El dueño del multiforo cultural Alicia nunca ha hecho un estudio de marketing para analizar el impacto de los carteles de sus conciertos. Tampoco los imprime en un gran papel, es el clásico papel revolución, el que se pega en las fachadas de la calle. Si algo importa aquí es la historia de cada diseñador con la música: Benjamín Estrada se encarga de los pósters de bandas hardcore y punk, Chema Skndl! hace los de ska, y Jorge Alderete, alias doctor Alderete, dibuja de surf rock y rockabilly. “Cada diseñador pertenece a una escena, eso es lo que le da identidad a los pósters. Primero existe la relación, después la comunión y al final es el trabajo y eso es lo que explotamos”, dice Alderete.
Los carteles del Alicia son como tatuajes en las paredes de Ciudad de México, ya forman parte de
Doctor Alderete no cobra por sus carteles, pero entra gratis al Alicia. Este argentino llegó a mediados de los noventa a México para quedarse un año. Y aquí sigue. Para llegar hasta el Alicia, primero tuvo que trabajar en una revista que ya no existe, ver una reseña de unos tal Lost Acapulco y buscar a esta banda de surf rock y ofrecerle sus servicios para hacer la portada de su primer disco, rememora el diseñador oficial de todos los álbumes de este célebre grupo de música mexicano.
La gente de Lost Acapulco metió por primera vez en el Alicia a Alderete para un concierto suyo. Era junio de 1996 y el argentino llevaba un mes en la ciudad. Andrés Ramírez, dueño de la sala, le ofreció colaborar cambio de conciertos gratis. Alderete, que en su vida había hecho ni portadas de discos ni carteles de conciertos, definió su identidad en México. “Los carteles fueron saliendo, la identidad vino porque te daban total libertad”, dice.
En los primeros carteles, informaba al señor de la imprenta de cómo iba la separación de colores y cuáles eran los tipos de pantones, pero al señor de la imprenta le tenían y le tienen sin cuidado los pantones. “¡Qué rojo y qué verde!, el que tenga ahí a mano”, le decía el impresor.
Al principio, Alderete se desesperaba, hasta que entendió: “Empecé a jugar con que quedaran fuera de registro (cuando la impresión se desfasa y los colores no coinciden) y exploté eso a mi favor. Saber que va a quedar mal impreso justo le da mucha riqueza”, opina este diseñador.
No hay un cartel del Alicia en el que Alderete, comisario de la exposición, haya puesto una imagen de la banda o a un músico tocando un instrumento. “La cartelería de rock en particular te permite hacer cualquier cosa, si entendés la esencia de las bandas que van a tocar”, opina. “Y la mayor parte de las bandas con las que trabajo son de rock instrumental, por lo que tengo que traducir eso en imágenes, pero con toda la libertad, sin ataduras”.
Si alguien busca el DNI del trabajo de Alderete, que no busque en la técnica, si no en cómo ve las cosas. “Mi identidad tiene un poco de realidad, en base a referentes comunes con el espectador, y un mucho de fantasía. Ese poco de realidad es lo que conecta con el que lo ve. En los carteles se ve mucho”.
En la exposición hay un cartel de una señora con un perro. Hasta ahí normal. Pero si lo miras dos veces, ves que el perro tiene cara humana. “Es una escena muy cotidiana, pero tiene ese punto surrealista, desconcertante, que te hace volver a mirar”, explica Alderete, el diseñador que apuesta por un cartel feo, siempre que vuelva la atracción del espectador. «El cartel tiene que llamar la mirada siempre y el desconcierto puede ser una alternativa, aunque sea por feo, por feo a veces funciona».