«Murcia lleva décadas aportando personas a la comedia, tanto de forma voluntaria como involuntaria», apunta la humorista Raquel Sastre. «A nombres como Puebla, Miguel Maldonado, Charo Baeza o cualquiera de los que salimos en este artículo se suman Teodoro García Egea, tristemente desaparecido, o el campeón de petanca José Gómez, que además parece muy majo», enumera con su guasa incombustible.
Porque, en efecto, esta región de España —habitual diana de memes, cuchufletas y chascarrillos— puede presumir de una cantera cómica excepcional.
Aquella popular muletilla de «¡Murcia, qué hermosa eres!» podría transformarse en «¡Murcia, qué graciosa eres!» a tenor del buen talante de una tierra donde, para empezar, saben reírse de sí mismos y bromear sobre su forma de hablar, el calor sofocante, la huerta y otros tópicos autóctonos proclives a la chanza.
La nómina de artistas oriundos aquí resulta impagable. A figuras célebres como la propia Raquel Sastre o Jaime Caravaca, impulsor desde hace más de una década del Murcia Comedy Club, se unen talentos como Pedro Ángel Roca, Kalderas, Raquel Hervás, Javi Chou, Ismael Galán, Diego El Notario, Ana Polo, Alberto Molina, Alberto Abril o David Domínguez.
No en vano otro de tantos referentes, el artífice del «chiste explicao», Rubén Serrano, subraya la importancia de esta comunidad autónoma en la escena del cachondeo patrio: «A la vista está que el humor murciano sigue rompiendo barreras, llenando salas y teatros de todo el panorama nacional. De Murcia salen algunos de los mejores cómicos del país».
Conocido también por su participación en programas como Got Talent o Zapeando, Rubén Serrano imparte unas peculiares Clases de murciano en La 7, televisión pública regional, donde aclara el significado de expresiones —más allá del «¡Acho, pijo!»— que en otros lugares nadie emplea. Incluso inventó una canción titulada La Murcia loca, que parodia la meteorología vernácula.
Y resalta: «¡Hace falta más sentido del humor! Cada vez más, la gente tiene la piel más fina y no acepta algunos tipos de comedia. Y desde aquí lo único que digo es ¡más amor y más humor!». Una declaración de principios que, al contrario que sus chistes, no es menester explicar.
En este sentido, Raquel Sastre, quien fuera imagen de la Feria de Murcia en 2021, enfatiza que «el humor es ficción y, como tal, no hay que ponerle límites. Luego, que el público elija qué comedia le gusta más y punto. Y los cómicos no debemos juzgar al público por sus elecciones; eso ya lo hace la ciencia».
En casi todos los open mics de comedia —sesiones de micrófono abierto para probar textos— y en muchos momentos de interacción con el público, la mención a Murcia irrumpe como un cohete y provoca la algarabía colectiva. Sobre todo, a costa de su acento.
«Aunque yo soy de Yecla —al norte de la Región, entre Castilla La Mancha y la Comunidad Valenciana— y tenemos nuestra idiosincrasia, sí que te diría que el acento, nuestra particular pronunciación, el hecho de que la gente nos tome como una zona pequeña, lejana y olvidada son cosas que los humoristas murcianos utilizamos para hacer reír», comenta David Domínguez.
El monologuista, que triunfa por todo el Levante con sus evocaciones delirantes de la sociedad de los años 90 —entre otros temas—, creó tiempo atrás un rap basado solo en vocablos de su ciudad. Porque sí: allá donde vayas, Murcia da mucho juego, como evidencian con sapiencia y orgullo sus grandes embajadores y embajadoras en el escenario del stand up comedy.
«Evidentemente, lo que más invita a reír es nuestro acento y la forma de acabar cada palabra, que es como si terminasen en h aspirada; por ejemplo, ‘camioneh’, ‘piscinah’, etcétera», señala Rubén Serrano. «A la gente de Madrid le encanta. El humor murciano se lleva mucho».
Y apostilla David Domínguez: «Es muy bonito cuando llega alguien y te dice “¡Muy bien, murcianico!”, imitando esa coletilla tan típica que ponemos siempre. Creo que hoy por hoy ser murciano es un plus y una responsabilidad a la hora de hacer comedia».
«Por supuesto que existe el humor murciano», sentencia el cómico David Domínguez. «Cuando actuamos fuera, nuestro acento nos delata, igual que el catalán, el andaluz, el vasco o el gallego. Murcia es un pilar en el panorama humorístico español», recalca el yeclano, que recomienda eventos como Murcia Sonríe, Murcia Comedy Club o Acho Apellidos Murcianos, justo antes de reivindicar la empatía y la autoparodia, marca de la casa.
«Nos reímos de nosotros mismos también para hacer ver que es verdad que somos diferentes, pero nuestra esencia es graciosa». Al compartir cercanía geográfica con Andalucía —arguye—, «se nos ha pegado quizás su desparpajo»; y la proximidad con La Mancha brinda «un toque quizá más absurdo», como el de aquel mapa viral de un internauta que mostraba una curiosa Murcia para «los no murcianos». Un combo hilarante, sin duda. Y un reflejo más de la amplia variedad y calidad del arte de la comedia por todo el país.
La esencia de esta suerte de humor murciano —que se retroalimenta con sus clichés— la sintetiza Raquel Sastre: «¡Que no se nos entiende al hablar! Esa sería la premisa principal. Por eso intento hablar más despacio cuando estoy con gente del resto de España. Y tener una hija con una discapacidad ha hecho que me adapte a todos los que me rodean», bromea con su tono oscuro, azabache, cítrico cual limón de la tierra.
«Los estudios científicos indican que la gente que prefiere el humor negro suele ser más inteligente, menos agresiva y más estable emocionalmente que el resto de la población; ahí lo dejo», concluye con chispa.
«El humor —del color y el sitio que sea— es esa herramienta que nos hace superar cualquier complejo de inferioridad», zanja David Domínguez. Y aquí, desde luego, inferioridad… ninguna. O, como proclamaba el archiconocido Miguel Maldonado en el Late Motiv de Buenafuente, «Murcia, how beautiful you are!». Sí, mejor en inglés. Que así lo entiende todo el mundo.
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