Icono del sitio Yorokobu

Nathan Fielder tiene la mejor serie de televisión, y es una oda a la prueba y error

Desde que nacemos, las personas nos pasamos la vida haciendo prácticas. Desde los primeros intentos de caminar o de hablar, hasta el carnet de conducir, los exámenes de Selectividad, el primer beso en el espejo o el entrenamiento en el gimnasio del lunes por la tarde. Todo es susceptible de ser pensado como un proceso, un estudio que nos llevará a una mejora o una creencia de que habrá una certeza en el futuro. 

«El hombre no es de ninguna manera un ser firme y duradero», decía Herman Hesse en El lobo estepario, «es más bien un ensayo y una transición, no es otra cosa sino el puente estrecho y peligroso entre la naturaleza y el espíritu». Otro erudito como Milan Kundera lo entendía con mayor pesimismo en La insoportable levedad del ser: «¿Qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es la vida misma?». 

Algo así debe pensar el humorista, actor, productor y realizador estadounidense Nathan Fielder: que hemos sido lanzados a la incertidumbre, sin las instrucciones de Ikea, y con una montaña de retos vitales que, por supuesto, en los ámbitos familiares y educativos se convierten en un tabú que se traspasa generación tras generación. Es una trampa. Pero para amortiguarla, existen series como Los ensayos (disponible en HBO Max), que, como bien indica su título, pone a disposición de aquellos que lo necesiten la práctica para enfrentarse a momentos clave de su vida. 

Sin embargo, Fielder no puede evitar pensar a lo grande, así que no se trata de la preparación de una coreografía de TikTok ni de la receta de los canelones de Arguiñano, sino de verdaderos malos tragos: un hombre que desea sincerarse con sus colegas sobre la mentira que les contó, o una mujer que desea tomar una decisión sobre su posible maternidad. Con un presupuesto digno de una serie de HBO, pero invertido en el género documental en lugar de en recrear Desembarco del Rey en Girona, el humorista cuenta con grandes platós en los que replicar al detalle los escenarios de la vida real donde transcurrirán esas decisiones, como un bar, una casa de Oregón o incluso un aeropuerto.

The Rehearsal  © John P. Johnson / HBO

 

Las series con las que ensayó Los ensayos

Los límites entre la ficción y realidad se difuminan en la serie: ¿es un ensayo parte de la representación? ¿O es ese umbral, como decía Hesse, por el que el actor transita, en un intento de desprendimiento de su mismidad? La cosa se complica cuando la premiere de la obra ensayada aquí no es otra que la vida real. Para Fielder, teatro y verdad juegan en un mismo balancín. Los ensayos sería, en este caso, la evolución natural de un delirante formato ya ensayado (valga la redundancia) con series como Nathan for you (2013) o How to with John Wilson (2020), de la que ejerce como productor ejecutivo, en el que el documental queda en entredicho cuando es bombardeado por la guionización. 

Como ocurría con sus anteriores trabajos, quizás no todo sea verídico en Los ensayos, o quizás nada lo sea en absoluto. El espectador nunca lo sabrá, y en esa pillería reside gran parte de la magia del realizador. Una sensación similar sucedía durante las tres temporadas de How to with John Wilson, en las que algunas situaciones eran tan disparatadas que costaba pensar que no estuviesen ya preparadas de antemano. ¿Seguro que Wilson se encuentra por casualidad con todos esos excéntricos ciudadanos de Nueva York?

The Rehearsal ©HBO

La serie documental de Wilson también es, en cierta manera, una preparación para la vida. Los títulos de sus capítulos suenan como las instrucciones de la vida moderna (Cómo tener una pequeña charla, Cómo mejorar tu memoria o Cómo dividir la cuenta) que, sin embargo, acaban evolucionando en ideas mucho más complejas y trascendentales. 

Las propias reflexiones sirven a Wilson como ensayo empapado de humor sobre cuestiones vitales, y Fielder tuvo que encontrar en él, a la fuerza, un alma gemela del pensamiento. Existe en ambas mentalidades una manera caótica, inesperada, pero sumamente original de entender el mundo: a través del despiece, la puesta en práctica de gestos tan sencillos y universales que en muchas ocasiones damos por hecho.

Cumple con una fantasía

Hacia el final de la segunda temporada de Los ensayos se insinúa la idea de que Fielder pudiese tener cierto grado de autismo sin diagnosticar. Una de sus entrevistadas, Doreen Granpeesheh, del Centro para el Autismo y Trastornos Relacionados de California, le explica que la primera temporada de la serie funcionó tan bien entre sus pacientes porque mostraba situaciones en práctica que cualquier persona con barreras comunicativas, sociales, psicológicas o una miserable pizca de vergüenza, adoraría ensayar. ¿A quién no le gustaría practicar una cita Tinder con un actor o actriz que se haya estudiado toda la información posible de la otra persona? ¿Y el primer vuelo de un copiloto con un falso compañero de cabina, antes de enfrentarse a la realidad? 

Toda esta neurosis y ansiedad por la primera vez es trasladada a la narrativa de Los ensayos. En su segunda temporada, HBO tira la casa por la ventana al financiar la propuesta altruista de Fielder de salvar vidas bajo una premisa personal: que la comunicación entre pilotos puede influenciar en el porcentaje de accidentes aéreos. No desvelaremos aquí los impensables derroteros que alcanza esto, pero sí podemos confirmar que Fielder no escatima en gastos al recrear el hall de un aeropuerto a escala real, con sus centenares de figurantes yendo y viniendo entre puertas de embarque, y hasta un simulador de vuelo. La fantasía de un fóbico a los aviones. 

The Rehearsal  © John P. Johnson / HBO

Documental de la inquietud

De la peculiar psique de Fielder se extrae todo un género cercano al docureality, plasmado de ironía, callejones sin salida, titubeos y, en definitiva, todo un prueba y error que va creciendo como una bola de nieve, sin dejar de sorprender con cada nuevo episodio. No nos engañemos, quizás el estilo personal de este cómico no sea para todo el mundo: está tan arraigado a su modo de pensar que acaba influyendo por completo en su narrativa y puesta en escena. 

The Rehearsal  ©HBO

El humor relajado de Fielder nace, por el contrario, de una inquietud. Podría situarse más cercano al stand up que a la sitcom (aunque la primera temporada regala momentazos familiares propios de una comedia de los noventa), y lo descabellado de su propuesta narrativa podría alejar a los buscadores de un entretenimiento más pasajero. Bastantes retos tenemos en el día a día, faltaría más.

Los ensayos quedará como una serie para unos cuantos nerds, pero aquellos que la hayan visto podrían haber presenciado lo más atípico, descomunal e insólito de la televisión de nuestros días. La propuesta de Fielder es toda una oda al error humano, y un deseo —entre sincero y ególatra— de querer cambiar el mundo y ajustarlo a las expectativas que tenemos de él.

Salir de la versión móvil