En El Cairo no hay clubes o recintos para que la gente joven baile o disfrute de la música en comunidad, en colectivo. No existen festivales ni veladas nocturnas como las que nosotros conocemos, en las que artistas locales e internacionales expanden tendencias o instauran nuevas vías sonoras. Sí existen celebraciones y obviamente está presente el interés universal en desarrollar propuestas artísticas y culturales. Aunque no poseen la logística necesaria para madurarlas, recordemos que en la actualidad Internet favorece la evolución y conexión de cualquier cosa.
La República Árabe de Egipto es, hoy en día, un país envuelto en la violencia y el conflicto. El movimiento por la liberación y el cambio Kifaya comenzó a luchar por devolver la democracia al terreno desde 2003, aunque no fue hasta 2011 no consiguieron derrocar al dictador con 30 años en el poder Hosni Mubarak. Ocurrió tras dos semanas de intensas revueltas y manifestaciones que tuvieron como centro neurálgico la plaza Midan Tahrir, en El Cairo.
Una vez la democracia retomó el poder, el ejército y su golpe de estado el 3 de julio de 2013 acabaron con el mandato del primer presidente democrático electo, Mohamed Morsi (de la antigua oposición islamista, Hermanos Musulmanes). Ni Naciones Unidas, ni Estados Unidos y ni siquiera el nobel de la paz Mohamed el Baradei alzaron la voz en contra del golpe de estado. El clima y la ruptura social que vive Egipto no es hoy en día documentado por los grandes medios de comunicación capitalistas, y si se informa sobre él siempre es desde un punto de vista negativo.
La idea romántica de que ante la opresión y la ruptura florecen las más revolucionarias mutaciones artísticas ha sido una constante durante el último siglo musical. Mirad a Detroit (ejemplo básico de esta teoría), una ciudad deprimida y desolada por la escapada de la invasiva industria del motor en la que unos adolescentes denominaron por primera vez a su sonido ‘Techno’; o el criminalizado Chicago de principios del 2000, en el que una comunidad a puerta cerrada desarrolló el último gran avance electrónico, como es el Footwork. Recordad al Hip Hop, generado a partir de un caldo de cultivo multicultural en uno de los barrios abandonados por el gobierno de Estados Unidos, el Bronx.
Chaâbi, el término, significa ‘popular’, ‘del pueblo’ y no está solo presente en Egipto. Chaabi se refiere a distintas formas de “música de celebración” para bodas y enlaces familiares, y se extiende prácticamente por todo el norte de África. Marruecos, Argelia y Egipto tienen su propio dialecto a partir de esta tradición y, en dichos terrenos, es tan popular como el Raï argelino o comparable a la danza Dabke (más propia de Oriente Medio, Líbano, Siria, Jordania, Israel o Palestina).
Dadas las circunstancias y el contexto, el Chaabi se ha convertido en la banda sonora de la revolución en Egipto, o más bien la música que libera a la población dominada por un gobierno y líder (Abdel Fattah al-Sisi) que ellos no han elegido. De nombre real ‘Mahraganat’, el Electro Chaabi no es más que la música festiva común de las celebraciones egipcias que ha superado el ambiente nupcial y personal para instaurarse en los grandes centros pobres y rebeldes donde convive la población joven, una eufórica forma de música árabe en la que confluyen rasgos occidentales como la EDM o el Hip Hop.
El Electro Chaabi es pura vivacidad, júbilo, color. Roza lo carnavalesco y tanto su interpretación como identidad concuerdan con lo neurótico. La gente de la clase trabajadora se agolpa en masa y hay fuegos artificiales. Es de carácter popular y no religioso (como podría ser el Sufi Trance, también presente en la zona norte de África y derivado del sufismo, una forma espiritual mística derivada y en ocasiones ‘desvinculada’ del Islam). Fue acuñado por el periodista Hind Meddeb (autor también del documental del mismo nombre) después de vivirlo en primera persona y observar tanto su conexión con la música electrónica actual y mayoritaria, como su paralelismo con las raves europeas de los años 90.
Las baterías y percusión han sido sustituidas por pads MIDI y computadoras, FruityLoops y Auto-Tune. Jeff Weiss se refería al movimiento en 2014 como Egypt’s Festival Rap y en The Quietus, uno de los primeros medios de comunicación que se hicieron eco de su desarrollo, hablaban de él en estos términos:
[pullquote]Como Aphex Twin haciéndose con los platos en la aburrida boda de tu sobrino y poniendo su versión loca del clásico easy listening ‘Palomitas de maiz’.[/pullquote]
Lo más importante en cualquier caso, al margen de lo puramente musical, es que el Electro Chaabi combina con la agitación social actual del país. Su mensaje está lleno de sarcasmo y reclamos populares, lanzas directas al gobierno militar y proclamas por la liberación; se puede comparar con un amplificador que transmite los deseos de los egipcios directamente desde los suburbios. El Afrobeat ya fue una forma de oposición y crítica a un gobierno corrupto en Nigeria, y fue liderado por Fela Anikulapo Kuti.
