar, como hacían otros referentes tipo el Hematocrítico o El Barroquista.
Buscaba un nicho propio que pudiera funcionar. Y pensé en historias de comedia, me animé y empecé a compartir los hilos; y cada vez funcionaban mejor. Y así, semanalmente, me creé ese compromiso de publicar un hilo en Twitter para homenajear a la gente que hace reír a la gente: no con vocación de cómico, sino de divulgador de la comedia. Finalmente llegó una propuesta editorial y ahí está Hazme reír en las librerías.
Hay una frase en la solapa del libro que dice: «Parece broma, pero es historia». ¿La comedia es historia… y un arte?
Lo suscribo totalmente. Quiero que sea un libro para entretener y que la gente descubra o redescubra la comedia. Muchas veces iba haciendo los hilos de Manuel de BCN en Twitter y descubría muchas cosas. Eso quiero para quien lo lea: que se valore el talento de la gente que se dedica a hacer comedia. Hay una denostación del cómico como un artista de segunda, cuando realmente los buenos cómicos pueden hacer lo que quieran.
Un tío o una tía que puede hacerte reír es capaz de hacer lo que pretenda: un drama, un informativo, ¡todo! Es realmente un alegato a la figura del cómico, el humorista, el comediante o el hazmerreír. ‘Hazmerreír’ es una palabra que une todo. Igual tiene una connotación negativa, como payaso, y realmente son profesiones, aficiones o artes muy complicadas.
¿Cuánto trabajo hay tras cada hilo o capítulo rebuscando en la trastienda de la comedia? Se notan la documentación y la pasión. Y tengo entendido que escribes esto a deshoras… ¿Periodista de día, Manuel de BCN de noche?
(Risas) A ver, soy muy malo cuantificando el tiempo. Soy multifuncional y hago varias cosas a la vez, pero lo primero es escoger el tema. Yo qué sé; por ejemplo, en verano hice un hilo de los Smothers Brothers, dos referentes del mundo de la comedia, y empecé a indagar. Y a partir de esto —todo lo encuentro por internet porque no tengo más tiempo para quedar con gente, entrevistarme, etcétera: ¡ojalá pudiera!—, recopilo el material y, partiendo de una anécdota, hago la historia.
Se trata de buscar una anécdota —no es un ensayo muy académico— y, a partir de ahí, explicar esa figura del humor. Que la gente, tras leer el hilo, se interese por el cómico o cómica. Muchas veces me comentan que no he hablado de algo de la vida de los cómicos: ¡sería imposible! No pretendo contarlo todo de los Smothers Brothers, Will Ferrell o Ricky Gervais. Sería imposible y puedes estar meses.
Eso sí: todo lo que pongo es veraz y exhaustivo. Puede haber algún error porque nadie es perfecto, pero he intentado que todo parta de una fuente que ya existía y sea veraz. Luego, busco el material audiovisual para acompañar la información de los hilos.
Creo que en EEUU y Reino Unido se le da mucho valor a la comedia y a la producción audiovisual que divulga la comedia; y hay muchos libros temáticos sobre programas y series como The Office o Friends, que son best sellers; y aquí no hay demasiadas producciones así. No hay una gran vocación de hacer revisiones de la propia cultura cómica en España.
Sí se hacen los programas de TVE, pero faltan documentales como los de Estados Unidos sobre figuras como Robin Williams y tantas otras. Yo pagaría por poder hacer un documental sobre el programa del guiñol, por ejemplo: buscando la génesis de los proyectos cómicos, las ideas… En otros países funciona mucho y aquí no abunda esa cultura.
En España la comedia suma y sigue. Y con Hazme reír has creado un libro de referencia. Un libro que arranca con prólogo del mismísimo Andreu Buenafuente, tótem del humor. ¿Cómo surge este gran encuentro?
Esto es una cosa que te llena de orgullo y satisfacción… (Risas). Yo creo que el cénit de comedia de Andreu Buenafuente, como hacía Johnny Carlson en EEUU, fue con su programa Late motiv. ¡La cantera de talento cómico que acumuló en ese programa da para varios libros! La capacidad que tiene de identificar lo buenos o buenas que son los artistas no la tiene casi nadie en este país. Creo que es difícil encontrar a alguien así.
