Un tsunami destruye tu país y provoca el mayor accidente nuclear desde Chernóbil. Eres cineasta y, de forma casi instintiva, tomas tu cámara al hombro y acudes al lugar donde miles de personas están siendo evacuadas. Improvisas, no tienes plan de trabajo y desconoces el verdadero objetivo de lo que estás rodando. Pero estás ahí, haciendo el trabajo que consideras que ni tu gobierno ni los medios de comunicación están cumpliendo.
Dos de esos cineastas japoneses, Toshi Fujiwara y Atsushi Funahashi, han proyectado durante estos días sus documentales en el Festival de Cine de Berlín. Nos cuentan en primera persona su experiencia. También hablan acerca del prolífico cine post-Fukushima, que en apenas un año ha invadido la industria audiovisual nipona como reacción al silencio general. En este tiempo se han rodado una treintena de filmes -cortometrajes incluidos- relacionados con el terremoto o la crisis nuclear.
Atsushi Funahashi rodó «Nuclear Nation» para agitar conciencias. En él se traslada hasta Futaba, en la prefectura de Fukushima y muestra los esfuerzos de un alcalde que lucha por una ciudad que ya no existe. Hasta entonces era firme defensor de la energía nuclear y de las ventajas que ofrecía a sus ciudadanos.
«Acudí solo a la región de Futaba. No encontré nadie que me quisiera acompañar. Estaba a punto de iniciar el rodaje de mi siguiente película, precisamente en la zona, pero la tragedia paró todos los planes. Me quedé sin nada que hacer durante los siguientes meses, así que decidí acudir allí por una deuda personal.
Soy la segunda generación de «Hibakushas“ -que en japonés significa personas bombardeadas-. Parte de mi familia se vio afectada por Hiroshima. Mi abuela y mi padre sufrieron las consecuencias de lo que ocurrió allí y mi tía murió por la bomba. Crecí en Osaka escuchando historias sobre la bomba atómica. Siempre pensé que tenía que hacer algo.
‘Nuclear Nation’ es un alegato en contra de un sistema casi colonial, en el que un gobierno central explota las zonas rurales del país para su propio disfrute, aunque las consecuencias las paguen otros. Algo que ocurre en casi todos los lugares del planeta… En Tokio se sigue pensando que la gente de Fukushima se ha beneficiado económicamente durante años gracias a esa planta nuclear, y que por eso ahora están en problemas. Pero lo cierto es que Tokio es más responsable, ya que la que reclama enormes cantidades de energía para su funcionamiento diario».
Toshi Fujiwara muestra en la fantasmal «No Man´s Zone» a un grupo de personas que quedan suspendidas en un limbo temporal: Permanecen entre los escombros de su pasado porque no tienen un futuro definido.
«Lo primero que pensé fue en esa gente que permanecía viva, entre las ruinas, y que a diferencia de las de otras zonas del país, nadie iba a ayudar. La actuación de nuestro gobierno fue poco honesta e incompetente y decidí rodar por primera vez una película de un modo completamente improvisado!.
Yo sí que conté con equipo de rodaje. Aunque solo constaba de tres personas. Una de ellas era uno de los mejores operadores de cámara de la industria japonesa. Por eso parte de la película puede centrarse en la belleza técnica. Muchos planos están hechos con trípode. Queríamos registrar para la posteridad los paisajes de la región, aún intactos en apariencia, pero que no volverán a verse jamás.
Fue una decisión espontánea, aunque quizá sea una cuestión cultural. Los grandes artistas japoneses siempre se han centrado en los paisajes. Pero también surgió como reacción opuesta a lo que los medios de comunicación estaban mostrando en sus coberturas. Leía en Internet cómo la gente que hasta entonces había vivido en la zona se quejaba y decía: Nuestro hogar es mucho más bello.
Yo soy un urbanita que siempre ha vivido en Tokio. De la gente que conocí allí aprendí la importancia de las tradiciones. Ahora estoy intentando rodar un nuevo documental, contando lo que ocurre allí un año después. Es una petición que me han hecho la gente del lugar tras ver esta película. La primavera es la época de los cerezos en flor, Sakura lo llamamos en japonés. Mi intención es celebrarlo allí y grabarlo con mi cámara».
La tercera de las películas post-Fukushima que proyecta la Berlinale, «Friends after 3.11“, refleja la reacción social que, entre otras cosas, ha dado lugar a este prolífico subgénero cinematográfico. El director Iwai Shunji muestra a una sociedad nipona conversando sobre ciencia, política, altruismo, egoismo o dinero, y de la posibilidad de renunciar a la energía atómica. En definitiva, plantea un radical cambio de mentalidad.
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