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Pink Floyd: Money!

No sé si el problema está en que el listón para Pink Floyd está más alto que para otros grupos, pero el hecho de que la banda quiera sacar la pasta de sus fans de una manera poco elegante es un poco decepcionante. La nueva app del mítico grupo británico, This Day in Pink Floyd, se cobra a precio de jamón de bellota y queda en pavo cocido, algo jugoso, pero no apto para ofrecer a las visitas.

Money, it’s a gas
grab that cash with both hands and make a stash

Hablábamos de que uno toma sistemas de referencia diferentes para artistas como Pink Floyd o Björk. A Amaia Montero, las propuestas trilladas se le suponen, pero a grupos como el de Barrett, Waters, Gilmour y Mason, que han innovado prácticamente desde su fundación, la edición de la aplicación que han presentado resulta netamente insuficiente.

La islandesa se descolgó con la edición de Biophilia, una app que ofrecía un universo imaginario y onírico en el que cada canción era una experiencia para los sonidos además de una propuesta interactiva para entrar en la mente musical de la, en ocasiones, sobrecargada artista. Lo que ofrece Pink Floyd, en cambio, no camina sobre esa línea.

La decepción no conlleva sorpresa ya que ninguna banda ha conseguido conjugar una pose de calado arty con una rentabilización económica que debería enseñarse en las escuelas de negocios. Ediciones, reediciones, ampliaciones, nuevos packagings, remasterizaciones… Toda una suerte de variedades para vender las mismas [sobresalientes] canciones una y otra vez. Y es que este es el sabor de This Day in Pink Floyd.

El contenido sabe a relleno como excusa para acompañar a los links de compra de los álbumes de la inmortal banda. La aplicación toma el nombre el primer apartado que se encuentra nada más abrirla. Se trata de una más que aseada cantidad de datos relativos a la banda en forma de efeméride. ¿Sabían que el 14 de noviembre de 1971, Pink Floyd tocó en el gimnasio de la State University of New York y que tocaron, entre otras canciones, Atom Heart Mother o One of These Days? Pues ya lo saben. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?

La parte más jugosa de This Day… es la que ofrece datos acerca de cada álbum y cada canción de Pink Floyd. La cantidad de información es importante y más que interesante. Además, en el caso de que se encuentre en la librería iTunes del dispositivo anfitrión, existe la posibilidad de escuchar la canción. Sin embargo, en la mayoría de entradas, lo que se encuentra es un enlace para pasar por caja y descargar el tema o el disco de iTunes.

La prueba más fehaciente de la minusvalía funcional de la app es el apartado de vídeo de la misma. La app incluye el vídeo de Point Me at the Sky. Punto. El resto es un enlace al canal de vídeo en Youtube del grupo. Ni rastro de esos mismos vídeos, por ejemplo, ofrecidos en streaming dentro de la misma app. Ahí reside el mayor fracaso de This Day in Pink Floyd. Han desaprovechado de manera lamentable las capacidades multimedia que tienen los dispositivos a los que se dirige la aplicación.

La app se completa con dos partes de preguntas y respuestas que serán jugosas para los millones de fans que tiene la banda alrededor del mundo. El resto es el inevitable enlace a la Pink Floyd Store y unos birriosos extras que incluyen un tono de llamada, dos wallpapers y los enlaces a las webs de los componentes del grupo.

Todo, por el poco popular precio (en escala app, claro) de 2.99€. ¿Es necesario que me cobren antes de entrar en las tiendas? Parece que, en este caso, sí.

Este post se publica simultáneamente en The App Date, el evento mensual en torno al mundo de las apps del que Yorokobu es media partner.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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