Sin estudios de arte o literatura, Henry Darger creó una prolífica, hermosa y personal obra compuesta por más de 15.000 páginas y cientos de dibujos, que estuvo a punto de acabar en la basura y que ahora es objeto de estudio por expertos de todo el mundo.
En 1973, tras enterarse del fallecimiento de su inquilino en una institución de caridad, Nathan y Kiyoko Lerner decidieron entrar en la habitación que le habían alquilado a Henry Darger hacía más de 40 años. Al acceder al lugar, el matrimonio Lerner entendió por fin a qué dedicaba su vida ese enigmático huésped.
Entre las pertenencias de Darger se encontraban decenas de cuadernos manuscritos, ilustrados con cientos de acuarelas y collages, y agrupados bajo un título tan largo como enigmático La historia de las Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los niños esclavos.
A lo largo de sus más de 15.000 páginas, Darger contaba la historia de las Vivians, siete princesas de la Nación Cristiana de Abbiennia que se convierten en las líderes de una revolución destinada a abolir el régimen de esclavitud infantil impuesto por un grupo de adultos llamados los «Glandelianos». El libro, repleto de aventuras, acción y violencia explícita, concluye con dos finales alternativos. En uno de ellos, las Vivians derrotan a los malvados Glandelianos; en otro son ellas las que perecen a manos de los abusadores de niños.
Asombrados por ese alucinante trabajo fruto de toda una vida de dedicación obsesiva, antes de vaciar la estancia los Lerner decidieron conservar los cuadernos. El resto de pertenencias de Darger fueron tiradas a la basura o donadas a instituciones de caridad. Una acertada decisión que ha permitido que, 45 años después de la muerte de su autor, La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como Los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana sea uno de los libros más raros y peculiares de los creados en la historia.
Tanto es así que en 2002 el Museo Americano de Arte Popular inauguró el Centro de Estudios Henry Darger, en el que se muestran originales y se intenta conocer detalles de su vida que desentrañen el porqué de esa inusual obra.
Henry Darger nació en 1892 en un lugar que los investigadores de su trabajo aún no han sido capaces de determinar. Los primeros años de su infancia transcurrieron sin aparentes problemas, pero cuando contaba cuatro años de edad, todo se torció. Su madre falleció al dar a luz a su hermana y su padre se vio obligado a darla en adopción. Los hermanos nunca más se encontrarían.
A esa difícil separación se sumaría otra no menos traumática, apenas cuatro años después. Debido a la imposibilidad de ocuparse del muchacho, el padre de Henry Darger no tuvo más remedio que internarlo en un orfanato católico, institución que abandonaría unos años más tarde para ingresar en un hospital psiquiátrico. Una drástica solución aconsejada por unos médicos que no fueron capaces de entender a un niño con dificultades de socialización derivados de los traumáticos acontecimientos sufridos.
A lo largo de su reclusión hospitalaria, Darger protagonizó varios intentos de fuga con la intención de reunirse con su padre. Cuando por fin consiguió escapar, descubrió que su progenitor ya había fallecido. Solo y con el único apoyo de su madrina, el muchacho entró en la edad adulta. Encontró un trabajo como limpiador en un hospital católico, alquiló una habitación en la zona norte de Chicago y, salvo un breve espacio de tiempo en el que estuvo en el ejército coincidiendo con la Primera Guerra Mundial, su rutinaria existencia se articuló alrededor de su asistencia al trabajo y sus visitas diarias a la iglesia. No hacía ninguna otra cosa. Al menos eso pensaban las personas de su entorno.
En 1968, Henry Darger escribió The History of My Life una narración fantástica de casi 5.000 páginas, algunas de las cuales incluían datos reales sobre su infancia y su juventud que han servido para reconstruir parte de su vida, cuyos retazos también pueden ser localizados en partes de la epopeya de las Vivians.
Aunque muchas de las conclusiones que manejan sus biógrafos son especulaciones, sí hay pruebas que demuestran que Darger acostumbraba a acumular ingentes cantidades de periódicos, de donde obtenía noticias de actualidad que inspiraban fragmentos de su obra e imágenes para algunas de las ilustraciones.
Por otra parte, su ferviente catolicismo explicaría muchas de las crudas descripciones, tanto escritas como gráficas, de torturas o mutilaciones y que no eran otra cosa que representaciones de los martirios de los santos. Por último, que los «Glandelianos» tengan la apariencia de soldados confederados no era más que el poso que habían dejado en él las historias sobre la Guerra de Secesión que le contaba su padre de pequeño.
A falta de otras informaciones, los investigadores han centrado sus estudios de la vida de Dargen en el análisis de las imágenes de La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como Los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos. Un material que ha suscitado cierto debate sobre temas como la sexualidad del autor.
El hecho de que muchos de los personajes aparezcan representados con atributos sexuales masculinos y femeninos ha llevado a algunos autores a afirmar que Darger era una persona transgénero. Otros, sin embargo, sostienen que esa confusión en la representación del cuerpo femenino y masculino respondía, sencillamente, a un absoluto desconocimiento anatómico derivado de no haber visto nunca a una mujer desnuda. En lo que coinciden unos y otros es en que, probablemente, Darger nunca mantuvo relaciones sexuales de ningún tipo, ni con hombres ni con mujeres.
También ha suscitado debate el sadismo y crueldad de las imágenes de La Historia de las Vivians. Para algunos teóricos ese detalle manifiesta una atracción de corte erótica del autor hacia los niños, aunque la mayor parte se decanta por explicar el hecho como una forma de canalizar el sufrimiento que Darger sufrió en su infancia.
De hecho, uno de sus sueños era crear una organización de protección a los más pequeños para evitar que experimentasen el sufrimiento que él tuvo que pasar y, no en vano, en la lápida de su tumba, situada en el Cementerio de Todos los Santos de la ciudad de Des Plaines, en el Estado de Illinois, el epitafio que aparece bajo su nombre, las fechas de nacimiento, muerte y el término «Artista», es el de «Protector de los niños».
A pesar de toda esa niebla e indefinición en torno a su persona, lo que es un hecho es que Henry Darger se ha convertido en un referente para muchos de los creadores y los críticos de arte actuales. El Museo de Arte Moderno de Nueva York ha organizado exposiciones de su obra y, cada 12 de abril, el Museo Americano de Arte Popular celebra el cumpleaños del artista y escritor con diferentes actividades. Entre ellas se encuentran conferencias, exposiciones y mesas redondas.
Una propuesta que se completa el resto del año con exposiciones sobre determinados aspectos de su obra, como la visión de la guerra en Darger, o su influencia sobre artistas contemporáneos. Ejemplo de ello es la muestra Dargerism: Contemporary Artists and Henry Darger, en la que diferentes artistas actuales reinterpretaron escenas de los libros de Darger empleando fotografías, dibujos, collages o cerámicas. Una exposición compuesta por decenas de piezas protagonizadas por niños y adolescentes en situaciones de violencia, sufrimiento o heroísmo que, como los libros de Darger, provocaban en el espectador tanta atracción como extrañeza y desasosiego.
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