Hay infinidad de gente que ha pasado por sus programas —como Berto o David Broncano— que hoy son referentes de la comedia. Y para mí, criado en la Cataluña de los 80 y los 90, Buenafuente es un dios. El referente cómico de todos en la tele y en la radio. Y fue en 2014 o 2015 cuando me escribió —me temblaban las piernas— por los hilos de Manuel de BCN. Twitter me ha abierto las puertas a gente que idolatro y, ya solo por eso, no puedo renegar de las redes.
Un día, Andreu me escribió un mensaje privado invitándome a hacer un libro e incluso un pódcast, que no ha podido realizarse. Y entonces cogí el testigo, saqué adelante el libro y, cuando lo tuve escrito, le dije lo del prólogo y me hizo este regalo. Cada vez que lo leo me emociono. Me flipa.
[Buenafuente presentó el libro Hazme reír junto a Daniel Guillén el pasado 12 de septiembre de 2024 en Barcelona].
Redes sociales, especiales de stand up en casi todas las plataformas, cómicos y cómicas excelentes, aforos completos… Mi mantra: ¿vivimos una edad de oro del humor?
Creo que sí. Hay un bum y mucha gente se acerca a la comedia y lo ve como un desarrollo profesional. Hay incluso quien se forma porque quiere ser monologuista o guionista de comedia, y existen proyectos como La Llama School, que tiene la tira de gente que paga una cuota para aprender de los más grandes a hacer comedia. Creo que hay un interés muy palpable y creciente por este ámbito de la cultura y el arte.
En La Llama van a abrir un local más grande: eso es fruto de la dedicación, el trabajo y el buen momento del humor. Ahora solo falta que las empresas —algunas ya lo hacen— apuesten por esto. Que lo vean como un canal de captación de gente con esta aptitud. Y en las redes, donde encuentras mucha basura, también hay gente buenísima haciendo sketches, memes, chistes… Es un escaparate de nuevos talentos. La cantera que hay actualmente es brutal.
¿Te sigues sorprendiendo —una de las claves de la comedia es la sorpresa— con los talentos emergentes? Artistas que incluso retoman estilos clásicos y triunfan, otros con ideas innovadoras, variedad de formatos…
Me sorprendo ¡y gratamente! Porque hay gente que tiene esa creatividad tremenda. Incluso sin haber bebido de los referentes nuestros, hay chavales de veintitantos años que igual les sale por talento o providencia divina un estilo de antaño.
Hice un hilo equiparando un scketch de Tony Leblanc con uno de Andy Kaufmann. Fue en un programa de José María Íñigo cuando Leblanc salió y empezó a mondar una manzana. Eso sucedió en 1977, poco después de que Andy Kaufmann debutara en el Saturday Night Live, pusiera un tocadiscos y empezara a sonar la sintonía de Super Ratón.
Kaufmann solo cantaba los bises. Acabó, saludó y se fue. Y la gente se partía de risa. Y me pregunto si Tony Leblanc vio eso y se inspiró. A lo mejor Tony no, pero Íñigo —que viajaba mucho— sí lo vio y lo comentaron. No sé.
Según me contó una vez Santiago Segura, Leblanc le dijo que la fuente de inspiración del gag de la manzana fue una escena familiar, porque no tenía ningún número nuevo preparado y se inspiró en eso. Quiero decir: puedes pensar que algo es un homenaje, una copia o un guiño y, sin embargo, puede ser algo que se te ha ocurrido a ti como a otro genio en la otra punta del mundo. Y, luego, también ves a mucha gente joven que rinde claramente pleitesía a referentes como Faemino y Cansado o Gila… Creo que a los dioses hay que venerarlos y hay dioses de la comedia.
Y a ti, Daniel Guillén, ¿hay algún estilo que te haga reír especialmente o te atrapa todo tipo de comedia?
Todo. Cuando veo que hay algo que me gusta, ya voy predispuesto y entregado. Y me río de todo: desde lo más chorra de una caída tipo slapstick hasta con diálogos muy elaborados de series más sesudas. El libro recoge esto también: hay muchos estilos de comedia, y mientras me sorprendan, me gusten, me sienta cómodo y me hagan reír… ¡yo, entregado!
Dices sobre los nombres propios del humor que salen en el libro: «No están todos los que son, pero sí son todos los que están». ¿Puede haber más y más bonus track? ¿Sigues descubriendo más anécdotas y recabándolas para compartirlas próximamente?
