Es desolador que el marketing intente quitar las crestas al punk y pretenda vestirlo de un nuevo significado. Hace unos años tomaron sus letras y lo convirtieron en un acrónimo: Profesional Uncle No Kids (tíos profesionales sin hijos). Pero a ellos el nombre les llegó de rebote; tan solo por crear la versión masculina de una figura que habían hallado en la sociedad actual: la PANK (Professional Aunt No Kids o tía profesional sin hijos).
En esto cayó Melanie Notkin cuando fue a comprar unos regalos a sus sobrinos y no sabía qué podría gustarles. Ella no tenía hijos ni pajolera idea de las inquietudes de los niños de hoy. Entonces pensó en crear una comunidad digital de tías que quieren sorprender a sus sobrinos con planes molones y hablar en su idioma para que el nene acabe diciendo: «LOL».
La canadiense, que sabía de marketing, fundó la comunidad Savvy Auntie e inventó un nombre para estas mujeres que son menos que madres pero más que tías: las PANK. Y una vez que tuvo la etiqueta, empaquetó a las 23 millones de PANK que hay en Estados Unidos, y junto a la consultora Weber Shandwick, las convirtió en un «segmento de mercado» golosísimo. Oigan, anunciantes, que aquí, en estas mujeres que no ponen un parche en un chándal, hay tela que cortar. Son profesionales con tiempo libre, pasta y la ambición de convertirse en las tías más chachis.
Notkin, avezada, porque mira que los norteamericanos son sagaces en esto, puso el redondelillo del copyright a su palabra, como si el lenguaje tuviera un solo dueño. Quizá por eso, por su avaricia lingüística, el término no está llegando muy lejos. De momento solo ronda por algunos artículos de prensa y por otra comunidad, esta vez española, llamada Born To Be PANK.
Lo que nos falta ahora es plantearnos cómo llamar a los niños que son más que sobrinos pero menos que hijos. ¿Sobrijos? ¿Hijinos, como propuso Javier Lascurain, coordinador general de la Fundéu? ¿Cómo los llamarías tú?