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Monkey Week: el refugio estético que necesitabas

Como decía Betty Davislet’s get personal. Vamos a ponernos íntimos porque, a veces, uno se olvida del propósito de las cosas.

Esta columna con tanto apego al fin de semana nació por desengrasar el atorado ritmo laboral. No sé. Alguna historia curiosa escrita desde un punto de vista subjetivo; o algún punto de partida para comenzar una reflexión y darle un poco al coco a ritmo slow; o para sugerir cultura fina no muy conocida que dé lugar a rascar un poco más para descubrir nuevo talento.

Esta última parte ha sido la más descuidada en los tiempos modernos y a la que más nos gusta aferrarnos en tiempos de fuego en la calle. Por eso, hoy toca darse un garbeo por lo bello, por lo que provoca segregación de endorfinas, por aquello que deberíamos tener más presente cuando el escenario se pone convulso.

Sin entrar a valorar lo que nos ocurre como sociedad, esta edición de El Piensódromo es solo un bálsamo modesto que no hace distingos entre personas. Y más allá de los descubrimientos que puedas sacar de aquí, la idea es una reflexión que tiene algo de cita de todo a cien por tantas veces repetida. Y es tantas veces repetida porque no tiene nada de contingente. Es necesaria. ¿Qué puedo yo hacer para ser mejor en unos días tan desesperanzadores como estos?

Había una mina en Sevilla

En la periferia brillante de una galaxia mediana, está la sevillana Alameda de Hércules. Allí se celebra cada año un festival que no es exactamente un festival. No tiene recinto, las cervezas no valen 6 euros, no hace calor y no toca Izal. Todas esas circunstancias hacen del Monkey Week SON Estrella Galicia el mejor lugar en el que cobijarse mientras arden los contenedores y, seamos francos (no pun intended), en cualquier momento.

Monkey Week nació en el Puerto de Santa María (Cádiz), un lugar en el que cualquier cosa que uno intente parece una buena idea. Paco Loco (residente habitual) y Bunbury (residente ocasional) instaron amigablemente a unos chavales a que hicieran algo parecido a All Tomorrow’s Parties, que es un festival comisionado por una gran figura que elabora el cartel.

Un ejemplo real: Portishead coge y dice que hay que hacer un festival al que van PJ Harvey, Grinderman, Swans, Godspeed You! Black Emperor, Beach House o Caribou. Bien, ¿verdad? Y no lo olvidemos: en el Puerto de Santa María todo parece una buena idea.

Perro en Monkey Week 2018. Foto de Javier Rosa

Sin embargo, de Sierra Morena para abajo, lo que no parece una buena idea para los patrocinadores es gastar mucho dinero. Así que esos chavales tuvieron que optar por algo más modesto que ese remake de All Tomorrow’s Parties y montaron un festival que destaca por el buen ojo que tienen para encontrar en la escena underground grupos que serán leyenda en no mucho tiempo.

En lugar de un All Tomorrow’s Parties montaron un South by Southwest en el que, más allá de la presencia de espectadores, hay una importante participación de profesionales de la industria de hasta 1.400 personas llegadas de todo el planeta.

Como explica uno de los fundadores de Monkey Week, Tali Carreto, «la idea del festival ha sido siempre la de que Monkey Week fuera un festival 100% urbano. La filosofía pasa por utilizar las salas que ofertan un programa musical el resto del año y, por otro lado, utilizar espacios no convencionales».

Con esas premisas, Monkey Week daba conciertos en escenarios callejeros, bares, salas, bodegas, tabernas o claustros. Y la filosofía se ha mantenido intacta ahora que el rápido crecimiento del festival les obligó a trasladar el circo a Sevilla.

En Sevilla, toda la actividad está concentrada en la Alameda de Hércules y su entorno. El sitio era el indicado porque no hay ágora de encuentro entre tribus urbanas y culturas musicales de mayor permeabilidad que ese.

