«Anders Petersen es uno de los fotógrafos más reconocidos por su forma personal, directa y sincera de acercarse a los sujetos y a las situaciones que retrata. En 1967 descubrió en Hamburgo un bar llamado Café Lehmitz, que se convertiría en la base de su primer trabajo de autor. Un lugar de encuentro de personajes singulares que poco a poco fueron adquiriendo nombre junto al suyo». Con estas palabras PhotoEspaña describe en su web uno de los trabajos más importantes de la fotografía documental de la segunda parte del siglo pasado y, sin duda, una de las exposiciones más destacadas de la XX edición de este prestigioso festival.
Lo que pocos saben es que Petersen decidió imprimir las casi 300 fotografías de su exposición en Madrid, concretamente en la calle del Rollo, situada a un tiro de piedra de la plaza de la Villa. Es aquí donde los miembros de La Troupe trabajan en equipo para ayudar a los autores a dar sentido a sus proyectos y a materializarlos.
La exposición de Anders Petersen. Café Lehmitz es la más grande que este fotógrafo ha producido hasta la fecha, la que tiene el mayor número de imágenes jamás impresas. «El trabajo de Petersen nos llegó por el boca a boca, como nos llegan la mayoría de nuestros trabajos. Surgió la oportunidad, nos visitó y le gustó nuestra metodología. Ha estado por aquí varios días. Hemos trabajado mano a mano con él en el retoque, la fotomecánica y la preimpresión», cuenta Gonzalo Hernández, uno de los miembros de La Troupe.
«Ha sido una experiencia increíble: es muy abierto, cercano y sobre todo muy resolutivo. Sabía perfectamente cómo venían sus imágenes, algunas bien y otras peor, y tenía muy claro cómo quería las cosas. Es un gran profesional. Ha sido una tanda de casi 300 imágenes que hemos conseguido cerrar en tres días», añade este profesional especializado en preimpresión y gestión del color.
La Troupe es un colectivo de profesionales que trabajan en el ámbito de la fotografía. Hacen mayoritariamente fotolibros, que es el producto más demandado en la actualidad y en el que se han especializado. Pero también producen exposiciones, hacen diseño corporativo y de webs, y ayudan a preparar porfolios para visionados.
«Son profesionales que antiguamente trabajaban individualmente y que se han juntado en el mismo espacio para poder apoyarse en las diferentes fases», explica Miren Pastor, que es fotógrafa y responsable de la coordinación y comunicación de la Troupe. «Es un colectivo de profesionales gráficos que se conocen desde hace mucho tiempo y que siempre tienen al autor como referencia», matiza Gonzalo Golpe, cuya función en este grupo es conceptualizar proyectos tanto con los autores como con las editoriales.
No se trata simplemente de un colectivo que trabaja en un espacio de coworking. Es una red de cerebros y de sensibilidades que funcionan de forma conjunta en un modelo de cocreación. «Los proyectos que hacemos en muchos casos llegan a pasar por muchas manos o incluso por las manos de todos los profesionales del colectivo. Este equipo multidisciplinar toca todos los aspectos que contribuyen a convertir un fotolibro en un éxito: desde la idea hasta la conceptualización, el diseño, la edición, el retoque, el ajuste de color y la impresión», explica Pastor.
«Cada uno de nosotros tiene su área de especialización y cuando un cliente requiere la participación de todos los miembros de La Troupe, estos proyectos son muy especiales. Hay comunicación, diseño, coordinación, preimpresión, impresión… Estos son los trabajos más estimulantes», señala Sonia Berger, cofundadora de Dalpine, una distribuidora de fotolibros que se ha convertido con el paso del tiempo en editora con títulos como El Blanco, de Ricardo Cases e Iván del Rey de la Torre, o XY XX, de Fosi Vegue.
«Nuestro diferencial es que somos capaces de cubrir todas las áreas de realización de un libro de fotografía o de una exposición», agrega Berger, que también es miembro de la Troupe.
Este nombre surgió durante una comida con el fotógrafo Cristóbal Hara. «Conocía nuestra trayectoria y propuso que nos llamásemos Troupe. Le dimos una vuelta y llegamos a La Troupe», relata Gonzalo Golpe. «Buscamos un nombre que nos representara a todos. Además, a nivel internacional funciona muy bien», añade Víctor Garrido, fotógrafo, impulsor de este proyecto y encargado de la parte de fotomecánica y preimpresión.
