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Lencería para después de un cáncer

[pullquote author=»Guy de Maupassant» tagline=»El Horla y otros cuentos fantásticos»]Un pensamiento enfermo devora el cuerpo más que la fiebre o la tuberculosis[/pullquote]
Somos muchos que estamos hartos de la dictadura de la felicidad. De la obligación de mirar al futuro en positivo, de abrazar al presente, de recordar el pasado con alegría. En definitiva, de sonreír a la vida. A ver, ser optimista está muy bien pero sentirse forzado a ello no solo es ridículo sino que puede desembocar en un estado constante de frustración, más que nada porque la vida no es un campo de flores fotografiado con el filtro pastel de Instagram. La vida es una cosa normal. Incluso la gente inmensamente rica y/o inmensamente guapa y/o inmensamente afortunada te dirá lo mismo: que a veces tienes días estupendos, a veces tienes días de mierda y la mayor parte los pasas sin pena ni gloria. Salvo que tengas cáncer. Tener cáncer es una putada de verdad.
El cáncer no solo puede conducir a la muerte sino que, incluso en los casos en los que se supera, suele dejar unas secuelas físicas y emocionales de las que no es fácil escapar. Esto fue una de las reflexiones que llevaron a la estudiante de diseño de moda Ana Claudia Nalini a crear una línea de lencería para mujeres mastectomizadas. «Miré por todos lados y acabé dándome cuenta de que las piezas que había en el mercado no tenían ningún atractivo» afirma.
En efecto, no hay más que teclear las palabras «sujetador mastectomía» en Google para descubrir un mundo muy poco apasionante de prendas esencialmente asépticas y utilitarias. En palabras de la diseñadora brasileña: «Había algunos conjuntos con encaje para ser usados en prótesis, pero eran sosos, sin la sensualidad que pueden tener estas piezas». En cambio, la exposición fotográfica que Nalini presentó como trabajo de fin de carrera genera una cierta sorpresa por dos motivos fundamentales: la edad de las modelos y la estética tanto de las prendas como del maquillaje y la peluquería.

Fotografía: Juliana Vale.

En las fotos tomadas no aparecen chicas de dieciocho o veinte años sino mujeres de más de treinta, cuarenta e incluso cincuenta. Entre ellas se encuentra la exmodelo Flavia Flores, quien superó un cáncer de mama a los treinta y cinco y, a partir de su propia experiencia, creó un blog con más de un millón de visitas mensuales dedicado a la unión entre dos conceptos casi colisionantes: Quimioterapia e Beleza.
Quimiterapia y belleza. La recuperación de la autoestima a través de la feminidad inspirada por el trabajo, un trabajo que inspiró a la joven diseñadora: «El proyecto comienza investigando en cuestiones que tengan relación con la feminidad y con el recorrido de la mujer en la historia. Con el feminismo» dice. «Esa búsqueda me lleva al sujetador, una de las piezas más importantes en la ropa de mujer». Es cierto que el sujetador es la única prenda únicamente femenina. Un hombre puede ponerse falda y bragas igual que una mujer puede ponerse calzoncillos y pantalones, pero el sujetador, además, responde a una necesidad biológica distintiva que aparece en su propio nombre. Pero, ¿qué pasa cuando no hay nada que sujetar? ¿Cuándo se ha perdido ese elemento físico verdaderamente femenino?
Para Nalini «El cáncer de mama deja a las mujeres en un estado muy vulnerable durante el tratamiento, y eso se traduce en una baja autoestima. No es nada fácil hacer frente a esta enfermedad y es incluso más difícil cuando la enfermedad te quita algo tan único como es el pecho, lo cual te hace sentir fea. Entonces dije: ¿Por qué no traer belleza a quien la necesita tanto?». Así, las fotografías de su colección no se limitan a enseñar las piezas, sino que adoptan una estética  voluptuosa y estilizadísima: la de las pin-up de los 50. Desde la propia ropa hasta la pose y la actitud de las modelos, la mayoría verdaderas pacientes del hospital Pérola Byington de São Paulo, especializado en cáncer de útero y mama.

Fotografía: Juliana Vale.

Fotografía: Juliana Vale.

Nalini rodeada de algunas de las mujeres que posaron con sus creaciones.

Son mujeres sonrientes y felices, exuberantes y rodeadas de exuberancia. Son sexys. En el maquillaje y el peinado de Alinne Freitas. En las gafas de mariposa y en las alfombras de piel de cebra. En los sujetadores y los ligueros. Y la sensualidad es un componente muy importante de la autoestima —no solo de la femenina—. Al fin y al cabo, no hay prendas más íntimas que las íntimas. Son las que solo enseñas a quien quieres y solo tú sabes que las llevas puestas. Establecen una comunicación primaria contigo mismo. Y esa comunicación es fundamental cuando hay que lidiar con una pérdida tan importante. Con la pérdida de una parte de tu cuerpo.
Entonces sí que merece la pena mirar a la vida con optimismo. No voy a vender la moto de que la felicidad te cura el cáncer ni eso de que «Si quieres realmente algo, todo el Universo conspira para que lo consigas», eso se lo dejo a los Paulos Coelhos de marca blanca. Pero cuando te enfrentas a la vida tras una mastectomía, quizá la mejor actitud sea no enfrentarse a ella, sino guiñarle el ojo y echarle tu sonrisa más sexy.

Fotografía: Juliana Vale.

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Por Pedro Torrijos

Arquitecto y músico. Escribe en Yorokobu, Jot Down y El Economista, pero lo que le gusta de verdad es tirarse a bomba en las piscinas. También puedes leerle en Twitter y Facebook

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