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Conversaciones ortográficas: Este es un artículo ‘en plan’ muletillas cansinas

—Ayer me enrollé con un tipo. En plan sexo salvaje, ya sabes. Y me ha dejado el cuerpo contento pa tres semanas.

—¡Uy, qué perri! ¡Cuenta, cuenta! Ya me contarás dónde pillas esos chollos, porque a mí se me está cerrando en plan falso.

—Hija, porque no miras bien. Te obsesionas en plan a mí solo me ponen los mazados y te pierdes muchas cosas.

—Déjate de rollos y vete al grano. ¿Juguetona o en plan negro del WhatsApp?

—Hija, la verdad, no sabría decirte; en plan no me dio tiempo a mirar mucho. Pero sí puedo decirte que cumplió su cometido en plan con creces.

—¡Cómo te envidio! En plan sano, ya me entiendes.

—¡Venga, no babees más y vamos a tomar unos Jagger! En plan una y nos vamos, ¿vale? Que mañana curro, en plan, toca madrugar.

 Muletillas las ha habido toda la vida. Pero la favorita, desde hace algunos añitos ya, de esos que nos recuerdan que vamos teniendo una edad es, sin duda, en plan. Y si alguien apostó por su desaparición pensando que era una moda pasajera, una cosa de chavales, lo cierto es que se equivocó. Y mucho. Las muletillas son feas, ensucian el discurso y cansan más que llevarme en brazos ahora que he dejado la dieta. Facilitan la vida al perezoso lingüístico (para qué buscar alternativas si existen ellas). No sorprende que la RAE (y el sentido común) recomienden no abusar de ellas, y de esta en concreto.

La Academia dice que es propia del lenguaje coloquial juvenil (¿no os encanta su sin par capacidad observadora?), y que está vacía de significado. Por eso se ha convertido en muletilla. Y ahí, que me perdone tan insigne institución la osadía, discrepo. Porque, más que perder, lo que ha hecho ha sido modificar ese significado e, incluso, adquirir otros nuevos. Como mi opinión no cuenta y sin duda es cuestionable, recurro a alguien más sabia para apoyar esta tesis.

Lola Pons lo explicaba muy clarito en un artículo para Verne titulado Estamos en plan explicando la expresión ‘en plan’. Por tanto, en plan puede significar o sea («Mañana curro, en plan, toca madrugar»); otras veces funciona como las comillas, para indicar citas («Te obsesionas en plan a mí solo me ponen los mazados»); o para realzar lo que viene detrás de plan («Se me está cerrando en plan falso»; «Cumplió su cometido en plan con creces»). Además, por supuesto, de conservar su sentido original: actitud o propósito («En plan sexo salvaje»; «En plan sano»).

En lo que sí coincidimos la RAE, Lola Pons y yo es en su uso abusivo, cansino y empobrecedor. Y en que no deberías emplearlo si tienes cierta edad porque en ninguna de sus nuevas variantes aparece el efecto rejuvenecedor. 

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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