En una calle de adoquines de un barrio antiguo de Madrid hay una puerta sin puerta que introduce a un local lleno de estantes de libros. Ahí venden poesía, novelas, diccionarios. Pero el precio no responde a los dictados de la industria editorial. Lo decide el que lo compra. Como si la cultura fuese un bien libre y no un producto de mercado.
Ese lugar, llamado Libros cercanos, no es una tienda. Es una asociación cultural que nació de una idea de varios amigos que querían ser libreros. Montar una librería al uso requería una inversión inalcanzable para ellos y, a la vez, pensaban que la lectura, durante los años recientes de economía estrujada, se estaba haciendo un bien de lujo para muchas personas.
Entonces pensaron que había otras formas de mover la cultura más allá de la tarjeta de crédito. Se constituyeron como asociación cultural y a principios de 2015 abrieron este espacio en el barrio de Lavapiés. En las estanterías de Libros cercanos hay unos 4.500 tomos y otros 5.000 en el almacén, esperando a salir a las repisas, según Raúl Jiménez, uno de los responsables de la iniciativa.
«Es una librería donde importan más las personas que los libros. Al dar a la gente la libertad de poner el precio, la cultura es más accesible», explica el librero, en el sofá que han puesto entre las repisas para que los visitantes puedan sentarse a leer y conversar. «Nuestro lema es: ‘Tú pones el precio’. Así cada persona paga lo que puede por llevarse libros, DVD, discos e incluso juguetes. También pueden hacerse socios. Hay una cuota de 10€ por seis meses y 20€ para un año».
Los libros que llegan a este espacio de Lavapiés son donaciones de particulares, bibliotecas, colegios y empresas. «No podemos comprar libros para ponerlos a la venta después porque somos una asociación. El dinero que ganamos es para mantener la librería abierta. Nosotros no tenemos salario. Somos voluntarios», explica Jiménez. «Lo que sí podemos hacer es donaciones. Parte de lo que obtenemos lo donamos a Piel de mariposa para que la ONG pueda seguir investigando esta enfermedad».
Cuenta el librero que casi todos los libros que llegan tienen cierta historia en sus páginas. «Tenemos literatura, ensayo, diccionarios, poesía, teatro… Lo que más recibimos son novelas y lo más raro son novedades. Creo que no tenemos ningún volumen de 2015».
Este espacio, montado con austeridad y una clara filosofía de reciclaje, pretende ir creando una comunidad y promover actividades culturales. En estos primeros meses se han celebrado debates, mercadillos solidarios y han actuado cuentacuentos. Además, según el licenciado en Filología Hispánica, prestan el local «para que otras personas puedan organizar eventos culturales».
Hoy, nada más entrar, hay una caja que dice: “Libro invisible. Coge uno gratis y deja otro tapado”. Por Libros Cercanos pasan personas de todas las edades. Individuos que ojean libros, niños que van al rincón de los juguetes, amantes del cine que buscan entre los DVD… Hace un mes se acercó una niña y le dijo al librero que en su colegio, en el día del libro, cada alumno tenía que llevar un volumen envuelto en papel. La profesora juntó todos en una caja, hizo un sorteo y cada niño se llevó un regalo sorpresa. «Es una niña pequeña que viene mucho por aquí a hablar con nosotros. Ella me dio la idea», especifica Jiménez. «Pensé que estaría bien hacer un intercambio de libros en función del azar».
Categorías