La Troupe nació hace tres años y medio en plena crisis de la economía española, algo que para este colectivo no representó un obstáculo. «Todo lo contrario. La crisis en realidad ofrece oportunidades. En nuestro caso provocó que trabajásemos en coworking y que juntásemos nuestras habilidades», asegura Garrido. «Hoy uno de nuestros retos es encontrar una solución fiscal que nos encaje porque no está fácil en España gestionar todo lo que es coperativismo, colectivismo y agrupaciones entre autónomos. Tendremos que hacer una empresa porque es la única figura jurídica que funciona», explica.
Sonia Berger recuerda que incluso antes de nacer como grupo multidisciplinar de cocreación, La Troupe ya estaba funcionando como un poderoso embrión creativo que fue capaz de dar alas a proyectos muy destacables como Karma, de Óscar Monzón, que en 2013 ganó en Paris Photo el premio al mejor fotolibro. «Ya en la desaparecida Siete de un Golpe, Víctor Garrido y Gonzalo Golpe ofrecían servicios parecidos a los que desarrollamos en La Troupe», dice Berger.
Hoy de los cuarteles generales de la calle del Rollo salen una media de 10 volúmenes por mes entre fotolibros de autor y catálogos. «Muchos encargos vienen de América Latina, como el catálogo de Mapfre Lima o los libros de Alejandro Cartagena. El boca a boca nos está trayendo cada vez más clientes», señala Pastor.
La internacionalización no fue el objetivo primigenio de La Troupe, pero puede ser considerado un agradable y estimulante efecto colateral. «Cada vez más a menudo trabajamos fuera en España. En América Latina colaboramos con autores de Perú, Argentina, Uruguay y México, y también estamos haciendo cosas en otros países europeos. Efectivamente nos estamos internacionalizando debido a la calidad de nuestro trabajo y a la competitividad de precios de la mano de obra española. Nos interesa poder ofrecer nuestros servicios en cualquier parte del mundo», subraya Garrido.
«Mi interés está claramente en América Latina. Es un continente que me encanta. He tenido la suerte de viajar para allá en varias ocasiones y de conocer a muchas personas. Fue así que detectamos que sería interesante establecer relaciones profesionales. Planteamos una primera experiencia en Perú con la editorial Kwy. Fue maravilloso y eso nos impulsó a potenciar esta línea», cuenta Golpe.
«Creo que los autores latinoamericanos nos buscan por el respecto y el trato que brindamos a los autores. Tenemos un largo recorrido y cierto peso en las imprentas, entonces nos resulta más fácil solucionar problemas o incidencias. Allí hemos comprobado que las imprentas no trabajan de la misma forma, valorando al autor, y es por esto que muchos prefieren imprimir sus libros en Madrid», añade Golpe.
Mimar al autor es la seña de identidad de este colectivo. «No trabajamos con un presupuesto cerrado y sí con proyectos. El autor nos expone su idea y vemos todas las viabilidades que se le pueden sacar al proyecto. El tratamiento es muy personalizado», asegura Pastor. «Nuestro mejor marketing es que los clientes salgan contentos de aquí», afirma Garrido.
Uno de los objetivos de La Troupe es cambiar las dinámicas que se han impuesto hasta ahora. El enfoque es trabajar desde un punto de vista más cercano y siempre dando preferencia a la empatía con el autor. Es lo que ha ocurrido con Moto, el primer libro autoeditado de Alberto García-Alix. «Esto representa muy bien lo que queremos hacer. Yo soy fotógrafo y voy a entender mucho más a un autor que un impresor tradicional», destaca Garrido.
Otra característica de La Troupe es que no eligen la imprenta por obligación o compromiso previo, y sí por la calidad que pueden aportar a cada proyecto. «Buscamos siempre lo mejor para cada autor. Y lo más importante: no trabajamos con márgenes. No ganamos absolutamente nada por meter un trabajo en un proveedor u otro. Nosotros cobramos por nuestro trabajo. Huimos de la lógica común de recibir comisiones», revela Golpe.
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