En la carrera de obstáculos en la que se ha convertido cualquier trayectoria profesional, la mayor injusticia es que algunos tienen más obstáculos que otros.
Jazz, Carla, Leia y Antonio son Mourn, las protagonistas de una nueva edición de las OCB Paper Sessions, y saben bien lo que es tener que demostrar aptitud en cada curva. El 75% de sus miembros son mujeres y, además, son bochornosamente jóvenes.
Bochornosamente no para ellas, sino para los que peinamos canas y carecemos de su soltura para crear pepinazos rockeros. A cambio de los hándicaps, tienen al maestro del máster en música indie en casa ya que Jazz y Leia son hijas de Ramón Rodríguez, líder de The New Raemon.
Esos precedentes nos les han librado de ser tomadas a broma. Por mujeres y por precoces. Y es algo que les «aburre de forma soberana», cuenta Jazz Rodríguez.
«Cuando nos ven no dan un duro. Si nos han escuchado antes, aún. Pero, en general, da rabia ver las caras de sorpresa de muchos hombres cuando tocamos. Nos sentimos menospreciadas por nuestra apariencia física, porque se da por hecho que no podemos tocar bien y, en caso de tocar bien, no podemos dar caña».
Mourn son el paradigma perfecto de lo perniciosos que son los prejuicios en ciertos ámbitos de la vida. Las de Cabrils han tenido que lidiar con todo tipo de situaciones absurdas: desde ver las caras de los técnicos de sonido cuando entran en las salas a que les ecualicen el ampli porque las creen incapaces.
«Nosotras tenemos una visión sobre nuestro trabajo y nuestras capacidades, pero parece ser que el mundo no las comparte. O no se lo creen hasta que se demuestra. No quiero sentir que tengo que ganarme el respeto de nadie, porque nosotras respetamos a la gente de entrada», explica la cantante.
«Por eso mola cuando hay mujeres técnicas y en producción, porque no te juzgan». Y aquí termina la explicación de las circunstancias de Mourn porque, más allá de eso, la banda se ha ganado cada segundo de escucha gracias a su actitud, su energía y sus canciones.
La prueba palpable de que Mourn llegan con la espada y la furia está en la OCB Paper Sessions que han protagonizado. Por el formato auspiciado por OCB Paper, han pasado gigantes como Lambchop o bandas con similitudes en género y edad como Kitty, Daisy and Lewis.
Mourn se cayeron en la marmita del rock alternativo de los 90 y, como Obelix, cuesta controlar las consecuencias de esa exposición a las fuentes. La rabia estalla en cada acorde en el que rememoran a PJ Harvey, a las hermanas Deal, a L7 o a Sleater-Kinney. Casi nada en el menú.
¿Parece increíble? No lo es. Y además, no es solo eso. Los casi cinco años de carretera les han aportado una mayor complejidad en las composiciones y una madurez sobrecogedora teniendo en cuenta que aún les falta bastante para llegar a los 30.
[pullquote]La de veces que se me han acercado pavos a decirme “Guau, con ese cuerpito y tan bajita… el vozarrón y los gritos que pegas”. Normalmente sonrío de manera áspera y me piro[/pullquote]
De hecho, incluso han cambiado su manera de grabar. Los dos primeros discos se grabaron en directo y en un fin de semana.
«De cara al tercer disco, Sorpresa Familia, cambiamos de productor. La composición de las canciones fue un poco más intencional, algo más que un torrente de cosas que te salen y se dejan tal cual. Fuimos un poco más detallistas y no tuvimos miedo a añadir coros y capas de guitarras extra», explica Rodríguez.
Salta la vista que se encuentran en el estado de madurez necesario para abordar un formato tan cercano como el de OCB Paper Sessions.
A pesar de los nervios y ciertos cambios en parcelas como la sonorización, a Mourn les gusta disfrutar de un formato tan cinematográfico. El grupo lo percibe como una especie de película de su existencia.
