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Parodiar al muerto: la última frontera del periodismo basura

«Ya es zombie». El periódico mexicano Metro amaneció el martes con este juego de palabras impreso sobre una foto de Dolores O’Riordan, seguido del subtítulo aclaratorio: «Muere la vocalista de The Cramberries misteriosamente». Quien conozca la discografía de la banda irlandesa no precisa explicación del chiste. Falta, si acaso, un razonamiento que ayude a entender por qué se desbarra sobre la memoria de la compositora en un papel distribuido a cientos y del que nadie hablará durante más de tres días.

A modo de contexto cabe decir que llueve sobre empapado. El diario Metro, editado en Ciudad de México, acostumbra a servir a sus lectores un menú de sexo, fútbol y abundante crónica negra sin ahorro de detalles. Ejerce el clásico periodismo amarillista rico en sangre y escándalos varios, pero lo salpimenta introduciendo una variante narrativa relativamente novedosa: el humor negro. Hacer chanza del cadáver con la coartada informativa. The Sun y Charlie Hebdo se dan la mano en los kioskos del Distrito Federal.

De esta forma, el titular «Ya es zombie» abre una vía inexplorada por el periodismo en búsqueda desesperada de espacios libres sobre los que construir audiencia. Tira del sarcasmo para distinguirse con una noticia muy grande y muy última hora en un flujo continuo de informaciones manoseadas, reformuladas a fin de extraer ese hilo de frescura que espante el olor a podrido. Porque el periódico del día siguiente no solo envuelve pescado, ahora también lo vende; y emplea en su propósito una fórmula compartida en el formato digital.

El caso mexicano –que no pasa de anecdótico– tiene valor en la medida en que sirve para marcar un punto guía sobre el mapa del periodismo actual. Es el nuevo horizonte de la desfachatez viral y como tal no puede cruzarse, no hay un punto más lejano, de modo que toca desandar el trayecto e identificar las pistas que nos han permitido intuir el camino hasta él. Titulares que prescindieron del humor pero fueron igual de oscuros e hirientes. También a este lado del Atlántico y frecuentemente derramados sobre la parcela digital –no siempre, recordemos aquella portada de La Razón refiriéndose a un Adolfo Suárez moribundo con el brutal: «Suárez, en transición»–.

Ejemplos de digitales ofensivos abundan en Internet. Un ejemplo: «Laura Escanes acaba su primer día de luna de miel en Urgencias… pero no por culpa de Risto». Apareció en Periodista Digital y el publicista lo afeó por frivolizar con la violencia de género. Otro: «A Iglesias le gusta besarse en la boca con los hombres… esta vez le tocó a Errejón». Lo publicó OKDiario y fue criticado por su homofobia. Otro: «Las moras de Melilla, más prolíficas que las ratas». De Alerta Digital, la FAPE lo tachó de misógino, xenófobo y vejatorio. El último: «¿Por qué las feministas son más feas que las mujeres normales?», se preguntaba el diario ultra Mediterráneo Digital ofendiendo directamente la inteligencia.

Estos cuatro titulares manifiestan un evidente sesgo conservador, pero en el margen progresista también hay un digital que, con vocación informativa y partiendo de una posición menos reaccionaria, hace virtud del título paródico. Se trata del diario Sevilla Digital, célebre por su encabezado: «Tres muertos en Charlottesville tras desatarse el caos por disturbios entre nazis y personas». Es un formato híbrido que da por contada la noticia y añade una pátina de picardía política. Informa y entretiene desde el impacto o, como ellos afirman, «sin eufemismos».

Dejando de lado el hecho de que la construcción sin eufemismos es en sí misma un eufemismo; llama la atención que los diarios mencionados renuncian al coto de la deontología para hacer carrera a campo abierto. No ya en lo concerniente a la objetividad, un periodista toma partido para sintonizar con aquello que dijo Elie Wiesel («La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima»). El deje está en la falta de sensibilidad, en ofender con idea de que el titular salte a Twitter y haga caja en el mercado de la indignación. Ofensas como el «zombie» a Dolores O’Riordan prenden, se expanden y ocupan un nicho que estaba deshabitado por miedo al desprestigio.

Pero zombie no es la cantante irlandesa. Zombie es el periodismo macarra. Medios sin humanidad y carentes de identidad que deambulan sin rumbo, que avanzan gracias a titulares inflados y se alimentan de la ingenuidad de su audiencia. Ocurre que estos medios consumen parte del oxígeno destinado a las cabeceras generalistas y éstas, cada vez más asfixiadas, terminan por adoptar los mismos códigos efectistas. Se llenan de historias vacías: de pronto vemos a media portada que el champú de Beckham se fabrica en Burgos e inmediatamente entendemos que la transformación digital ha servido, sobre todo, para medirnos el estómago.

Pero, ¿quién es responsable del periodismo viral? En primer lugar, la industria mediática que consiente el parasitismo del empresariado; pues éste tiene vía libre para esquilmar las redacciones con la excusa de que las facturas, hoy en día, las pagan los vídeos chorras de Youtube. Dejad de escribir y escarbad en Internet. Quizás sea verdad. Pero también hay ejemplos de medios que capean la crisis del sector con modelos basados en la inteligencia editorial, el talento de sus redactores y el crecimiento sostenible. Cabeceras que anteponen la producción propia a la broza reciclada.

En segundo lugar, los periodistas que pasan por el aro. Sí, hay gente atentando contra el periodismo sin remordimientos que llevarse a la almohada. Es su función. Acatan. Punto. Pero tampoco podemos eludir la realidad: del periodismo edificante comen unos pocos; de modo que redactar boberías para llegar a fin de mes es tan lícito como escribir el próximo Pulitzer. Ahora bien, hay formas de hacerlo, y desde luego nunca estarán justificadas ni la docilidad ni la indiferencia.

Para terminar, la audiencia. El lector. Tú. Cada vez que pinchas en un viral le dices al editor que tus aspiraciones son sencillas, que prefieres titulares chuscos a textos lúcidos y bien ponderados. No pasa nada, es tu elección; sin embargo has de saber que lo siguiente dentro de esa deriva es el titular de Dolores O’Riordan. Que si eliges leer y compartir sandeces nos pondrán a teclear sandeces. Y algunos lo llevarán al límite. Y tú dirás que en España el periodismo es una basura. ¿Cómo no iba a serlo? Las redacciones están en cuadro y el virtuosismo cotiza a la baja: prueba tú a bailar claqué sobre un campo de minas.

Por Claudio Molinari

Claudio Molinari es escritor.

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