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«Pinochet es un mierda (y lo digo yo)»

Cerca de la parada de metro de Bellas Artes, en el centro de Santiago de Chile, una pizarra en la puerta de un bar se burla de la candidata de la derecha a presidir el país. No dice nada extraordinario, solo apunta un comentario: “frase del día, Evelyn Mattei: [si gano] no se hará nada que vaya en contra de lo que la Biblia señala”.

La pizarra responde a la sorna de los dueños de The Clinic, un bar que no es un bar, es una marca y también una revista “y un grupo de amigos, de artistas, que un día sacamos un panfleto de cuatro páginas en blanco y negro para festejar la detención de Pinochet”.

El día es soleado en Santiago, primavera cálida –pero el cielo es grisáceo y el aire huele a ratos a tubo de escape y no se ve la cordillera-. Hace ahora 15 años que Pato Fernández, fundador de The Clinic –el panfleto, la revista-, celebró con sus amigos la detención del dictador Augusto Pinochet en Londres, por orden del juez Baltasar Garzón. Y sacaron el panfleto que no era poca cosa: Fernández escribió hace unos meses que un diputado se declaró entonces, en octubre de 1998, en huelga de hambre por tal ataque a la soberanía nacional –hubo otros que propusieron boicotear el consumo y la importación de whiskey, en fin-.

The Clinic fue el primer grito de la transición en Chile”, apunta. “Fuimos irreverentes. Mientras la prensa nacional hablaba de institucionalidad y soberanía, nosotros celebrábamos”. Chile era un país oscuro entonces, “no había ley de divorcio”, recuerda Fernández, “aún se censuraban las películas, no había casi vida nocturna, ¡la sodomía era delito! En ese ambiente The Clinic era casi terrorista”.

La primera portada de la revista lucía una foto de Garzón y un titular: “Acicalarse chiquillas, Garzón viene a Chile”. Cuando murió Pinochet, en diciembre de 2006, abrieron con un primer plano del cadáver en el ataúd y un titular: “Liz Taylor”, se acabó. “Es jerga”, explica Fernández, “se dice coloquialmente entre los jóvenes cuando se acaba algo, Liz Taylor”. El número siguiente fue también un montaje con el dictador de protagonista; titular: “Perro muerto se fue sin pagar”.

Por esas y otras portadas Fernández y los suyos se cuidaron un buen tiempo. “Al principio recibimos montones de amenazas de bomba”, cuenta, “una vez llamó la secretaria para avisarme de un aviso de bomba y claro, le dije que bajaran todos a la calle. Cuando estaban en la calle le llamé de vuelta para que subiera y mirara en los cajones, ¿tú sabes la cantidad de drogones que había entonces en la revista?”. Y se ríe. “Me dijo la secretaria que había un cajón cerrado con candado; ‘reviéntalo’, le dije, pero al final no había nada. ¡Ahí sí que habría explotado una bomba!”.

The Clinic es hoy la revista más leída de Chile con una tirada de 30.000 ejemplares semanales -han llegado a 80.000- y cuatro millones de usuarios únicos en internet cada mes. La fórmula es sencilla: burla y discusión, viñetas satíricas bebiendo de la patochada política, entrevistas a personajes impresentables -¿el gringo más neoliberal viviendo en Chile? ¡Ese!-, frases memorables de Doris Lessing, Nicanor Parra…

Ya no son cuatro páginas en blanco y negro, son más, muchas más y en color. Pato Fernández es un periodista respetado y solo, como dice, “porque esta vez le funcionó la mierda al pibe”, o sea que acertaron –él y sus socios-.

Fernández reparte su tiempo en la revista y encargos que le hacen medios de España y América Latina. Ahora trabaja en un perfil sobre la candidata de centroizquierda a la presidencia, Michelle Bachelet, para la revista mexicana Gatopardo. “Está siendo difícil encontrar a alguien que hable mal de ella, de su gobierno sí –Bachelet ya gobernó Chile entre 2006 y 2010-, pero de ella… Lo que está claro es que elige muy mal a los hombres, ¡ella misma lo dice!”.

Las elecciones son el próximo 15 de diciembre, ¿cuántas veces ocuparán las candidatas la pizarra de The Clinic –el panfleto, el bar, la revista- hasta entonces?

P.D: The Clinic se llama The Clinic por el sanatorio londinense donde arrestaron a Pinochet. De hecho respetaron el diseño del logo y todo.

 

 

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