No lo descarto, porque creo que material hay para hacer más hilos y libros. Lleva mucho trabajo tanto la selección de historias como su traslación al libro desde el lenguaje de Twitter; y está el hecho de afinar para ver cómo ilustrarlo con clips, vídeos, memes… Pero sí me gustaría que esto abriera la puerta para gente como tú y otros divulgadores de la comedia. Y que haya una mayor divulgación de la comedia en libros, podcasts, programas de la tele, radio…
Ahí estaría el primero. Para una continuación de Hazme reír, material habría ¡desde luego! Aquí van 30 historias que creo que funcionan mejor, pero si encuentro otras y a la editorial le interesa… puede haber más.
¿Algún patrón de conducta entre tanta genialidad, algún nexo existencial que hayas hallado en la vida y obra de los artistas de la risa?
No lo sé… Quizá la mayoría eran los típicos payasetes de la clase, que ya desde niños —o niñas— tienen una gracia distinta. Y ese es un patrón bastante común en la gente que he visto.
Quizá los Monty Python son la gran diferencia —o aquí, en España, cómicos como los chanantes, que vienen de un entorno universitario—, pero al final acaban haciendo burradas y creando comedia para todas las edades. La verdad es que no sé si hay un gran patrón común, pero la mayoría eran hazmerreíres desde pequeños.
¿Te has planteado alguna vez hacer stand up?
No sé si sería buen monologuista. (Risas). Soy de un humor más sutil, de meter una pullita en las conversaciones… Admiro mucho a la gente que se sale a una sala con diez mil, dos mil o cien personas y es capaz de estar una hora y media largando y haciendo reír a la gente. Por eso me encantan los cómicos de la actualidad y los del pasado, pero no creo que el stand up sea mi camino…
¿Qué le dirías a Manuel de BCN si lo tuvieras delante?
¡Él seguro que me diría «Qué», con esos ojos de cordero degollado! (Risas). Es un personaje único y yo le daría un abrazo muy grande, porque me ha regalado momentos muy buenos usurpándole esa personalidad. Es un actor de origen alemán haciendo de catalán y que, luego, lo han convertido en mil nacionalidades en las distintas emisiones por el mundo. Hizo un papel icónico.
Y, realmente, Manuel de BCN no hace nada mal. Simplemente no entiende el idioma. Y el problema no es suyo, sino de quien lo contrata y no le enseña… Y eso pasa en muchos sectores, como la hostelería. Y no es que esas personas sean más tontas: precisamente, era el alegato que hacía John Cleese sobre la serie, dejando claro que al final la culpa es del hotelero que no se gasta el dinero en formación…
Y, por cierto, la historia del hotel de Fawlty Towers es real: había uno parecido que fue la inspiración de la serie. Y Cleese flipaba…
Y lo inmortalizó en Fawlty Towers...
Sí, John Cleese es otro mito. Yo me compré una camiseta en La Llama de John Cleese que pone «¿Qué haría John Cleese?». Qué haría el jefe en una situación como esta, me pregunto.
Ese «filtro Monty Python» siempre es garantía para ver la vida mejor. Yo uso también el filtro The Office. ¿Qué harían en tal o cual contexto? En este sentido, citando a Ignatius Farray, ¿la comedia salvó tu vida?
Sí. Aunque no puedo decir que haya tenido una mala vida sin comedia. Pero es un reducto o una sala en la que entrar cada vez que tienes momentos bajos. Hay gente que escucha canciones tristes para llorar y yo pienso que ver una buena serie, un monólogo o un programa de sketches también te puede salvar.
Y no solo en malos momentos, sino que sea una rutina, igual que haces ejercicio para estar en forma. Usar la comedia en cualquiera de los formatos. Escuchar un podcast —que hay infinidad buenísimos—, ver un especial de stand up, un capítulo de Friends, The Office, Seinfield o Fawlty Towers… ¡eso sí que te salva un buen rato!
¿Un alegato final por la comedia?
Eso siempre. Alegato por la comedia y el humor en general. Como filosofía de vida. No solo hacer comedia en un ámbito profesional, sino tomarte las cosas con filosofía, poniendo gotas de humor. Tengo amigos que incluso en momentos trágicos han sabido encontrar un punto de humor negro; son capaces de hacerlo y digo: «¡Ole, tú!».
Ahí uno de los referentes es Ricky Gervais. Lo cuento en el libro: otro de los tops. Le dan palos y sigue; incluso el día del funeral de su padre mete coñas con la familia y se descojonan todos en el sermón. Lo que une el humor yo creo que no lo une nada.
Este post fue modificado por última vez el 22 de octubre de 2024 13:36
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