«Una sesión así tiene ese factor especial de “mirar atrás y ver cómo tocabais entonces, cómo habéis cambiado y recordar todas las cosas que os han pasado”. Por ejemplo, viendo los primeros vídeos de la sesión pensé: “Míralos, ahí tan tranquilos, a pocas semanas de hacer el tour más largo de su vida y no tienen ni idea de todas las cosas que van a pasar”», explica Jazz Rodríguez.
A esa sensación de flashback, Mourn añade algo de, como la propia Jazz dice, «canguelo».
«Cuando sabes que lo has hecho bien y que en aquel momento te sentiste poderosa y segura de ti misma, entonces sí que hay valor para darle al play. Pero si en algún momento de la sesión me sentí insegura por algo o creí que podía haberlo hecho mejor, entonces me da mucho más respeto. La mayoría de veces no miro nada. Supongo que me exijo demasiado. Soy bastante crítica conmigo misma».
No es el caso de Antonio, responsable oficioso de hacer rular el material por los wasaps de la banda. «Cuando la estética mola y lo hemos hecho bien, nos motivamos a saco. Antonio es siempre el primero en mandar los links».
La trayectoria de Mourn comenzó en 2014. Leia, por ejemplo, tenía solo 15 años. Con esa edad, podía entrar a actuar a un garito. Sin embargo, al terminar, tenía que marcharse porque era menor de 18 años.
Las cosas han cambiado mucho y el nombre de la banda está en los carteles de los festivales más masivos de España. Estar junto a las bandas que forman el elenco de las OCB Paper Sessions les otorga una dimensión internacional con la que están encantadas.
«Mola mucho tener la oportunidad de hacer cosas así y de poder girar por el mundo. La sensación que tenemos es la de “vale, ahora tenemos que currar en serio”. No sentimos que estemos en ‘la Champions’, más bien nos sentimos más que nunca con los pies en la tierra porque hemos aprendido lo que cuesta sacar un proyecto adelante», cuenta la catalana.
Además, y aunque con maestro de excepción mediante, los cinco años han sido tan intensos que han convalidado la mayoría de cursos de rock alternativo y han aprendido a destilar errores.
«El error que muchas veces habíamos cometido era no estar encima del proceso y dejar las cosas en manos de otras personas».
«Por supuesto, cada uno tiene sus roles en esta industria y cada persona hace su trabajo, pero como banda y parte creativa del proceso, sentimos que no teníamos el control de nada y que estábamos a merced de las decisiones de otras personas».
«Muchas veces acabas haciendo cosas que no quieres hacer o vas por la vida sin saber que se están haciendo algo con lo que no estás de acuerdo».
No fue esa la única enseñanza. Jazz Rodríguez explica que, tras el primer disco, aprendieron que ellas eran las principales deudoras de su trabajo. Eso les ayudó a saber qué dirección tomar en trabajos posteriores.
«Estamos aquí porque disfrutamos componiendo, grabando y tocando. Entonces, ¿qué sentido tiene adaptar ese proceso a lo que la gente piense o pueda preferir? La gracia está en hacer lo que te guste a ti y al grupo y disfrutarlo juntos».
«En sacar algo de lo que estés orgullosa. Tras el primer álbum, decidimos pasar de toda la movida y de la presión de un segundo disco. Nos tiramos a la piscina componiendo lo que nos dio la gana y siguiendo con nuestra evolución natural», declara la cantante.
Mourn tienen tres discos a sus espaldas y la mayoría de edad recién cumplida, como aquel que dice. Lo que más miedo da (del bueno) es el alto nivel que han mostrado en sus trabajos desde el inicio de su carrera.
El futuro que tienen por delante es tan extenso que no hay páginas suficientes para hacer pronósticos. Lo que está claro es que, habiendo asesinado el tabú de la juventud y el de ser mujeres en una industria de hombres, quedan aún muchas puertas por derribar. Y tienen capacidad de sobra para hacerlo.