Sadat, Alaa Fifty (Cent) y Haha son los principales artistas del movimiento, además de los pioneros. Su material, hasta 2014 sin editar oficialmente, comenzó a ser introducido en Europa y Estados Unidos a través de varios bloggers occidentales y, sobre todo, la crew de selectores y DJs holandeses Cairo Liberation Front, quienes a pesar de no entender la lírica ni ser egipcios, se vieron fascinados por tal revolución musical. Uno de ellos, Joost Heijthuijsen, comentó el año pasado:
[pullquote]De la misma manera que Chuck D decía que el hip-hop era la CNN de la América negra, teníamos la vaga impresión de que el chaabi podría ser la CNN de los chicos en Egipto. Después de leer Behind the Beautiful Forevers de Katherine Boo, un libro acerca de los suburbios de Bombay pensamos que la música podría ser un vehículo a los lugares de El Cairo a los que, de otra manera, no podrías ir. Conecta con personas con las que de otra manera no podrías conectar.[/pullquote]
Escuchando “The Best Of …” (primer recopilatorio de grabaciones de Sadat, Alaa Fifty y Haha editado, gracias a GENERATION BASS) puedes imaginar a la muchedumbre desbocada y festejando, al ritmo de estridentes y psicóticas melodías y loops de sintetizador, voces frenéticas y descerebradas estructuras. El Electro Chaabi es crudo, urgente, tiene algo tóxico y rezuma autenticidad. Basta escuchar la rudimentaria, artificiosa y a la vez futurista “Fought In The Name Of Religion” para oler la pólvora.
Nashazphone es el sello más importante que ha contribuido a distribuir el producto derivado del Electro Chaabi en el mundo. Fundado por Hicham Chadly, de origen mitad argelino y mitad egipcio, su release inaugural estuvo firmada por Sun City Girls, aunque pronto el catálogo derivaría hacia documentar el presente musical de Egipto, principalmente el Electro Chaabi o también la denominada EDM (Egyptian Dance Music). Para nosotros es un producto poco menos que vanguardista y exótico, pero para los egipcios es tan solo ‘música de boda’.
Existen otros proyectos relevantes, como son los de DJ Amr Haha y Oka & Ortega, aunque la audiencia internacional suele citar tres proyectos como clave o más familiares. Son EEK, Islam Chipsy y DJ Sardena, ambos impulsados en diferentes referencias por el sello de Chadly y en los que intervienen cruciales diferencias.
EEK o Islam Chipsy son normalmente agrupados dentro del Electro Chaabi más propio de Sadat o Sardena, cuando en realidad deberían ser acuñados bajo el término ‘new wave chaabi’ o ‘Nile Delta synth’, ya que ni tienen que ver con el movimiento ni llegan de El Salaam City (capital del “Mahraganat”).
Mientras que el Electro Chaabi se basa en el refrito de samples, estructuras electrónicas y circula alrededor de la tradición, lo que plantean EEK o Islam Chipsy es una reinvención. En The Quietus, en un artículo dedicado a describir la importancia de la grabación en directo de ambos proyectos en el Cairo High Cinema Institute, explican la virtuosidad a la que nos referimos, comparándola con la erupción del House en Estados Unidos:
[pullquote]En términos occidentales, se podría decir que Islam Chipsy es un artista modernista que trabaja sobre la tradición lineal. Lo primero que hizo fue dominar la tradición y, entonces, se sintió libre de reinventarla y relacionarla con la interpretación en los teclados. Es puro, virtuosismo violento. Los pianistas tradicionales usan todos sus dedos para tocar un acorde. El House revolucionó esto permitiendo a los productores usar un solo dedo. Chipsy introdujo una nueva aproximación: lanza ráfagas de sonidos con sus puños, las palmas y los bordes de las manos sobre todo el teclado, golpeando las teclas pero, aún, de una manera virtuosa. [/pullquote]
“Live At The Cairo High Cinema Institute” es orgásmico, extravagante, psicodélico, dislocado, explosivo. Es pirotecnia electrónica antisistema con muy poco cuidado por la producción o el aspecto de ésta, a diferencia del material de DJ Sardena o Sadat. Rapidez y ritmos extrovertidos que son tocados por Khaled Mando e Islam Tata, ruido y unos desarrollos en los que se puede palpar la energía, la efervescencia del movimiento.
Después de la resonancia provocada a nivel internacional por dicho directo, vibrante y sin cortar, el Electro Chaabi y las diversas nuevas formas de música Dance egipcia han ido encontrando mucho más público foráneo; Nashazphone ha editado las primeras grabaciones de estudio del proyecto EEK junto a Islam Chipsy, “Kahraba”, prueba de que la intensidad y estado febril del discurso no se pierde una vez trasladado de la calle al surco.
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Este post ha sido escrito por Frankie Pizá y publicado originalmente en TiU.
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