Allí, los conciertos se desarrollan en dos escenarios callejeros en la misma Alameda de Hércules de los que uno es una pista de coches de choque; también en el Teatro Alameda y las salas de los alrededores como Fun Club, Sala X o Holiday by Obbio; o en la espectacular burbuja de paz del antiguo convento de clarisas Espacio Santa Clara.

El cartel supera las 100 bandas y llega a casi 150 showcases. Está encabezado por nombres como Los Punsetes, Carolina Durante o Tropical Fuck Storm, pero la gracia está en descubrir a las que serán tus bandas favoritas de aquí en adelante.

Nosotros, que queremos llegar con los deberes hechos, hemos bajado a la mina a sacar el mineral que será diamante muy pronto y hemos elegido unas cuantas opciones para ayudarte a descubrir algo que escuchar este fin de semana.

Antes, unos minutos musicales gentilmente servidor por el torrente folclórico de Alberto Acinas.

https://www.youtube.com/watch?v=Msgl1OpOJGM

Romeromartín. Álvaro Martín es gaditano y cantaor. Y gay (yo no pongo la otra mejilla, pongo el culo, compañero). Y poeta. Y un iconoclasta. Y por todo eso, es difícil de explicar lo que propone. Acaba de comenzar periplo con Toni Martín, que añade bases electrónicas a lo que hace. Como dicen desde el festival, «como el marica de Burroughs en mitad de una rave flamenca».

All La Glory. Si todavía te acuerdas del Rumours de Fleetwood Mac, si lo gozas con Ryan Adams, si te gusta el sonido del pedal Chorus en las guitarras, tan ochentero, tan de Los Goonies y Cindy Lauper, tan de melodías powerpoperasaquí tienes premio.

Tzetze. Si dos personas son lo suficientemente brutas, se bastan y se sobran para hacer que ser molesto sea algo positivo. Tzetze sale de las cenizas del Fabuloso Combo Espectro y es punk mu rico y mu marciano. Otro disco masterizado por Mike Mariconda.

Compro Oro. De Compro Oro ya hemos hablado alguna vez, así que dejemos que los definan desde el festival: «¿Y si Los Chunguitos se hubieran quedado pillados en mitad de un cuelgue de LSD? Compro Oro pulen con acierto una mezcla de música popular española y ritmos latinos aderezada con sonidos selváticos y fina ironía punk, todo esto acompañado de unas letras donde «el amor y el hedonismo se abrazan y se odian a la vez”». Almería, América y el norte de África. Todo junto.

Tito Ramírez. La historia cuenta que alguien rescató un buen número de grabaciones perdidas que eran la bomba de rock con tintes latinos y el boogaloo más garajero. De la nada salió el renacido Tito Ramírez. La realidad es que Peter Parker, artista 360 y guitarrista de los legendarios Granadians del Espacio Exterior, creó un álter ego depositario de su particular sentido del humor. Algún día formará parte de la banda sonora de las pelis de Tarantino.

Texxcoco. A los canarios también les teníamos cogida la medida. Cuando decidieron mudarse a Madrid, por aquello de que todo está a media hora en coche, tenían claro que se quedarían durante mucho tiempo. Una frontwoman arrolladora, garage para el abuelo, la madre y toda la familia. Amphetamine Discharge, The Muffs… En fin, todas las cosas buenas de la vida. Nuevo disco en la mochila que se edita en los próximos días. Hay que quererlos muy fuerte.

Mausoleo. Muchachada de la de rescatar atuendo del fondo de armario de padre y madre, aquí tenéis bandera. Por ir resumiendo rápido, Golpes Bajos, Desechables, Décima Víctima, Parálisis Permanente, post-punk, alemanadas y presencia etéreas.

Más cosas bellas

Dynam es artista urbano. Es marroquí, de Casablanca, y crea murales de tamaño catedralicio con un estilo realista de altísimo nivel.

Como es de Casablanca, este mural de Ingrid Bergman en la peli del mismo nombre le viene que ni pintado (chiste de todo a cien).


Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquí.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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