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Historia de una silla

La vieja silla del abuelo llevaba allí tantos años que nadie se atrevía a moverla.

No solo porque ya era una tradición que estuviera allí colocada, sino que era tan vieja que todos temían que se deshiciera si la movían.
En realidad, no era del abuelo. Sino del abuelo de su abuelo. O quizá más antigua aún. Generación tras generación había conservado aquel viejo mueble como si se tratara de una seña de identidad familiar que no debía perderse. Eso todos lo tenían claro. Eso y que alguien hacía muchísimos años, la había traído desde América. Lo que no tenían tan claro era si se había comprado en México o en Texas. Y si había que restaurarla o dejarla como estaba, con esa pátina blanca de polvo cubriéndola. No había consenso.
Los más viejos preferían retapizarla y arreglarla. Así solo era un trasto inútil que no servía más que para acumular polvo. Los más jóvenes, sin embargo, preferían conservarla así, tal cual estaba, con el asiento de cuero ajado por el uso y ese color ennegrecido de tiempo en su respaldo. Era una tradición y las tradiciones debían mantenerse iguales, pensaban.
Lo único que tenían claro todos ellos es que era la silla del abuelo. O quizá del bisabuelo. O del tatarabuelo… Y que venía de México. O quizá de Texas. Y que llevaba tanto tiempo en la familia que nadie quería desprenderse de ella.
¡Ay, las tradiciones! ¡Quién se atreve a romperlas así, sin más! ¿Hay que mantenerlas o hay que cambiarlas? Pues según el caso, me diréis. Cierto. Y ahora, os hago otra pregunta, que no tiene nada que ver con esto: ¿Cómo se pronuncia México? ¿Y Texas? ¿Y Oaxaca? ¡Ay, amigos! Con la X hemos topado.
Según la norma española, debemos pronunciarlo como [j] [méjico, téjas, oajáca] y no como [ks] [*méksico, *téksas, *oaksaka]. ¿Por qué? Pues porque la x es solo una grafía y conserva un uso medieval en esas palabras y en sus derivados (mexicano, texano, oaxaqueño).
Pronunciarla como [ks] es un anglicismo y no está bien, os pongáis como os pongáis. A los gringos les queda muy bien, pero a nosotros los españolitos, no.
En cuanto a su ortografía, tanto Méjico como México, por ejemplo, serían correctos. Eso sí, la Academia recomienda y prefiere la grafía x: México, Texas, Oaxaca (y sus derivados, no lo olvidéis). Será por seguir la tradición… digo yo.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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